1ª T. de ‘The Mandalorian’, una extensa película clásica de Star Wars
11/05/2020 Deja un comentario
Me imagino que todavía tendrán que pasar varios años, pero espero que algún día se reconozca a Jon Favreau como el gran director que es. Tal vez nunca llegue a convertirse en un referente a la altura de, por ejemplo, Martin Scorsese (El Irlandés), pero sin duda su labor tras las cámaras ha servido para reorientar la industria. O al menos, para alimentar el fenómeno de masas en el que se ha convertido una parte del séptimo arte. Suyo es el éxito de Iron Man allá por 2008, y que fue la primera piedra del evento cinematográfico más grande de los últimos años (si no de la historia). Y suyo es también The Mandalorian, al primera serie de Disney+ que ha logrado algo que parecía imposible: que los fans de Star Wars recuperaran la fe en el universo creado por George Lucas y que, de un tiempo a esta parte, se había dejado llevar.
Estos primeros 8 episodios cuentan con todo lo que la saga clásica siempre había tenido. Como si de una extensa película se tratara, el arco narrativo de cada capítulo se plantea casi como una secuencia de cualquiera de los films, viajando de planeta en planeta defendiendo a ese pequeño Yoda que tan famoso se ha hecho en muy poco tiempo. Y sí, visualmente hablando la serie tiene todo lo que se puede esperar de una producción galáctica como esta. Ambientada en un momento entre El retorno del Jedi y El despertar de la fuerza, en la historia aparecen soldados imperiales, cazarrecompensas, personajes que utilizan la Fuerza, planetas muy conocidos por los fans, batallas de naves. Todo con un acabado impecable que, sin duda, convierten a esta producción en una de las más caras de la televisión. Pero evidentemente, lo más interesante de la serie está debajo de toda esa capa de efectos especiales.
Si algo convierte a The Mandalorian en la ficción que es, y que evoca mucho, muchísimo, el espíritu de la trilogía original, es el tratamiento de su historia y de sus personajes. Prácticamente cada episodio tiene como referente un género cinematográfico diferente, desde el western hasta el cine bélico, pasando por la ciencia ficción más kubrickiana o, incluso, la comedia familiar. Pero más allá de cómo se cuente cada historia individual, lo que prevalece es ese ambiente de un hombre en busca de su destino, enfrentándose a fuerzas que no llega a conocer del todo bien y contando para ello con un puñado de recursos y aliados a su alcance. Si en lugar de pistolas láser y naves espaciales tuviésemos revólveres y diligencias, estaríamos hablando de uno de los mejores western de la televisión. Pero no, es ciencia ficción, y es de la mejor ciencia ficción que puede verse actualmente.
Favreau crea unos episodios amenos, diferentes unos de otros, dinámicos y a su vez cargados de un dramatismo que solo se consiguió en las películas originales (y algo en la segunda trilogía). Y lo más interesante de todo es cómo logra que no sea necesario conocer la historia previa. A través de los diálogos y de una clara estética decadente la serie es capaz de situar al espectador en una postguerra cuyas secuelas dejaron unas heridas que no han cicatrizado. De este modo, así como la historia es un vehículo para abordar conceptos como lo correcto, el sacrificio, la amistad o la lucha por la supervivencia, el tratamiento narrativo sirve para narrar, valga la redundancia, más allá de diálogos o personajes a cada cual más curioso, utilizando el propio desarrollo argumental para avanzar tanto en el marco en el que se desarrolla la acción como en el futuro de la misma, sirviendo como puente entre las dos películas a las que hacía referencia más arriba. Un puente que, a tenor de cómo finaliza el último capítulo de la temporada, permitirá explicar en futuras entregas (hay confirmada ya una tercera sin ni siquiera haberse estrenado, a fecha de este artículo, la segunda parte) el origen de nuevos órdenes con los que los fans ya se han familiarizado.
Que la Fuerza te acompañe
The Mandalorian es puro Star Wars. Pero también es mucho más. Acostumbrados como estamos a abordar este universo siempre dentro de unos parámetros muy concretos (lo que ha venido llamándose la saga Skywalker), la serie creada por Favreau, aunque tiene conexiones más que evidentes con esa saga, se desvía notablemente de la misma para mostrar una galaxia mucho más rica, más compleja. Y esto pone el foco sobre algo muy interesante que hace a esta historia más humana todavía. Los protagonistas desconocen lo que ha ocurrido. Sí, saben de la derrota del Imperio, de rebeldes y, posiblemente, de algún que otro soldado. Pero, como se menciona en algún que otro momento, los Jedi son una leyenda, la Fuerza un mito, y los personajes que protagonizaron las aventuras fílmicas, posiblemente un susurro en el viento.
Dicho de otro modo, y aunque hay claras referencias que permiten situar la acción, la trama es completamente independiente de la línea argumental que todos conocemos. Esto no solo es arriesgado, sino que abre un abanico de posibilidades narrativas único, capaz de ofrecer una libertad casi infinita a la hora de construir la historia. La apuesta de los creadores de esta ficción les sale bien, extraordinariamente bien. Porque además de recuperar la esencia de la obra de George Lucas mira en otra dirección, lejos de Jedi, Sith y demás personajes, para centrarse en gente «de la calle», en gente común y corriente que trata de sobrevivir en un mundo devastado. Es especialmente interesante, en este sentido, cómo se plantean algunos hitos dramáticos, en especial los que tienen que ver con el origen del protagonista, el clan al que pertenece y el mundo de los cazarrecompensas.
Narrativamente hablando, ya hemos mencionado que esta primera temporada se podría entender casi como una extensa película en la que cada episodio equivale a una escena. Pero lo más interesante es cómo se construyen esas escenas/capítulos. Aunque con puntos en común (al fin y al cabo, es una serie de Star Wars), lo cierto es que cada uno cuenta con una esencia diferente, única. Al comienzo asociaba esto a los géneros, y es evidente que eso existe, pero va más allá. Se trata de la apuesta visual de cada director, de su modo de narrar las secuencias de acción, ya sean en tierra o en el espacio. Se trata de una visión diferente casi cada vez con la que, lejos de generar confusión, se consigue una visión más completa de los personajes. Porque, en efecto, esta serie no sería nada sin unos protagonistas extraordinarios, sólidos, magistralmente definidos dentro de unos arquetipos muy conocidos por el gran público (el héroe con corazón, la enemiga reconvertida en aliada, los inesperados amigos,…). Son ellos los cimientos que permiten construir todo lo demás.
Desde luego, The Mandalorian ha sabido ser lo que la última trilogía no ha podido. Lejos de grandes efectos (que los tiene, y muy buenos), la trama de esta primera temporada se presenta como un viaje de redención de un héroe que se rebela contra el destino para emprender un camino contra los restos de un imperio. Jon Favreau compone una historia cargada de emoción, drama, acción e, incluso, algo de suspense, presentando en sociedad a ese «baby Yoda» que ya se ha hecho famoso. Lo cierto es que se le pueden sacar pocos «peros» a una producción tan sólida en todos sus aspectos. Tal vez su hándicap sea que es una historia de Star Wars, y eso puede generar recelos en muchos espectadores. Pero en el caso que nos ocupa es conveniente dejar a un lado las reticencias y entregarse a un espectáculo narrativo y visual brillante. ¡Ah! y atentos a la banda sonora y los títulos de créditos finales de cada episodio. Son auténticas joyas.