‘Pacto de silencio’: acuerdo implícito de confidencialidad


Robert Redford dirige y protagoniza 'Pacto de silencio'.A primera vista todo parece perfecto. Un thriller con un punto de partido interesante, una implícita (y explícita) crítica social al capitalismo, a la protesta violenta de grupos radicales y a las actuales injusticias generadas por la crisis financiera, y un reparto de verdadero lujo. Como digo, lo tiene todo para ser un film interesante, de esos que ponen sobre la mesa una serie de naipes que pocos, o ninguno, se atreven si quiera a susurrar al oído. Pero el nuevo trabajo de Robert Redford como director tras La conspiración (2010) es eso, una premisa. Buena, pero una premisa al fin y al cabo.

Y lo cierto es que provoca más indignación que otra cosa. El guión de Lem Dobbs (Indomable) peca de excesiva confidencialidad para con el espectador, o mejor dicho de confianza en él. La historia, desarrollada claramente en dos líneas dramáticas que corren paralelas hasta el desenlace final, se queda en todo momento a medio camino entre lo que muestra y lo que presupone, entre lo que explica y lo que deja al espectador para completar. El problema es que el personaje encargado de armar todos los detalles de esta intriga, encarnado con solidez por Shia LaBeouf (Transformers), se encuentra casi en la misma tesitura que el espectador, con una diferencia: tiene a su alcance información privilegiada. O al menos eso es lo que se desprende de que, secuencia tras secuencia, sea la voz explicativa de deducciones e investigaciones a las que la cámara de Redford no tiene (o no quiere tener) acceso.

Más que incrementar el suspense o el drama, lo que esto provoca es un desconcierto que obliga al espectador a un doble juego de atención e imaginación. Sí, muchos de los secretos desvelados se presumen mucho antes de que sean mostrados, pero ese no es el problema, o al menos no el más destacable. La verdadera carencia del film reside en su forma de contar las deducciones de un periodista que tan pronto persigue a un fugitivo como inicia una conversación en la que revela todo lo que ha descubierto… sin haberlo descubierto. Como digo, una lástima. Visualmente, la película posee la sobriedad y elegancia que caracterizan al actor y director de Leones por corderos (2007), y el impresionante plantel de actores es irreprochable.

Pero Pacto de silencio se mantiene, como su propio nombre indica, en silencio durante demasiado tiempo. El guión, en un loable afán de generar intriga, no mide bien los tiempos ni las informaciones y termina por ser excesivamente opaco, excesivamente parco en su forma de mostrar la concatenación de descubrimientos que llevarían al mismo desenlace. El hecho de que, además, existan tantos personajes que aparecen y desaparecen a lo largo de la trama impide desarrollar algunas tramas secundarias que merecerían algo más de atención. Es un quiero y no puedo: se quiere plantear algo muy atractivo, pero no se puede conseguir el desarrollo dramático que merece.

Nota: 6/10

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