‘El profesor (Detachment)’: la tristeza del maestro sustituto


Habrá quienes, a través de interpretaciones pseudopsicológicas o utilizando puntos de vista sociológicos, hagan una valoración profunda y sesuda de la nueva película del director de American History X, Tony Kaye. Y, desde luego, esta película que recupera la mejor versión de Adrien Brody (Predators), posee un indudable nivel psicológico que daría para un extenso análisis. Sin embargo, y como buena parte de los guiones primerizos que se escriben, peca de cierta falta de desarrollo narrativo para centrarse en los personajes, en sus dudas morales y sus problemas emocionales que da como resultado un extraño experimento que puede gustar o no, pero que no deja insensible a ningún espectador.

El profesor (Detachment) no es una mala película, ni mucho menos. Posee todos los elementos capaces de atraer a aquellos que busquen algo más que tiros, explosiones y humor soez en el panorama actual del cine. A través de sus personajes y de la extraordinaria labor de sus actores, entre los que destacan James Caan (serie Las Vegas), Marcia Gay Harden (Mystic River) y Lucy Liu (Código negro), el film presenta un panorama desolador en un instituto donde el término «alumno problemático» se queda muy corto, si bien al encenderse las luces la duda que reside en el subconsciente es la de saber si los profesores están más desequilibrados que los adolescentes.

En este sentido, el guión de Carl Lund es una crítica feroz y contundente al modelo de enseñanza actual y, en general, al entorno educativo de los adolescentes, tanto a nivel institucional como a nivel familiar. Tal vez el ejemplo más claro se halle en la relación surgida entre el profesor interpretado por Brody y una joven a la que recoge de la calle y que, en cierto modo, toma bajo su tutela como si de una hija se tratara. Una oportunidad que ofrece en mayor o menor medida a sus alumnos, algunos de los cuales lo aceptan (e incluso agradecen) y otros lo malinterpretan, con las nefastas consecuencias que suponen el desenlace del tercer acto.

Con todo, el film no logra ser redondo. El interés por mostrar el mosaico de desequilibrios emocionales y sociales de los adultos y de los jóvenes termina por devorar un posible desarrollo dramático de algunos planteamientos, como la ya mencionada relación entre joven y profesor, o la forma en que los alumnos terminan por respetar a este maestro sustituto que llega a un moribundo centro educativo. Además, las reiteradas reflexiones del personaje hablando a cámara como si de una entrevista se tratara refuerzan esa sensación de estar ante una especie de documental donde se exponen las debilidades de un sistema que prácticamente abandona a los alumnos menos aplicados, y en el que el protagonista trata por todos los medios de ayudar a sus alumnos. Claro que esto queda muy diluido en medio de esa tristeza que parece acompañar constantemente al personaje de Brody, y que acaba por devorar el resto de elementos.

Nota: 6,5/10

Acerca de Miguel Ángel Hernáez
Periodista y realizador de cine y televisión.

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