‘Golda’: todo sigue casi igual


Helen Mirren es 'Golda'.

Tal vez no sea una gran película. Y desde luego, puede que a muchos les resulte algo partidista. Pero la nueva obra de Guy Nattiv (Skin) es más que necesaria en estos días, primero para comprender muchas de las cosas que están pasando en el mundo, y segundo para comprobar que, a pesar de las guerras, los odios y los conflictos, poco o nada ha cambiado en Oriente Medio.

Golda narra desde dentro los acontecimientos durante la guerra del Yom Kipur, y hasta aquí todo se asemeja a cualquier otra película histórica. Todo, o casi todo, porque Nattiv huye de la «facilidad» de mostrar las escenas bélicas. Su punto de vista se centra en la tensión a la que se ve sometida una mujer cuyo país está siendo atacado por dos flancos, y lo hace con la sensibilidad propia de quien quiere ver el otro lado de la barrera, es decir, el dolor de quien tiene que tomar decisiones que ponen en riesgo cientos, miles de vidas. Bajo este punto de vista, la película se convierte en una reflexión sobre cómo se puede seguir durmiendo con el conocimiento de que las decisiones tomadas con distancia sesgan las vidas de jóvenes que, aunque lejanos, pueden afectar a aquellos que tenemos más cerca.

Todo eso a través de los ojos de las mujeres. De hecho, el relato plantea una suerte de dualidad narrativa. Por un lado, la de las mujeres, más cómplice, más sufrida, con el dolor compartido de quien sabe que pierde a su hijo, a su marido, a su padre. Por otro, la de los hombres que integran los altos cargos del Gobierno, mucho más fría, más «militar», casi como si fuesen autómatas para los que los muertos son solo números. El detalle de la protagonista (Helen Mirren –El duque– está de Oscar) apuntando las muertes diarias en su cuaderno personal es, posiblemente, la mejor forma de contar esta diferencia. Con todo, es evidente que la cinta solo cuenta una parte del conflicto (al fin y al cabo, es un biopic, no un documental), algo que puede resultar un tanto opaco a la hora de ver todo el conflicto.

Aunque importa más bien poco. Lo interesante es cómo Golda se acerca a un conflicto que llega hasta nuestros días y, sobre todo, cómo narra el modo en que una mujer se enfrentó a decisiones cuestionables en muchos momentos. Nattiv compone un relato ágil, dinámico, que a pesar de las pausadas escenas atrapa al espectador con una historia apasionante. Y explica, además, cómo pudo ser que Israel, uno de los países con más fama en lo que a espionaje se refiere, pudiera ser pillado por sorpresa en este ataque. Es una película necesaria, como digo, en los tiempos actuales que corren. Pero más allá de eso, es una obra que merece mucho la pena admirar, comprender y analizar.

Nota: 7/10

Los ‘Champions’ tratan de sobrevivir en ‘La sociedad de la nieve’


Estrenos 15diciembre2023

En apenas 15 días estaremos tomando las uvas y celebrando la entrada de un nuevo año, pero en estos pocos días que quedan de 2023 se van a concentrar numerosos estrenos muy interesantes y, sobre todo, muy variados entre los que los espectadores podrán elegir. Y como suele ser habitual en estas fechas, algunos de estos títulos que llegan este viernes, 15 de diciembre, lo hacen ya con nominaciones a los principales premios de los próximos meses.

Comenzamos con la comedia estadounidense Champions, remake del éxito español Campeones (2018). Por si alguien todavía no ha visto la cinta original, la trama tiene como protagonista a un entrenador e baloncesto que, tras una serie de malas decisiones, recibe la orden judicial de dirigir a un equipo de jugadores con discapacidad intelectual. Su rechazo inicial cambiará a medida que conozca a cada jugador, con los que llegará más lejos de lo que nunca imaginaron. Dirigida por Bobby Farrelly (Dos tontos todavía más tontos) dirige esta película protagonizada por Woody Harrelson (Venom: Habrá matanza), Ernie Hudson (Cazafantasmas: Más allá), Cheech Marin (En guerra con mi abuelo), Matt Cook (Yo me encargo de la cerveza), Kaitlin Olson (Arizona), Madison Tevlin (serie Mr. D), Joshua Felder y Kevin Iannucci (En lucha), entre otros.

Y antes de continuar con los estrenos norteamericanos toca hablar de La sociedad de la nieve, drama con coproducción estadounidense, española, uruguaya y chilena que dirige J.A. Bayona (Jurassic World: El reino caído) y que narra la historia real que ya se contó en la película ¡Viven! (1993), sobre los supervivientes del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya que, en 1972, llevaba a un equipo de rugby a Chile. Durante el trayecto se estrelló en el corazón de los Andes, y solo 29 de sus 45 pasajeros sobrevivieron. Atrapados en un entorno hostil, tuvieron que recurrir a medidas extremas para seguir vivos. El reparto de esta película de Netflix que podrá verse por tiempo limitado en salas está encabezado por Enzo Vogrincic (9), Agustín Pardella (Ámbar), Matías Recalt (Ciegos), Esteban Bigliardi (Bigli), Fernando Contingiani (Argentina, 1985), Esteban Kukuriczka (La consagración de la nada) y Rafael Federman (La chica nueva).

Puramente estadounidense es también Camino a Belén, aventura familiar de corte musical que relata la historia del nacimiento de Jesús desde un punto de vista algo diferente, mezclando melodías clásicas con humor, fe y canciones pop. Adam Anders debuta en el largometraje en pantalla grande con esta historia que dirige y coescribe, y en la que cuenta con Fiona Palomo (serie Control Z), Milo Manheim (Zombies 3), Lecrae (Más allá de la esperanza), Antonio Banderas (Uncharted), Joel Smallbone (Priceless), Geno Segers (¡Game Over, tío!) y Omid Djalili (El cascanueces y los cuatro reinos) como principales actores.

La propuesta de terror de la semana es Blood de Brad Anderson, producción estadounidense de 2022 que tiene como protagonista a una enfermera que se muda con sus hijos a la granja de su tía tras divorciarse. La situación empeora cuando el perro del hijo pequeño desaparece en el bosque y, al regresar, ataca al niño. Las heridas sanan, pero el pequeño empeora y poco a poco desarrolla una inexplicable sed de sangre. Brad Anderson (Fractura) se pone tras las cámaras, mientras que en pantalla podremos ver a Michelle Monaghan (Misión Imposible: Fallout), Skeet Ulrich (Escape room), June B. Wilde (A todos los chicos: Para siempre), Erik Athavale (Nadie), Finlay Wojtak-Hissong (En un lugar salvaje), Onalee Ames (Mamá te quiere) y Rodrigo Beilfuss (Intersection).

Estados Unidos y Reino Unido colaboran en Golda, drama histórico de corte biográfico en torno a la figura de Gouda Meir, primera ministra de Israel. Más concretamente, la trama narra los acontecimientos y las arriesgadas decisiones a las que tuvo que enfrentarse durante la Guerra del Yom Kippur en 1973, y con las que decidió el destino de millones de vidas. Dirigida por Guy Nattiv (Skin), la película está protagonizada por Helen Mirren (El duque), Camille Cottin (La casa Gucci), Liev Schreiber (La Crónica Francesa), Zed Josef (MIssiON XVI), Henry Goodman (El amor en su lugar), Olivia Brody y Emma Davies (La boda más odiosa), entre otros.

También es un drama biográfico, en esta ocasión con capital hollywoodiense, Dance first, film dirigido por James Marsh (Rey de ladrones) que aborda la vida de uno de los iconos literarios, teatrales y culturales del siglo XX: Samuel Beckett. La cinta está protagonizada por Gabriel Byrne (Murder at Yellowstone City), Aidan Gillen (Aquellos que desean mi muerte), Sandrine Bonnaire (El sabor de las cosas simples), Maxine Peake (serie Justicia), Fionn O’Shea (Cherry), Caroline Boulton (El insoportable peso de un talento descomunal) y Barry O’Connor (Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones).

Italia y Francia colaboran en La sombra de Caravaggio, drama biográfico de 2022 sobre la figura de uno de los mejores pintores de la historia, pero también un rebelde para la Iglesia Católica. En concreto, la película gira en torno a la decisión del Papa Pablo V de concederle clemencia por haber asesinado a un rival. Michele Placido (7 minutos) dirige y coescribe este film protagonizado por Riccardo Scamarcio (Tres pisos), Louis Garrel (La historia de mi mujer), Isabelle Huppert (Frankie), Micaela Ramazzotti (7 mujeres y un misterio), Tedua, Vinicio Marchioni (Una historia de amor italiana) y Lolita Chammah (Barrage).

En lo que a cine español se refiere, La espera mezcla drama, fantasía y terror cuyo punto de partida es el soborno de un cazador al guarda de una finca. Lo que el guarda considera como un giro favorable del destino se transforma semanas después en un macabro descenso a los infiernos que colapsa toda su vida y pone a prueba su cordura. F. Javier Gutiérrez (Rings) escribe y dirige esta cinta que cuenta con Víctor Clavijo (18 comidas), Ruth Díaz (13 exorcismos), Pedro Casablanc (Polar), Luis Callejo (Érase una vez en Euskadi), Manuel Morón (Malnazidos) y Antonio Estrada (La caída de Alejandra) como principales integrantes del reparto.

También español es el drama La última noche de Sandra M., film ambientado en 1977 cuya trama sigue a una joven actriz de 18 años en plena Transición. Aunque el cine la relega a hacer películas del destape, ella aspira a ser una actriz seria e importante. Sin embargo, un embarazo no deseado pone patas arriba su mundo, y mientras intenta decidir su futuro recibirá las visitas y presiones de la prensa, su mejor amiga y personajes amenazantes. Escrita y dirigida por Borja de la Vega (Mía y Moi), la película está protagonizada por Claudia Traisac (serie Vivir sin permiso), Georgina Amorós (Código Emperador), Núria Prims (Armugán. El último acabador), Nicolás Illoro (Veneciafrenia), Pep Ambròs (42 segundos), Beatriz Arjona (Libertad) y Olaya Caldera (Los europeos).

Drama y romance se juntan en Devoción, producción española que escribe y dirige Rafa Russo (El año de la furia) y que narra los encuentros entre un acusado de homicidio y la mujer que se enamora de él y termina haciendo de su defensa y absolución una cruzada personal. A través de sus encuentros íntimos se irá desvelando la intriga que rodea el crimen. Joaquín Furriel (La corazonada) y Elena Martínez (Hombre muerto no sabe vivir) dan vida a la pareja protagonista.

El cuarto estreno español de esta semana es Negu Hurbilak, drama situado en 2011 con el conflicto en el País Vasco con el telón de fondo. El argumento tiene como protagonista a una joven que trata de huir cruzando la frontera, pero al llegar a Zubieta el tiempo comenzará a difuminarse, los mitos y los conflictos modernos convergerán y esa huida se volverá más laberíntica. Ópera prima del Colectivo Negu, el reparto está encabezado por Jone Laspiur (Maixabel), Anita, Beñardo, Kitxa, Markos y Patita.

Una de las películas más internacionales de la semana es La trenza, en la que colaboran Francia, Italia, Canadá y Bélgica. Dirigida por Laetitia Colombani (Mes stars et moi), quien también participa en el guion que adapta su propia novela, la cinta transcurre en varios puntos del planeta a través de las historias de tres mujeres que, aunque no se conocen y sus vidas son muy diferentes, están unidas por un vínculo muy íntimo y único. Kim Raver (Noche en el museo), Fotinì Peluso (El colibrí) y Mia Maelzer (Beyond the clouds) dan vida a estas tres protagonistas, estando acompañadas en el reparto por Sadja Pathan, Avi Nash (serie The Walking Dead), Manuela Ventura (En la misma onda) y Francesco Marinelli (Non sono un assassino), entre otros.

Desde Noruega nos llega Teddy, la magia de la Navidad, aventura familiar de 2022 cuya premisa de partida es la relación entre una niña y un osito de peluche que resulta estar vivo. Ella desea comprarlo a toda costa en el mercado, pero el muñeco quiere formar parte de una familia rica. Andrea Echerbom (La Navidad olvidada) dirige esta propuesta, que cuenta con un reparto encabezado por Marte Klerck-Nilssen, John F. Brungot (Knerten), Vegard Strand Eide (Dianas bryllup), Gunn Tove Grønsberg, Mariann Hole (Gritt) y Medina Iqbal.

Francia, España y Marruecos colaboran en Splendid Hotel: Rimbaud en África, drama biográfico que dirige Pedro Aguilera (Demonios tus ojos) y que sigue la vida del poeta maldito Arthur Rimbaud, que se ha convertido en traficante de armas en el Cuerno de África. Allí intenta montar una caravana y vender miles de fusiles con el objetivo de ganar el dinero suficiente como para regresar a Francia y vivir en paz. Sin embargo, la espera termina por convertirle en otra persona, superando un punto de no retorno. Damien Bonnard (La grande magie), Patricia Iloki, Prince Higuest Bitsindou Moussounda, Mustapha Rguie y Layachi Lemrabet encabezan el reparto.

También llega a la cartelera española este viernes Godzilla Minus One, que como puede desprenderse de su título, es una nueva película sobre el famoso monstruo. En esta ocasión, esta producción japonesa está ambientada en el país asiático tras el final de la II Guerra Mundial. En un ambiente desolador marcado por las bombas atómicas, Japón entra en crisis cuando el monstruo atómico aparece. Escrito y dirigido por Takashi Yamazaki (Ghost book obakezukan), el film está protagonizado por Ryunosuke Kamiki (Noizu), Minami Hamabe (Yakusoku no Neverland), Yuki Yamada (Los últimos 10 años), Munetaka Aoki (Hokusai), Hidetaka Yoshioka (Fukushima 50) y Sakura Ando (Un asunto de familia).

En lo que a animación se refiere, Hungría, Eslovaquia y República Checa presentan Tony, Shelly y la linterna mágica, aventura familiar con toques de fantasía cuyo protagonista es un niño con una característica única de nacimiento: ¡brilla! Pero su vida no es como podría esperarse: vive escondido en su búnker de mantas en su casa. Días antes de Navidad, una peculiar niña se muda a su edificio y pondrá su mundo del revés en una aventura mágica para descubrir el misterios del edificio. Filip Posivac debuta en el largometraje con esta historia que cuenta con las voces originales de Michael Polák, Antonie Baresová, Ivana Uhlírová (Tátova volha), Matej Hádek (Andel Páne 2), Jana Plodková (Ordinary failures) y Pavel Nový (Krajina ve stínu).

Terminamos con documentales. Absolución de Juan Alfredo Amil es una obra centrada en el propio director de la cinta a partir de la noticia de que una operación rutinaria podría poner en riesgo su vida debido a la obesidad mórbida que padece. Esta película española comienza siendo su forma de combatir el pánico que eso le genera, pero poco a poco se convierte en un testimonio que le permite luchar contra sus viejos demonios personales ante la cámara.

Otro de los documentales es Muyeres, cinta española dirigida y coescrita por Marta Lallana (Ojos negros) que arranca cuando un hombre lo abandona todo para irse a las montañas y preservar así la cultura y la música de las ancianas que allí habitan.

Por último, Alteritats, también española, recoge la voz de diferentes parejas lesbianas de cuatro generaciones y procedencias diferentes. El film, dirigido a cuatro manos por Alba Cros (Las amigas de Àgata) y Nora Haddad (que debuta como realizadora), realiza un recorrido muy íntimo por las vidas de estas mujeres para descubrir lo que es cohabitar en un mundo estructuralmente heterosexual y ser parte de colectivo LGTBIQ+.

Caviezel vuelve a la gran pantalla en un fin de semana con sabor español


Fin de semana de estrenos adelantados debido a la festividad del 12 de octubre. Eso quiere decir que los amantes del séptimo arte podrán disfrutar de las novedades desde hoy miércoles, día 11, entre las que destaca el regreso de uno de los actores más interesantes de los últimos años y, sobre todo, la llegada de numerosas producciones españolas, una de ellas recientemente premiada en San Sebastián.

Pero comencemos este repaso semanal con Sound of freedom, thriller de acción coproducido entre Estados Unidos y México basado en hechos reales. Concretamente, en la historia de un ex agente de Seguridad Nacional estadounidense que lo deja todo para luchar contra el tráfico de niños. Dirigida y coescrita por Alejandro Monteverde (Little boy), la película supone el regreso a la gran pantalla de Jim Caviezel (serie Person of interest), que está acompañado en el reparto por Mira Sorvino (El último trabajo), Bill Camp (Claroscuro), José Zúñiga (Hermanos), Eduardo Verástegui (Superpoli en Las Vegas), Gerardo Taracena (Café con leche) y Gary Basaraba (El irlandés).

Estados Unidos también está presente, en este caso junto a Canadá, en La Patrulla Canina: La superpelícula, nueva cinta que lleva a la gran pantalla a los famosos personajes de la serie de animación. Secuela del film de 2021, la trama arranca cuando un meteorito mágico se estrella en la ciudad y los cachorros de la Patrulla Canina consiguen superpoderes. Todo se complica cuando su archienemigo se une a una científica para robar los superpoderes y convertirse en supervillanos. Cal Brunker, director de La patrulla canina: La película, vuelve a ponerse tras las cámaras, contando para ello con las voces originales de Taraji P. Henson (serie Empire), Kim Kardashian (Ocean’s 8), Marsai Martin (Fantasy football), Mckenna Grace (Cazafantasmas: Más allá), Christian Convery (Jugando con fuego), Chris Rock (Spiral. Saw), Serena Williams (Puñales por la espalda. El secreto de Glass Onion), James Marsden (serie Westworld) y Kristen Bell (La boda más odiosa), entre otros.

Entre los estrenos europeos destaca Al otro lado del río y entre los árboles, drama romántico de 2022 ambientado en la II Guerra Mundial que adapta a la gran pantalla la última novela que Ernest Hemingway publicó en vida. El argumento transcurre en Italia, donde un coronel, auténtico héroe de guerra, debe afrontar la noticia de su enfermedad terminal. A pesar de su aparente indiferencia, un encuentro fortuito con una joven condesa despertará en él la esperanza de una renovación. La directora Paula Ortiz (La novia) es la encargada de poner en imágenes esta historia protagonizada por Liev Schreiber (serie Ray Donovan), Matilda De Angelis (Una librería en París), Josh Hutcherson (Burn), Danny Huston (Objetivo: Washington D.C.), Giulio Berruti (Un desastre de altura), Enzo Cilenti (A descubierto) y Sabrina Impacciatore (Años de perro).

Este fin de semana también llega a las pantallas españolas O Corno, la reciente ganadora del Festival de San Sebastián. Escrita y dirigida por Jaione Camborda (Arima), y con capital español, portugués y belga, esta cinta narra, en clave dramática, la vida de una mujer que se gana la vida mariscando en 1971 al tiempo que ayuda a otras mujeres en sus partes. Un inesperado suceso la obliga a huir y cruzar la frontera, utilizando para ello una de las rutas de contrabando entre Galicia y Portugal. Entre los principales actores encontramos a Janet Novás, Siobhan Fernandes, Carla Rivas (Yo la recuerdo ahora), Daniela Hernán Marchán, María Lado (Kauflanders), Julia Gómez (Los jóvenes amantes) y José Navarro.

Puramente española es la comedia Me he hecho viral, película basada en hechos reales que arranca cuando una joven se hace viral después de que monte un espectáculo durante un vuelo a Polinesia junto a su marido. En el trayecto descubre una infidelidad de él, lo que termina en una discusión que termina causando el pánico en el avión. A su regreso a España descubre que ya no es anónima y que lo ocurrido circula por las redes sociales, siendo conocida ahora como #LaLocaDelAvión. Jorge Coira (Código Emprerador) dirige este film protagonizado por Blanca Suárez (El cuarto pasajero), Nicolás Furtado (Jesús de Nazaret), Enric Auquer (La vida padre), Miguel Rellán (Tiempo después), Cristina Gallego (Poliamor para principiantes), Daniel Fez y Esperanza Guardado (La trinchera infinita).

Polonia, Rumanía y Alemania colaboran en Insensatos, drama de 2022 en torno a una pareja que vive escondida y alejada del mundo en un pequeño pueblo. Ella es 20 años mayor que él, pero esa diferencia no impide que disfruten de una feliz relación desde hace muchos años. Todo cambia cuando ella decide llevar a casa a su hijo en contra de la voluntad de él, lo que pondrá a prueba su amor. Escrita y dirigida por Tomasz Wasilewski (Estados Unidos del amor), la película cuenta en su reparto con Dorota Kolak (El maestro de las fugas), Lukasz Simlat (Furioza), Tomasz Tyndyk (Szatan kazal tanczyc), Katarzyna Herman (Bartkowiak), Marta Nieradkiewwicz (Solid gold) y Agnieszka Suchora (Acción Jacinto).

La cinta más internacional de la semana es Los colonos, película con capital procedente de Argentina, Chile, Reino Unido, Taiwán, Alemania, Suecia, Francia y Dinamarca. Ambientado en la Patagonia del siglo XX, este western colonial aborda el genocidio de Los Selk’nam a manos de colonos británicos, argentinos y chilenos. Felipe Gálvez Haberle debuta en el largometraje con este hecho histórico cuyos protagonistas llevan los rasgos físicos de Alfredo Castro (Las consecuencias), Camilo Arancibia (La vaca que cantó una canción hacia el futuro), Mark Stanley (Sulphur and white), Benjamin Westfall (Araña), Marcelo Alonso (serie Hijos del desierto), Mariano Llinás (El escarabajo de oro) y Sam Spruell (Confinados).

Pasamos ahora a los documentales, entre los que destaca La vida de Brianeitor, cinta española escrita y dirigida por Álvaro Longoria (Tequila. Sexo, drogas y rock & roll) que se centra en el actor que da vida a uno de los personajes de la película Campeonex, de la que es productor. La película aborda cómo este joven con movilidad únicamente en dos dedos por una atrofia muscular degenerativa que padece desde que nació se ha convertido en un fenómeno mundial gracias a las redes sociales, que le siguen como streamer y gamer.

Terminamos con Orlando, mi biografía política, producción francesa cuyo punto de partida es la carta que el guionista y director de la cinta, Paul B. Preciado (quien de este modo debuta como realizador), le escribe a Virginia Woolf un siglo más tarde de la publicación de Orlando, novela en la que el protagonista cambia de sexo en mitad de la historia. El motivo de la misiva es explicarle la vida que lleva este personaje fuera de la ficción.

‘Asteroid City’: el teatro a todo color


Jason Schwartzman y Tom Hanks en 'Asteroid city'

Las películas de Wes Anderson (El gran hotel Budapest) se han convertido en muy poco tiempo en un desafío para el espectador. No solo por su inteligencia, su ironía y su definido lenguaje narrativo, sino por la cantidad de actores y actrices que participan en ellas. Su última obra representa lo mejor de su cine, y lo hace además con una propuesta visualmente fascinante.

Como historia , Asteroid City no es necesariamente una gran obra. Ahora bien, lo realmente interesante del film está en cómo se narra esa historia. El director opta por combinar formatos, tratamientos y tamaños de fotograma para situar al espectador en todo momento en la dualidad de dos universos diferentes: el real y el de la obra de teatro que se representa. Y no es casualidad que el «mundo real» sea en blanco y negro con un formato 4:3, y el «mundo teatral» sea a todo color y panorámico. Dos diseños casi opuestos en los que el director se mueve como pez en el agua dejando algunos planos brillantes y que se graban para siempre en la retina gracias a la característica planificación a la que ya nos tiene habituados, y que en este desierto se potencia gracias a unos decorados tan minimalistas como originales.

Y luego está lo del reparto. Sinceramente, poco se puede decir de la lista interminable de actores que aparecen en la cinta, más allá de que todos y cada uno de ellos disfruta como pocas veces se ve en pantalla de unos personajes que, debido al alto número que hay, están presentes apenas unos minutos en imagen. El compromiso es lo que permite que, aunque sea un momento, sus interpretaciones se recuerden con claridad. Anderson aprovecha esto para poner en marcha una surrealista historia de un grupo de hombres y mujeres perdidos en sus propias vidas y cómo la presencia de un alien trastoca por completo su estancia en un lugar de paso. La frialdad de todos los personajes aporta, además, ese toque irónico a algunos momentos que solo tienen sentido en el mundo Anderson.

Con Asteroid City, Wes Anderson recupera lo mejor de su cine, estableciendo además un lenguaje entre dos mundos cuyos personajes, en más de una ocasión, dan el salto de uno a otro para desarrollar una comunicación interna entre la vida real y la imaginada. De este modo, el espectador asiste a un espectáculo visual único, fresco, cargado de ironía y humor negro que juega en todo momento con la idea de estar ante una representación teatral de la vida misma, o de una vida que se asemeja sospechosamente al teatro. Sea como fuere, si en La Crónica Francesa realizaba su particular homenaje al periodismo, aquí la representación teatral es el epicentro de la trama. Evidentemente, no es para todos los gustos, pero es Anderson en estado puro.

Nota: 8/10

‘La Crónica Francesa’: periodismo, esa hermosa profesión


Los periodistas de 'La Crónica Francesa' afrontan el último número de la publicación.

Que Wes Anderson (Moonrise Kingdom) es uno de los directores más queridos, al menos por los actores, lo demuestra el hecho de que con cada película la lista de intérpretes más o menos conocidos crece. No solo eso, sino que muchos aceptan papeles pequeños, casi anecdóticos, solo por participar en una de sus películas. Y la que ahora nos ocupa, la décima de su carrera, no es una excepción. Eso sí, la obra, como película y como narrativa audiovisual, puede resultar algo… confusa.

En realidad, La Crónica Francesa es una oda al periodismo desde el punto de vista colorido, irónico y ácido tan propio de Anderson, que narra, a través de varias historias, qué se esconde detrás de los últimos artículos de esa revista que da nombre a la película. Historias todas ellas que, con saltos al pasado y al presente, ofrecen al espectador una imagen romántica de la escritura periodística. Todo ello, claro está, con el toque de humor característico y esos escenarios tan irreales y, a la vez, tan únicos. Con todos estos personajes, periodistas y protagonistas de las historias que escriben, el director construye un relato poco lineal que parece mostrar, ante todo, el caos que se esconde tras el orden que sí aporta la publicación escrita. Y lo hace con su particular lenguaje audiovisual, cargado de diferentes estilos narrativos y formatos, desde el blanco y negro hasta la animación, pasando por un uso muy particular de los subtítulos y, cómo no, ese único uso del color que ha construido ese Universo Anderson.

Eso sí, aquellos que quedaron fascinados con El gran hotel Budapest (2014) no van a encontrar en su nueva película en imagen real una obra tan completa. Los amantes del cine del director, desde luego, disfrutarán del film, pero la cinta posee muchos altibajos en su ritmo narrativo. Posiblemente el hecho de narrar diferentes historias, con personajes tan dispares y sin relación entre sí, sin un protagonista claro con el que identificarse, impide al espectador sumergirse en el mundo fílmico como sí lo hace en otras obras del director. Además, el guion, a pesar de la originalidad que presenta y del dinamismo que imprime el director, no logra que todas las historias tengan el mismo interés, provocando altibajos en un relato que debería haber sido más uniforme. Es el riesgo que suelen tener este tipo de obras, aunque eso no implica que no sean recomendables.

Y desde luego, La Crónica Francesa es muy recomendable. Como cualquier película de Wes Anderson, estamos ante una obra diferente, fresca, con una mirada ácida y crítica del mundo que nos rodea. Momentos como la presentación de unas obras de arte en un manicomio, la confrontación entre estudiantes y policía a través de una partida de ajedrez o toda esa historia policíaca para hablar sobre un cocinero son sencillamente brillantes en su concepción y en su ejecución. Y todos ellos, como decía al comienzo, cuentan con un plantel de actores tan extenso que se convierte casi en un juego para identificarlos, sobre todo a aquellos que aparecen apenas unos segundos.

Nota: 7/10

‘Ray Donovan’ cierra su violenta espiral en una 7ª temporada final


Lo cierto es que nadie lo esperaba. Ray Donovan nunca ha sido una serie que haya acaparado millones de seguidores ni innumerables premios, pero su calidad narrativa, dramática y de producción hacía que siempre estuviera entre las nominadas a casi todo. Sin embargo, ha sido cancelada tras una séptima temporada que, es cierto, cierra la espiral de violencia planteada durante todos estos años, pero todavía deja muchos cabos sueltos que, lamentablemente, ya nunca podrán resolverse.

Estos últimos 10 episodios de la ficción creada por Ann Biderman (serie Southland) no solo abordan cómo la familia protagonista vive sus peores momentos, sino también el origen de toda una violencia y un mundo de autodestrucción a través de esos maravillosos flashbacks sobre la juventud del personaje que ya ha inmortalizado Jon Voight (La búsqueda: El diario secreto), verdadero motor de todos los conflictos y puntos de giro de la temporada y, en cierto modo, de la serie. Pero ante todo, la temporada vuelve a abordar la moralidad de los actos del protagonista, aunque con un matiz que no es menor: ahora sus acciones tienen un impacto no solo en su familia más cercana, sino en prácticamente todo el universo dramático de la serie. Y me explico. A diferencia de lo que ocurría en etapas anteriores, ahora el protagonista interpretado por Liev Schreiber (La quinta ola) -¿para cuando un premio para este actor?- está completamente solo, sin la protección de ningún mecenas y expuesto a personajes sin los escrúpulos que tiene él. De ahí que se vea obligado a afrontar situaciones nunca antes vistas, policía incluida.

La introducción en la trama de este matiz convierte la séptima y última temporada de Ray Donovan en una carrera contrarreloj en la que el espectador es capaz de ver cómo se aproxima la tragedia. Así como en etapas anteriores el drama se apoderó de la historia hasta impregnar prácticamente cada plano, aquí la dualidad entre el bien y el mal, la toma de decisiones y el carácter de los personajes impactan de lleno en el desarrollo de la trama principal hasta redefinirla sobre la marcha en varias ocasiones. A esto se suman varias historias secundarias que, esta vez sí, no solo tienen una vida propia lejos de la protagonizada por Raymond Donovan, sino que su impacto en el conjunto de la serie es tal que deja un final de violencia y muerte que afecta de lleno a cada uno de los personajes. Lo cierto es que el final de la temporada deja abierto todo un mundo de posibilidades, amén de señalar el camino del interesante arco dramático de muchos personajes, en especial el interpretado por Kerris Dorsey (Don’t tell Kim), cuya evolución a lo largo de la serie, y en esta etapa final en especial, ha sido de las más interesantes de toda la producción, pasando de convertirse en una joven idealista a una mujer que comprende, acepta y desarrolla su papel como miembro de la familia.

Antes de finalizar este apartado, es necesario destacar el tratamiento que los creadores de la serie dan a los secundarios de la familia. El viaje existencial del hermano interpretado por Eddie Marsan (The Gentlemen: Los señores de la mafia) ahonda aún más, si cabe, en su complejidad psicológica, marcada por su enfermedad y sus sentimientos encontrados con respecto a su familia y a sí mismo. Pero en esta temporada adquieren incluso más relevancia el resto de hermanos, golpeados por los actos del padre y por sus malas decisiones, consolidando la idea que se ha planteado siempre durante toda la serie acerca del camino que siempre toman estos personajes, incluso cuando se pone ante ellos la posibilidad de hacer lo correcto. Mención especial merece el personaje de Graham Rogers (serie Quantico), rol que nunca ha parecido encajar en la familia y que viene a representar la conciencia olvidada de todos y cada uno de los integrantes del clan Donovan. Su final es tan trágico como previsible por la falta de recorrido a la que estaba llegando, pero eso no impide sentir cierta lástima por un papel al que se termina cogiendo cariño.

Pasado y presente sin futuro

Aunque sin duda, lo más relevante de esta temporada de Ray Donovan, y lo que la hace diferente a todo lo visto anteriormente, es que resuelve el acontecimiento del pasado que ha marcado el devenir de los personajes de un modo u otro. Me estoy refiriendo, por supuesto, a la muerte de la hermana del clan Donovan, mencionada prácticamente en cada etapa y que, por fin, se aborda de frente. Y como no podía ser de otro modo, lo hace con un flashback sencillamente magistral, en el que no solo se analizan los motivos por los que se produce la muerte, sino la desestructuración de una familia abocada al crimen y la ausencia de un padre que siempre ha sido un criminal de tres al cuarto manipulado, despreciado y traicionado por el resto. Comprender el modo en que empezó todo no solo ahonda en los conflictos familiares del protagonista con su padre, sino que permite apreciar mucho mejor los matices de la personalidad tan sobria del rol de Schreiber, amén de conocer sus inicios en el mundo del crimen.

La serie aprovecha su habitual estructura narrativa para generar el paralelismo necesario entre pasado y presente, incluso sabiendo que no existe un futuro más allá del episodio 10 de esta temporada final. Al igual que ha ocurrido en otras etapas, un encargo es el detonante de la acción principal en estos capítulos, aunque con un matiz. En esta ocasión el encargo procede del hombre que le introdujo en el mundo del crimen. La narración en paralelo permite al espectador conocer tanto las diferencias como las similitudes que vive el protagonista, pero también genera algo que nunca antes se había visto en la serie: todas las tramas están relacionadas a través de ese motor dramático que es la presencia de la familia (socia y enemiga al mismo tiempo) que, en cierto modo, ha marcado el devenir de casi todos los personajes. A diferencia de lo ocurrido años antes, las historias, en mayor o menor medida, están condicionadas por las traiciones, los secretos y los errores del pasado. Esto, lejos de implicar la historia, la engrandece, pues el espectador tiene acceso a un hecho contado pero nunca mostrado anteriormente.

Todo ello haciendo frente a las consecuencias de sus actos en la anterior temporada, lo que eleva el grado de complejidad no solo de la trama principal, sino de los personajes. En cierto modo, esta séptima temporada se antoja como conclusión de muchas historias, pero también abre la puerta a muchos otros tratamientos nuevos que se van a quedar sin desarrollar. El final tan impactante con el que se cierra esta etapa deja una sensación incómoda, necesitando saber el siguiente paso de una lucha que, como plantean estos episodios, va a extenderse más allá en todos los sentidos, tanto en tiempo como en personajes. Sí es cierto, y es algo que hay que mencionar, que la serie deja a un lado a algunos personajes que, en mayor o menor medida, han tenido un impacto significativo en la trama, pero independientemente de que pueda gustar más o menos, es un signo claro de que la historia evoluciona manteniendo, a pesar de todo, su esencia más pura.

¿Y cuál es esa esencia? La séptima y última temporada de Ray Donovan posiblemente sea la mejor respuesta. Violencia, familia, los pecados del pasado, las traiciones y la muerte son el pan nuestro de cada día de unos personajes (todos ellos extraordinarios) que buscan su felicidad y conseguir una vida mejor por la vía rápida, sufriendo las consecuencias del fracaso constante. Tan solo el protagonista que da nombre a la serie parece comprender que el camino es otro, pero dado que ha crecido y vive en un mundo al margen de la ley, siempre termina por verse envuelto en una espiral de crimen (cuando no la inicia él mismo, claro está). La inesperada conclusión de la serie deja muchos interrogantes, y este es sin duda su mayor debilidad, pero también es, posiblemente, una de las etapas más completas, complejas e interesantes de estos siete años.

‘Ray Donovan’ toca fondo en una espiral autodestructiva en su 6ª T.


La evolución de Ray Donovan en su tratamiento dramático podría dar libros enteros de análisis cinematográfico. Desde el crecimiento de sus personajes hasta el modo en que los conflictos, sin cambiar demasiado, hacen avanzar la trama por terrenos de lo más interesantes, la serie creada por Ann Biderman (Enemigos públicos) da un nuevo giro en su sexta temporada, después del impacto dramático que tuvo la anterior etapa. Y es un giro en todos los sentidos, incluyendo el escenario en el que se desarrolla la acción. Pero a pesar de todo, nada parece cambiar en el mundo de este personaje.

Y esta es, precisamente, una de las claves de su calidad dramática. A pesar de todas las vicisitudes por las que pasa el rol interpretado por Liev Schreiber (La quinta ola), y de que el argumento evoluciona considerablemente en distintos niveles, existe una sensación de quietud casi permanente motivada, entre otros motivos, por ese carácter casi impertérrito del protagonista. Su modo de afrontar los problemas le convierten en una suerte de versión moderna de esos héroes del cine clásico capaces de enfrentarse a los mayores villanos sin mover un músculo. E incluso en esto, esta etapa que ahora analizamos también supone un cambio.

Cambio que llega de la mano del acontecimiento de la quinta temporada que lo cambió todo. En cierto sentido, estos 12 episodios de Ray Donovan se pueden entender como un viaje del héroe a los infiernos, tanto internos como externos. Un nuevo escenario (Nueva York) que perfectamente puede entenderse como un purgatorio de cemento, asfalto y metal en el que expiar unos pecados y una culpa que le torturan. La presencia de nuevos personajes no hace sino acentuar esa sensación de necesidad de devolver a una senda correcta (al menos todo lo correcta que puede permitirse este personaje) la historia de Ray, a pesar de que sus propias decisiones siempre tienden a llevarle por mal camino. Si a esto se suman los ya conocidos secundarios y sus respectivas historias, nos encontramos ante una etapa de auténtica redención, una etapa en la que todos los personajes, o al menos los principales, tocan fondo en una espiral autodestructiva que parece no tener fin.

Para terminar con el análisis del viaje del héroe, es importante señalar que esa dualidad de impresiones (el cambio dramático y la narrativa estática) se debe precisamente a un recurso narrativo muy interesante. La serie no avanza porque el protagonista se vea obligado a resolver nuevos retos que le lleven, a su vez, a plantear nuevas preguntas. Más bien, el personaje de Schreiber se mantiene impasible ante los nuevos conflictos, tendiendo una y otra vez a actuar siempre del mismo modo. Entonces, ¿cómo hacer que una historia evolucione? En el caso que nos ocupa, ello se debe a que con cada paso que da el héroe se va conociendo un poco más de su pasado y de su personalidad. Esto, a su vez, permite al espectador adquirir nueva conciencia de las motivaciones, los deseos y los miedos del protagonista. Y esto ofrece un punto de vista diferente de las secuencias. Incluso en una temporada como esta, en la que Donovan llora o se angustia por sus hijos, tiende siempre al pétreo rostro, por lo que la trama busca y encuentra otros caminos dramáticos para sostener la historia.

La familia es lo primero

Pero la evolución dramática también llega por otros derroteros. La sexta temporada de Ray Donovan también presenta una mayor independencia de los personajes secundarios. Independencia coherente y esperada, por otro lado, ya que el daño generado por las decisiones del protagonista no permitía por más tiempo una conexión directa de los personajes de esta serie. Por ello, se ha reforzado muchas de sus historias, haciéndolas más interesantes o, al menos, más sólidas. Para ello, y aprovechando todo el trabajo previo, Biderman construye todo un universo ajeno al rol de Schreiber, casi como si fuera ajeno a una realidad que está ante sus ojos. Soy consciente de que es un concepto buscado tanto en el tratamiento como en el desarrollo de personajes, por lo que solo puede calificarse de éxito.

Con todo, y si es necesario poner algún «pero» a esta serie, hay que señalar que algunas de estas historias secundarias quedan definidas por trazos excesivamente gruesos. La distancia puesta entre el protagonista y el resto de su familia hace que algunas de esas historias se narren con secuencias que son casi flashes visuales, planteando únicamente los puntos dramáticos necesarios para sostener la historia principal. Los que más sufren este fenómeno son los dos hijos, interpretados de nuevo por Kerris Dorsey (Don’t tell Kim) y Devon Bagby (Broken ghost), y su ayudante (Katherine Moennig –Sin rastro-), esta última quedando relegada casi a un punto de apoyo a utilizar cuando es conveniente para enrevesar la trama.

La impresión general, sin embargo, es de una espiral autodestructiva general, cuyo motor principal es el propio Ray y que tiene como potenciadores de daño a la familia que le rodea. Esto evidencia no solo la temática general de estos 12 capítulos, sino la necesidad de hacer que todos los personajes toquen fondo de un modo u otro para impulsar la historia hacia otras cotas dramáticas. Ejemplos claros son los de los personajes de Eddie Marsan (Atómica) y Dash Mihok (Car dogs). No quiere decir esto que vaya a haber una renovación completa, pero posiblemente sí que la situación de algunos personajes cambie, e incluso que el argumento pueda dar un giro sin que resulte inverosímil. Lo que en todo caso parece claro es que la familia seguirá siendo lo primero, y que Ray Donovan mantendrá ese carácter adusto, frío y un poco distante que le ha llevado a perder todo lo que tenía, ya sea real o figuradamente.

Y lo que también está claro es que Ray Donovan está sabiendo evolucionar, adaptarse a nuevas situaciones y mantener en ese proceso su espíritu. Su sexta temporada llega después de un importante cambio en el que los personajes secundarios dieron un paso al frente. Ahora, estos episodios demuestran que la trama tiene espacio para dar cabida a todos los miembros de la familia Donovan, cada uno con sus historias y cada uno influyendo en el desarrollo dramático de los demás. Puede que alguno tenga más peso que otro, que algunos arcos argumentales sean más débiles que otros, pero eso es inevitable en una ficción con tantos personajes. Lo importante es que todos suman para, en el caso que nos ocupan, narrar ese viaje a los infiernos, esa senda de autodestrucción. Y lo importante es que con todo ello la serie sigue manteniendo el alto nivel que presenta desde sus inicios.

‘Spider-Man: Un nuevo universo’: el spider-verso en todo su esplendor


Desde aquella lejana Spider-Man 2 (2004) el superhéroe más icónico de Marvel no había vuelto a tener una incursión que uniera a crítica y público. Por ello esta nueva aventura, alejada de lo visto hasta ahora y con un diseño novedoso y rompedor, supone un soplo de aire fresco tanto para los fans del trepamuros como para aquellos que simplemente quieran pasar un par de horas de entretenimiento. Aunar ambos universos es tarea complicada, pero este nuevo universo en el que conviven un puñado de «Spider-Men» lo logra con nota.

Porque ante todo, Spider-Man: Un nuevo universo es una obra que entretiene, divierte y apasiona. Con un guión muy elaborado y unos personajes perfectamente definidos, la trama se desarrolla de forma coherente manejando en todo momento los elementos que definen a este personaje: la culpa, la responsabilidad, proteger al inocente, … Los seguidores del héroe que no conocieran este spider-verso encontrarán una obra sencillamente apasionante que explota al máximo las posibilidades narrativas que ofrece la agilidad, el humor, la acción y la espectacularidad de este personaje en sus numerosas versiones.

Pero es que, además de un guión más que notable para este tipo de films, la cinta ofrece una animación diferente, fresca, capaz de trasladar el cómic a la gran pantalla y hacerlo con un toque personal. Esta apuesta rompedora por un tratamiento visual único en el que, por ejemplo, el sentido arácnido alcanza su máxima expresión, o las peleas adquieren un toque muy, digamos, onomatopéyico, no solo no resta credibilidad al conjunto, sino que convierte al film en algo más que lo visto hasta ahora, en una especie de cómic en movimiento que no suele verse en pantalla, sea en imagen real o en animación. Desde luego, el diseño de personajes, de la ciudad de Nueva York y de ese multiverso arácnido es brillante, estando acompañado de una música que encaja a la perfección y, por supuesto, de un guión que plantea los giros dramáticos y las motivaciones de héroes y villanos de forma seria, sobria y sin ningún tipo de cortapisas.

Spider-Man: Un nuevo universo se revela como una de las mejores películas de superhéroes, y desde luego una de las mejores con el hombre araña como protagonista. Y lo es porque conjuga todos sus elementos de forma equilibrada, sin concesiones de ningún tipo y manejando las claves de la historia de este personaje con elegancia y maestría. De hecho, la sensación de culpabilidad y los remordimientos del protagonista son el motor de una historia en la que un héroe no solo debe salvar el mundo, sino al resto de héroes. Al contrario de lo que pudiera parecer, la trama no tiene una gran complejidad, pero sí el punto exacto para que el espectador no pueda perderse ni un segundo de esta sobresaliente película.

Nota: 9/10

‘Ray Donovan’ muestra la importancia de los secundarios en su 5ª T.


En líneas generales, Ray Donovan es una serie más que notable. Dramáticamente intensa, con un reparto espléndido y unas tramas sólidas, esta serie creada por Ann Biderman (Smila: Misterio en la nieve) es un claro ejemplo de que una buena ficción, sea en cine o televisión, siempre deberá sustentarse en los mismos principios antes mencionados. Pero por si esto no fuera suficiente, la quinta temporada es todo un ejercicio digno de estudiar en las clases de guión. Los 12 episodios que conforman esta etapa demuestran que toda historia, para ser completa, necesita de unos secundarios extraordinarios.

La trama de esta temporada viene a confirmar, además, algo que se intuía desde el comienzo de la serie: que el personaje de Paula Malcomson (Los juegos del hambre) era la piedra angular no solo de las interacciones entre personajes, sino del desarrollo dramático y de los conflictos que han nutrido a esta ficción desde sus primeros episodios. El modo en que Biderman trata a este personaje y toda su línea argumental en esta etapa es sencillamente perfecto, alternando pasado y presente sin más indicaciones que los personajes y sus diferentes representaciones físicas. Eso, y el impacto que tiene en el protagonista, un Liev Schreiber (El caso Fischer) inmenso al que los Globos de Oro, un año más, han dejado de lado en los premios (suma cinco nominaciones seguidas por este papel).

Precisamente el modo en que estos dos personajes afrontan el conflicto es lo que genera el contraste dramático y la profundidad emocional a la que posiblemente sea la mejor temporada de la serie. A través de flashbacks, el relato compone un puzzle del que hace partícipe al espectador, que más allá de los problemas laborales de Donovan debe prestar especial atención a los saltos temporales constantes en cada episodio. El arco argumental, por tanto, se nutre a cada paso, jugando con precisión con la información que tiene el espectador. Se genera de este modo un suspense único, una intriga por conocer los detalles de lo acontecido y narrado en el primer episodio de esta etapa de Ray Donovan. Y mientras algunas cosas se desvelan con cierta celeridad, otras se antojan casi un misterio que reta al espectador a resolverlo antes de verlo en pantalla.

Un delicado equilibrio que tiene como principal problema la debilidad del resto de tramas secundarias, amén del tratamiento que se da a algunos de los personajes habituales de la serie. Empero, y aunque de esto hablaremos más adelante, es importante señalar que a pesar del protagonismo del personaje de Schreiber, cada temporada ha tratado de poner el foco sobre alguno de los miembros de la familia Donovan. En mayor o menor medida, cada bloque de episodios ha narrado la historia con un secundario diferente como apoyo dramático a los problemas laborales del protagonista, idea que culmina de forma apabullante en esta quinta temporada y que obliga a plantearse no solo cómo continuará la trama sin un rol clave, sino si será capaz de superar el pico dramático de esta etapa.

Problemas secundarios

Como decía antes, uno de los problemas de Ray Donovan en esta tanda de episodios es la debilidad de las tramas secundarias que tienen poco o nada que ver con el epicentro dramático de la acción. A diferencia de anteriores temporadas, donde todo tenía una mejor y mayor integración, en estos 12 capítulos la relevancia y la intensidad de los principales acontecimientos obligan a quitar tiempo de desarrollo a otras historias, que se convierten casi en un trasfondo narrativo para enmarcar el arco argumental principal, siendo utilizadas solo como apoyo en determinadas ocasiones y, eso sí, aprovechadas para plantear conflictos dramáticos para la sexta temporada.

Uno de los casos más curiosos es el de los hijos, interpretados por Kerris Dorsey (Moneyball: Rompiendo las reglas) y Devon Bagby (Broken Ghost). Por un lado, en esta temporada se ha intentado integrar más en la trama a la joven, introduciéndola de lleno en la historia principal y siendo, en cierto modo, motor de cambio de muchas de las secuencias a lo largo de los episodios. En este sentido, ha venido a sustituir al rol de Malcomson como el contrapunto femenino a una historia eminentemente masculina. Pero por otro, el papel del adolescente ha tomado una deriva cuanto menos cuestionable. El personaje parece alejarse cada vez más del interés dramático de la serie, y eso queda más que patente en las situaciones en las que se le ubica. No solo no tienen un nexo de unión claro con el resto del argumento, sino que podrían interpretarse como una forma sutil y progresiva de dejarle fuera de esta ficción definitivamente. Habrá que ver si se le intenta integrar en un futuro cercano o si, por el contrario, se convertirá en un personaje episódico que aparezca cuando sea necesario un apoyo dramático.

Aunque lo más interesante ocurre con el rol de Jon Voight (Más allá). Si durante todas las temporadas anteriores ha sido un punto de inflexión en la historia, un contrapunto a medio camino entre la comedia y el drama para la trama principal, en esta quinta temporada su influencia parece haber quedado en un segundo plano. Su arco argumental, aunque sigue siendo el contrapunto cómico de la serie, se aleja mucho de la influencia que sí tuvo en etapas previas. Tanto que camina de forma paralela durante buena parte de la temporada, siendo integrada en el resto únicamente para explicar algún matiz del pasado o, y esto es sumamente importante, para sentar las bases de los nudos dramáticos que están a punto de venir, y que a todas luces volverán a tener el conflicto padre-hijo como telón de fondo.

Cómo será que el mundo de Ray Donovan ha sido sacudido desde sus cimientos que ni siquiera la trama relacionada con su trabajo que habitualmente tiene un peso específico más que notable en esta quinta temporada solo sirve para plantear la trama principal y para generar ciertas situaciones anómalas en la vida del protagonista. Y todo ello es, ni más ni menos, porque lo relevante en esta temporada de inflexión es la vida personal de este fascinante personaje. Cómo cambia su día a día, las relaciones con hermanos, hijos y resto de la familia y, sobre todo, la fragilidad de un hombre aparentemente irrompible ante la pérdida del amor de su vida, por mucho que durante toda la duración de la serie se haya podido poner en duda. En cierto modo, esta ha sido la temporada más humana y más íntima de toda la serie, ofreciendo una faceta del héroe nunca antes vista. Personalmente, ha sido la mejor etapa de toda la ficción a pesar de ciertas irregularidades en el contexto dramático y en los secundarios. A partir de ahora se abre un nuevo escenario que revitaliza una serie que, en realidad, no necesitaba ningún empujón para seguir siendo uno de los productos más frescos, dinámicos, apasionantes e interesantes de la televisión.

4ª T. de ‘Ray Donovan’, o cómo llevar al límite a un personaje


Familia y crimen, más unidos que nunca en la cuarta temporada de 'Ray Donovan'.Los seguidores de Ray Donovan habrán apreciado que la serie creada por Ann Biderman (serie Southland) suele separar de forma más o menos clara los problemas familiares del protagonista con sus «problemas laborales». Ya en la tercera temporada comenzó a cambiar esta dinámica, y en los 12 episodios que conforman su última etapa televisiva dicho cambio no solo continúa, sino que parece confirmarse con un viaje a los infiernos del rol interpretado magistralmente por Liev Schreiber (Spotlight).

En efecto, la fusión de tramas que comenzó en los anteriores capítulos adquiere en esta nueva temporada un cariz mucho más violento y dramático, enfocando el trabajo narrativo hacia la creación de una única trama principal con ramificaciones secundarias, en lugar de diversas tramas con influencias sobre la historia protagonista. El resultado de todo ello es un mundo mucho más rico e interconectado en el que las decisiones de cada personaje tiene relevancia, al menos, para el antihéroe de esta historia. Pero también, y eso es quizá lo más interesante, genera consecuencias para todos ellos, incluyendo las últimas incorporaciones de roles secundarios.

La ingeniería narrativa de Ray Donovan, por tanto, alcanza un nuevo nivel, más sofisticado y complejo, confirmando la evolución de esta más que notable serie. El viaje del protagonista a lo largo de los episodios se revela como una suerte de epifanía con la que llega a comprender que ha abandonado su verdadera naturaleza. Y lo más curioso es que la temporada comienza, precisamente, con un Ray Donovan que parece haber encontrado el camino correcto para salir de la espiral de violencia en la que está sumergido.

Pero como decimos, este viaje no sirve únicamente para descubrir que el personaje de Schreiber no podrá cambiar, sino para comprender que trabajo y familia están íntimamente ligados, algo que siempre se ha intuido a lo largo de la serie pero que ahora toma forma. Y esto se consigue gracias, sobre todo, a una evolución de los acontecimientos narrados en la anterior temporada, es decir, tomando como punto de partida algo ya conocido por el espectador; una continuidad que dota de una mayor entidad a la serie, que por cierto alcanza unas cotas de violencia bastante inusitadas en una ficción ya de por sí bastante agresiva.

Entre boxeadores anda el juego

En esta evolución, sin embargo, la cuarta temporada de Ray Donovan tiene sus más y sus menos. El carácter integrador de su narrativa se sustenta en algunas historias secundarias que podrían considerarse, cuanto menos, excesivamente largas. Desde luego, el ejemplo más claro es el del boxeador y su relación incestuosa con su hermana. La forma en que se aborda esta trama, al menos narrativamente hablando, resulta excesivamente circular, volviendo sobre el único conflicto una y otra vez sin que nunca llegue a resolverse, como si fuera necesario alargar su presencia en la historia hasta el final de la temporada.

Si bien es cierto que se adorna con diversos conflictos menores, y que de hecho permite a la serie reformular algunos de sus conceptos dramáticos, sobre todo los que tienen que ver con la familia Donovan y la relación entre el protagonista y el hermano interpretado por Eddie Marsan (La verdad duele), el tratamiento dado tanto a la historia como a los secundarios que la protagonizan resulta un tanto incongruente en tanto en cuanto se repite el conflicto en demasiadas ocasiones, dando además soluciones temporales que se antojan similares, muy similares.

El otro ejemplo, aunque en esta ocasión menos evidente, es el de la historia protagonizada por Jon Voight (Más allá). En esta temporada, más que nunca, su personaje parece fuera de órbita de la trama principal. De hecho, los acontecimientos de este desarrollo no parecen tener mucho impacto en las secuencias más relevantes. Pero solo lo parece, porque de hecho la función de esta línea argumental es la de acercar posturas entre el protagonista y su padre, ahondando la serie en el concepto familiar que resulta fundamental en su concepción. Sí es cierto que el regreso una y otra vez a los mismos errores de este personaje pueden antojarse un recurso algo manido después de cuatro años, pero la realidad es que, por un lado, permite hacer evolucionar la historia, y por otro cuenta como epicentro con uno de los actores más en forma de la serie, por no hablar de un personaje que termina por hacerse querer.

En cierto modo, Ray Donovan logra en esta cuarta temporada la que posiblemente sea la mejor historia de la serie, demostrando que todavía tiene margen de crecimiento. La búsqueda por parte de sus creadores de una nueva fórmula que aúne los dos pilares fundamentales de la serie en un único desarrollo dramático augura un futuro brillante si se trata de forma coherente y sin perderse en la necesidad de concesiones dramáticas, algo que por otro lado no parece propio de esta ficción. Es raro encontrar una serie capaz de mejorar temporada tras temporada incluso con sus posibles errores, y Ray Donovan es de esos raros productos.

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