‘Sully’: el culpable de salvar 155 vidas


Tom Hanks da vida a 'Sully', el piloto que salvó 155 vidas.Hay películas que a través de su montaje, su ambientación o sus efectos especiales son capaces de provocar todo tipo de emociones en el espectador. Pero existe un cine capaz de arrancar esos mismos sentimientos simplemente con el desarrollo de una historia o, lo que es más complicado aún, con una sencilla mirada de un actor. No voy a descubrir ahora que Clint Eastwood (Banderas de nuestros padres) es capaz de eso y mucho más, tanto como director como frente a las cámaras. Pero ver lo que ha sido capaz de hacer con una historia tan simple como la del accidente del Hudson es para quitarse el sombrero.

Porque sí, Sully es una historia sencilla, en algunos casos puede que excesivamente simple. Todo el mundo, en mayor o menor medida, conoce la historia de estas 155 personas que salvaron la vida gracias a la decisión de su piloto, al que da vida un extraordinario Tom Hanks (Esperando al rey) que perfectamente podría conseguir una nueva nominación al Oscar. Me imagino que el guión será para muchos previsible y falto de dinamismo a la hora de abordar los acontecimientos que se produjeron en los días posteriores a ese amerizaje en Nueva York. Realmente la cinta, en este sentido, no cuenta demasiado. Y sin embargo, lo cuenta todo.

La forma de rodar de Eastwood introduce al espectador en el sistema norteamericano que busca imperiosamente una responsabilidad humana en el incidente. La insistencia es tal que llega a resultar indignante el trato a una persona que ha salvado tantas vidas, situándole más como un criminal que como el hombre que logró una hazaña casi imposible. Y es aquí donde el film se revela como la notable obra que es. La labor de Hanks es maravillosa, y por momentos soberbia; el tratamiento del accidente por parte del director es tan sobrio y realista que es capaz de poner al espectador en el lugar de esos pasajeros; y el contraste entre la visión de la sociedad y de las altas esferas en torno a lo ocurrido es tan dispar que ofrece una idea muy precisa de las motivaciones que se esconden detrás de la investigación de los hechos.

Desde luego, Sully no es espectacular, no es apabullante o extremadamente dramática. No, Sully es una historia real, sencilla y ajustada a lo que podemos encontrarnos al salir a la calle. Pero es el modo en el que se narra ese accidente y el posterior trato que se le da al piloto que salvó tantas vidas lo que termina por atrapar al espectador en una sucesión de emociones que van desde la alegría a la indignación, de la satisfacción a la frustración. Una película, en definitiva, que muestra lo mejor y lo peor del ser humano y la sociedad. Y hay pocas cosas más interesantes en una película que eso.

Nota: 7/10

‘Gracepoint’, intrascendente thriller por mal uso del género


David Tennant, Anna Gunn  y Nick Nolte son tres de los protagonistas de 'Gracepoint'.Un asesinato es el detonante para que los secretos de varios personajes, incluso un pueblo entero, salgan a la luz. La premisa argumental es casi tan vieja como el cine, y sin embargo ha funcionado muy bien en sus distintas adaptaciones. Al menos casi siempre. He de confesar que no he visto la serie Broadchurch, creada por Chris Chibnall (serie Camelot), pero tampoco creo que sea necesario para analizar Gracepoint, remake norteamericano escrito por el propio Chibnall y que cuenta también con David Tennant (serie Doctor Who) como protagonista. Es cierto que una comparación ayudaría a apreciar algunos detalles, pero lo cierto es que los trazos generales de la trama no requieren de referencias previas. En todo caso, solo serviría para confirmar que es peor que el original o que, como mucho, comete los mismos errores que el modelo británico.

Porque lo cierto es que esta nueva versión flaquea en casi todos sus aspectos. Desconozco si es por su intento de ser igual que el original hasta en la planificación (¿de verdad nadie se ha dado cuenta de que eso no funciona?) o simplemente porque el desarrollo dramático no está bien sustentado, pero lo cierto es que este thriller en el que todo un pueblo se ve golpeado por la muerte de un pequeño de 11 años no logra lo que se le presupone a todo thriller, y es una tensión narrativa que aproveche los ganchos de cada episodio para poner el listón un poco más alto. Más bien al contrario, la historia plantea una serie de premisas en su primer episodio, incluyendo a todos los sospechosos que irán pasando por el caso, que se resuelven en función de las necesidades de los creadores, y no de la propia historia.

Y para ejemplo un botón. Que una investigación policial no revise en sus primeros compases las comunicaciones del fallecido con amigos y gente cercana (vamos, que no se apoderen del ordenador y móvil del mejor amigo de la víctima) es algo no solo ilógico, sino que pone al espectador sobre una pista que no se resolverá hasta el final. Esto, en lugar de provocar la tensión dramática que ya explicó Alfred Hitchcock en su libro con Truffaut, lo que genera es cierto tedio, pues los sospechosos van pasando ante los ojos del espectador, quien sabe que los auténticos detonantes del caso policial no apuntan hacia ellos. De ahí que la sucesión de estos 10 episodios se haga excesivamente larga, obligando a una espera innecesaria que podría haberse resuelto de un modo más coherente.

Curiosamente, la resolución final de la serie deja una serie de conceptos dramáticos muy interesantes. La forma en la que se resuelve el crimen, los paralelismos familiares entre un sospechoso y el verdadero culpable, y las implicaciones sociales que tiene la verdad del caso en la pequeña comunidad (pequeña, sí, pero tiene hasta un periódico), dejan un remanente de reflexiones a cada cual más atractiva, desde el concepto de juez, jurado y verdugo que tiene el ser humano ante determinadas situaciones, hasta la repulsa que genera descubrir los secretos más oscuros de aquellos a los que amamos y creemos conocer. Ideas que, por desgracia, solo se explotan en los últimos compases de la trama, dejando para el grueso de la temporada un concepto más tradicional y manido de este tipo de thriller.

Lo que hace un buen reparto… y uno malo

Pero la apuesta dramática de Gracepoint no es lo único que se tambalea en la serie, cancelada después de una temporada. El reparto es igualmente responsable. En líneas generales, los actores seleccionados, sobre todo los principales, han dado sobradas muestras de su capacidad interpretativa en otros trabajos. Sin embargo, una historia como esta, con la carga emocional que conlleva y los conflictos personales que genera, exige otra cosa. No más, ni mejor; simplemente, otra cosa. Y eso es lo que no se consigue, al menos no siempre. Desde luego ni Tennant ni Anna Gunn (serie Breaking Bad) salen mal parados, aunque ambos parecen sometidos a personajes manidos, ya vistos en otras series (incluida la propia Broadchurch).

Quizá lo que menos encaja en el conjunto sea la pareja formada por Virginia Kull (serie Boardwalk Empire) y Michael Peña (Marte), a la sazón padres del pequeño asesinado. Ni su química en pantalla permite hacer creíble la familia formada, ni ellos mismos poseen las herramientas adecuadas para explotar al máximo estos roles. No quiero decir con esto que sean malos actores, sino simplemente que su elección tal vez no hay sido la más adecuada (o no han sido bien dirigidos, que también es posible). Las limitaciones dramáticas de Peña, unidas a la situación que vive su personaje, generan una suerte de contraste que no termina de encajar en el contexto, aunque es justo reconocer que a medida que sus secretos se desvelan adquiere algo, no mucho, de significado.

En realidad, el problema con el reparto está muy relacionado con el principal problema de la serie, que es la forma en que se desarrollan los acontecimientos. En todo momento da la sensación de que la historia debería ir por otros derroteros, abandonados en favor de una teórica necesidad de mantener el suspense en torno a esos tradicionales secundarios que sirven únicamente para distraer al espectador. Esto obliga a los protagonistas a actuar muchas veces en contra de su propia naturaleza, o al menos en contra de aquello que se les presupone. Y si añadimos el hecho de que la trama ofrece información que luego ignora durante la mayoría de los episodios, el resultado es una cierta frustración.

Frustración porque Gracepoint insinúa una muy buena historia detrás del tratamiento, que podría ser algo más de lo que finalmente es. La versión norteamericana de Broadchurch viene a confirmar que los remakes no pueden, en ningún caso, ser iguales que el original, mucho menos en su forma de contar la historia. Posiblemente sea por esto que la serie ha sido cancelada tras su primera temporada, mientras que el original británico ya va por su tercera entrega. Pero el problema no es solo el remake en sí. La ficción no trata como debería los pilares del género, llevando la historia por caminos que muchas veces no parecen ser los correctos. Y eso termina por convertir esta serie en algo convencional, tan correcto como intrascendente.

Diccineario

Cine y palabras