‘Star Wars: El ascenso de Skywalker’: un final dominado por el miedo


Algo ha cambiado en la saga ‘Star Wars’. En 42 años es normal que la forma de hacer cine, los efectos especiales y las historias evolucionen. Pero no se trata de eso. No sé si será, como muchos defienden, por la influencia de Disney y sus parámetros morales y éticos. En cualquier caso, esta tercera y última entrega de la, a su vez, última trilogía del arco argumental de Skywalker, tiene todo lo bueno y todo lo malo de una historia que ya forma parte de la cultura popular.

Y puede que esto sea lo más perjudicial para Star Wars: Episodio IX – El ascenso de Skywalker. La cinta bebe constantemente de las referencias y el universo cinematográfico que ha dejado durante estas décadas George Lucas. Prácticamente cada plano, cada secuencia, cada diálogo, hace referencia a diferentes momentos de la saga, por no hablar de la presencia de personajes inolvidables. En cierto modo, la cinta dirigida por J.J. Abrams (Super 8), con su habitual habilidad narrativa pero sin la emoción que sí tuvo en el Episodio VII, es un viaje a la nostalgia, un recorrido por todo aquello que hace de Star Wars algo único. El viaje de la protagonista en busca de sus orígenes al tiempo que aprende los secretos de los jedi posiblemente sea lo mejor de la cinta, amén de unas batallas tan espectaculares como bellamente ejecutadas.

El problema de la película llega en su tercio final, y es ahí donde más se nota la mano Disney. Si el desarrollo de la historia, con ciertos altibajos, en líneas generales contiene los suficientes elementos para resultar atractivo (la lucha de la protagonista contra su lado oscuro, los orígenes secretos, el enfrentamiento con su antagonista en los restos de la Estrella de la Muerte, …), la resolución del arco dramático es sencillamente nefasta. Dejando a un lado la justificación que trae de vuelta al Emperador Palpatine, el tercer acto del film tiene más puntos de giro que el la resolución de Romeo y Julieta, con el problema añadido de introducir en este mundo de fantasía un exceso de milagros y poderes. Tanto giro argumental, tanto final en falso, provoca una sensación de conclusión forzada, obligando a los personajes a unas decisiones y actuaciones que simplemente no son creíbles. Eso por no hablar de los cambios en algunos personajes secundarios de toda la saga y de un beso final que… pues eso, mejor no hablar de ello.

Y es una pena, porque la película, en líneas generales, contiene los suficientes elementos como para haber sido, al menos, una notable entrega de la saga. Pero al igual que a los personajes, a sus responsables parece dominarles el miedo. La mano de Abrams se nota en prácticamente cada aspecto. Sus constantes referencias a momentos del pasado, cierto toque de humor, un lenguaje audiovisual dinámico que hace avanzar la acción sin descanso. Todo ello se aprecia y se disfruta. Pero la película no sabe como terminar, y lo que es peor, lo hace con unas concesiones que poco o nada tienen que ver con la tradicional saga galáctica, haciendo un flaco favor a lo que se había construido hasta ahora. De haber sido más directa y más sincera, de haber tenido menos miedo, posiblemente estaríamos ante una película a la altura de las anteriores.

Sin embargo, lo que nos encontramos es una amalgama de décadas de cine. En Star Wars: Episodio IX – El ascenso de Skywalker hay oscuridad, hay lucha de la heroína contra su dolor y su ira, hay grandes batallas espaciales, hay aventura, incluso se demuestra que del lado oscuro de la fuerza también se puede salir. Todos ellos, además de detalles como el control mental o las voces de personajes pasados, están muy presentes en la cinta de Abrams. Pero a medida que se acerca a su final se pierde en su propio homenaje, incapaz de encontrar una salida digna que, con todo, se maquilla con ese final que explica definitivamente el título de la película. Se puede decir que pierde parte de la esencia de este universo cinematográfico y parte de la magia con la que han crecido generaciones. Puede mejorarse, desde luego, pero eso no quiere decir que no se pueda disfrutar.

Nota: 6,5/10

‘Rogue One: Una historia de Star Wars’: pues eso, una historieta


Los rebeldes tendrán que robar los planos de la Estrella de la Muerte en 'Rogue One: Una historia de Star Wars'El recorrido de Star Wars a lo largo de los años ha sido sumamente irregular. Habrá quien defienda hasta sus últimas consecuencias esta saga, pero lo cierto es que la calidad dramática y narrativa de las siete películas hechas hasta ahora no siempre ha estado a la altura. El nuevo intento de expandir el universo galáctico creado por George Lucas con films que complementen la línea argumental principal (y que recauden más dinero, que eso nunca está mal) es producto de esa irregularidad.

Posiblemente el gran problema de Rogue One: Una historia de Star Wars sea precisamente ese, que es una historia. Y más o menos previsible, sobre todo para los fans. Y dado que es algo conocido pero relativamente nuevo, todo en ella genera esa sensación. Desde el clásico comienzo de la saga hasta la música, pasando por personajes y decorados, el desarrollo de la trama contiene referencias constantes a aquel primer film clásico, incluyendo la recuperación de dos actores en formato digital. El problema es, precisamente, dicho desarrollo. La cinta, aunque no pierde el tiempo con desvíos narrativos innecesarios, sí tiende al tedio en muchos momentos debido a unos diálogos que, por desgracia, dan vueltas sobre los mismos conceptos.

Y desde luego, Gareth Edwards (Monsters) no es George Lucas o J.J. Abrams, y eso se nota. Si bien es cierto que la batalla final, a medio camino entre el espacio y la playa, es uno de los mejores momentos (junto a los cinco minutos en los Darth Vader demuestra su poder), el director no es capaz de mantener el pulso narrativo con la solidez que cabría esperar. Asimismo, es incapaz de librarse de la sensación de estar ante una trama autoconclusiva, con personajes cuyo futuro está limitado a los títulos de crédito finales. Es algo que los fans, casi con toda probabilidad, esperan, pero eso no significa que el resto de espectadores no puedan sorprenderse con algún que otro giro argumental.

Lo que desprende Rogue One: Una historia de Star Wars es, precisamente, la sensación de un producto que podría haber sido mejor de lo que es. Parece más bien un homenaje necesario para recuperar el recuerdo de los acontecimientos ocurridos en aquel film de 1977 (y de algunas de la segunda trilogía) que una película independiente con vida propia. Todo en ella está pensado para encajar con lo narrado en esa primera película, ya sean personajes como ideas (la esperanza se repite varias veces a lo largo del metraje), y eso, si no se desarrolla con algo de amor propio, tiende a convertirse en un lastre para cualquier película.

Nota: 6,5/10

‘Star Wars: El despertar de la fuerza’: una segunda esperanza


Daisy Ridley y John Bodega toman el testigo en 'Star Wars: El despertar de la fuerza'.Si algo hay que reconocerle a J.J. Abrams (Super 8) es su facilidad y capacidad para crear puros entretenimientos sin una fisura en su desarrollo. Por eso su elección para la nueva entrega de la saga Star Wars era tan esperada, y por eso no ha defraudado. Más allá de que sea mejor o peor que los visto en los últimos años en el universo creado por George Lucas (THX 1138), lo más notable es que recupera el espíritu no solo de la saga original, sino de toda la primera trilogía.

El comienzo de esta tercera trilogía se revela, por tanto, como un entretenimiento con mayúsculas, como un ejercicio de fantasía en el que la acción y la historia se equilibran para crear un espectáculo que pocas veces puede verse en una gran pantalla. Star Wars: El despertar de la fuerza tiene todo lo que podría pedírsele a este tipo de films, incluyendo un nuevo robot tan entrañable como R2-D2. E incluyendo uno de esos spoilers que pueden generar un cierto impacto en los seguidores. Pero independientemente de todo eso, la trama se desarrolla por caminos conocidos para explorar un futuro plagado de posibilidades, que deja los suficientes interrogantes como para justificar dramáticamente una continuación.

Todo ello no quiere decir que la cinta sea perfecta, ni mucho menos. Precisamente ese espíritu de los primeros films es lo que también convierte a esta nueva entrega en un constante recuerdo, en una especie de homenaje modernizado de secuencias, de ideas y de personajes. En este sentido, la película se autolimita al no querer aventurarse fuera de los cánones establecidos, y utilizando para ello las herramientas que ya han funcionado y que están contrastadas. A esto se sumaría un villano sin la presencia de Darth Vader y algún que otro personaje sin la fuerza suficiente como para tirar de la historia en próximas películas.

Pero a pesar de todo, Star Wars: El despertar de la fuerza es una espléndida cinta de aventuras, fantasía y acción. Una película hecha por un fan para los fans, que recupera el tono perdido por la segunda trilogía y que combina nuevas generaciones con los personajes que han convertido a esta historia en lo que es hoy en día. Tiene debilidades, por supuesto, pero la sensación final que deja en el espectador es la de una cinta notable. Eso, y las ganas de que llegue la continuación que ofrezca algunas respuestas a los principales interrogantes.

Nota: 8/10

Y la fuerza despertó…


Estrenos 18diciembre2015Ya está aquí. El estreno más importante de este 2015, y posiblemente el más esperado de los últimos años, aterriza en los cines de toda España (y de todo el mundo) para, literalmente, arrasar con todos los récords habidos y por haber. O al menos esa es la intención. Pero contrariamente a lo que pudiera parecer, este viernes, 18 de diciembre, también llegan otras novedades que, en otro contexto y con otro rival enfrente, sin duda habrían tenido mayor trascendencia.

A diferencia de otros fines de semana, Star Wars: El despertar de la Fuerza es claramente el estreno más importante del fin de semana. Séptima entrega de la saga que da inicio, a su vez, a una nueva trilogía y a un numeroso grupo de spin off, algunos basados en personajes míticos de la serie iniciada hace casi 40 años por George Lucas (American Graffiti). De la mano de J.J. Abrams (Star Trek: En la oscuridad), este nuevo film transcurre 30 años después de los acontecimientos de El retorno del Jedi (1983), centrándose en dos jóvenes personajes cuyos destinos se cruzarán para luchar contra una nueva amenaza llamada Primera Orden, cuya intención es retomar la herencia del Imperio destruido en aquel film. Nuevos enemigos, nuevos jedi y viejos personajes se dan cita en una aventura galáctica que trata de revitalizar una saga cuya última trilogía ha dejado con un sabor de boca agridulce. Y para ello nada mejor que unir en un único reparto a viejos conocidos como Harrison Ford (El secreto de Adaline), Carrie Fisher (Maps to the stars), Mark Hamill (Kingsman: Servicio secreto), Anthony Daniels (Yo compré una moto vampiro) y Kenny Baker (U.F.O.), con nuevas estrellas como Daisy Ridley (Scrawl), John Boyega (Imperial dreams), Adam Driver (serie Girls), Domhall Gleeson (Invencible), Gwendoline Christie (serie Juego de tronos), Oscar Isaac (serie Show me a hero), Simon Pegg (Misión: Imposible – Nación secreta), Andy Serkis (El amanecer del Planeta de los Simios), Lupita Nyong’o (12 años de esclavitud) y Max von Sydow (Shutter Island).

Entre el resto de títulos que deberán sufrir el dominio galáctico destaca Sufragistas, drama de corte biográfico e histórico que narra la lucha de las mujeres en la Inglaterra previa a la I Guerra Mundial para lograr la igualdad con los hombres. Una igualdad en el trabajo y en sus vidas que se radicalizó ante la ineficacia de las protestas pacíficas que muchas integrantes de la clase trabajadora llevaron a cabo. Sarah Gavron (Brick Lane) es la encargada de poner en imágenes esta defensa de los derechos de la mujer, contando para ello con un reparto más que notable: Meryl Streep (Agosto), Carey Mulligan (Lejos del mundanal ruido), Helena Bonham Carter (Cenicienta), Ann-Marie Duff (Circuito cerrado), Brendan Gleeson (Al filo del mañana), Ben Whishaw (Skyfall) y Romola Garai (Los últimos días en Marte).

También es interesante Invisibles, lo nuevo de Richard Gere (El fraude). Producida en 2014 y dirigida por Oren Moverman (Rampart), la historia gira en torno a un hombre que, cada vez más desesperado, ha perdido todo lo que una vez definió su vida. Sin un lugar a donde ir, vaga por las calles de Nueva York como un sin techo más, tratando de sobrevivir y de encontrar cobijo cada noche. La única luz de esperanza se presenta en forma de un hombre con el que entabla amistad y que le permite creer que puede retomar la relación con su hija, de la que se distanció hace tiempo. Jena Malone (The wait), Kyra Sedgwick (serie The closer), Steve Buscemi (serie Boardwalk Empire) y Ben Vereen (Tapioca) completan el reparto.

Desde Reino Unido llega 45 años, drama romántico que adapta un relato corto de David Constantine en el que una pareja se prepara para celebrar sus 45 años de matrimonio. Pero lo que se prevé como una fiesta para conmemorar el amor se ve truncada cuando el hombre recibe la noticia de que el cuerpo de su primer amor ha sido encontrado en un glaciar entero e intacto. Andrew Haigh (Weekend) dirige esta propuesta protagonizada por Charlotte Rampling (Joven y bonita), Tom Courtenay (El cuarteto), Geraldine James (serie Utopía), Dolly Wells (Franklyn) y Richard Cunningham (El abuelo que saltó por la ventana y se largó).

También procede de las islas británicas Hiena: el infierno del crimen, thriller dramático producido en 2014 escrito y dirigido por Gerard Johnson (Tony) cuya trama gira en torno a un policía cuyo instinto y facilidad para equilibrar corrupción y eficacia siempre le han mantenido a salvo. Sin embargo, cuando los bajos fondos de Londres empiezan a ser controlados por una banda de peligrosos albaneses el hombre deberá afrontar que su estilo de vida necesita adaptarse a los nuevos tiempos. El reparto está encabezado por Stephen Graham (El topo), Neil Maskell (Open Windows), Elisa Lasowski (Somers town) y Peter Ferdinando (Convicto).

En cuanto al documental, Carlos Saura (Tango) escribe y dirige Zonda: folclore argentino, que como su título indica se adentra en la música del país sudamericano para explicar el pasado, el presente y el futuro de este pueblo y su cultura. Luis Salinas, Jaime Torres y Horacio Lavandera son algunos de los artistas que se dejan ver en la obra.

Los conceptos atemporales de ‘Star Wars’ que la convierten en clásico


'Star Wars', la obra que cambió la forma de entender la ciencia ficción.Las madres fueron ayer el centro de atención de todo el planeta. La verdad es que no debería ser así, pero el caso es que todos aprovechamos para demostrar un poco más el amor por la mujer que nos dio la vida. Pero ayer, 4 de mayo, también es el día elegido por los fans de La guerra de las galaxias (1977) para celebrar no solo el estreno del film, sino la creación de todo un universo que ha supuesto un antes y un después. El motivo de elegir este día no es otro que la frase más famosa de toda la saga (y una de las más importantes que ha dado el cine): «que la fuerza te acompañe». Ésta, en su versión original, dice así: «may the force be with you». El comienzo de dicha frase tiene una pronunciación muy similar a «may the forth», o lo que es lo mismo, cuatro de mayo en inglés. Dos más dos son cuatro, nunca mejor dicho. El caso es que, aprovechando este día de todos los fans galácticos, no está de más revisar un clásico que, como decimos, supuso un punto de inflexión.

Soy consciente de que no voy a descubrir la rueda ni nada por el estilo con lo que aquí se mencione, pero no está de más hacer hincapié en algunos de los aspectos que convirtieron esta obra en lo que es prácticamente desde su estreno. Y desde luego lo más básico y principal es su tono, diametralmente opuesto a lo que por entonces se entendía por ciencia ficción. De hecho, esta historia acerca de un joven granjero espacial que debe huir de su hogar para salvar su vida, rescatar a una princesa y salvar la galaxia combina magistralmente la sencillez dramática del western más clásico con la complejidad técnica de una cinta espacial. En muchos círculos se la considera un western estelar, y no en vano prácticamente todos los elementos que en ella se desarrollan poseen, en mayor o menor medida, un sabor a Far West deliberado y acertado.

Con todo, personalmente considero que lo más interesante que puede aportar Star Wars (la película, no la saga) es el mundo imaginado por su director y creador, George Lucas (American Graffiti). Siguiendo en cierto modo la estela de otro pilar básico de la ciencia ficción como es Star Trek (1966), la cinta enlaza con naturalidad las diferentes tramas, mundos y criaturas para crear un todo familiar y lógico para el espectador. Familiar porque, al fin y al cabo, todo lo que se narra en pantalla podría extrapolarse a cualquier situación (un joven cuya familia es asesinada, la lucha contra una tiranía, una princesa en apuros, un villano atemporal, …), y lógico porque el desarrollo dramático que aporta Lucas se mueve siempre por sendas relativamente sencillas, sin grandes complicaciones visuales o conceptuales.

Esto deriva en una libertad absoluta de la cinta en su conjunto para convertirse en una obra de aventuras atemporal, capaz de comprenderse, atraer y generar expectación en cualquier época, después de los visionados que sean e, incluso, aprendiéndose de memoria las características de cada personaje, aparato o planeta que en ella aparecen. Es ese carácter aventurero y, en cierto modo, carente de los más tradicionales pilares de la ciencia ficción lo que aporta Lucas al género. Otro cantar sería su labor como director, algo mediocre. Sé que esto generará no pocos comentarios críticos, pero no hay más que mirar su trabajo para comprobar su calidad artística en este campo. Claro que más de uno mataría por haber hecho «solo» lo que él ha hecho.

Unos personajes memorables

Evidentemente, el otro gran acierto del film son sus personajes. Dejando a un lado su magistral e indescriptible banda sonora a cargo de John Williams o la sencillez y eficacia de sus efectos visuales (algo que se ha perdido, todo sea dicho, con la llegada de la tecnología digital), son los protagonistas los que soportan la mayor parte del peso, sobre todo en esta primera película. Una vez expandido el universo y creada una legión de fans a su alrededor, los personajes fueron perdiendo fuerza al mismo tiempo que los efectos fueron ganando presencia (el resultado fue esa cosa llamada Jar Jar Binks en Star Wars. Episodio I: La amenaza fantasma), pero en esta primera aparición su definición sobre el papel y la labor de sus actores es tan imprescindible como espléndida.

En este sentido, hay que señalar el acierto de Lucas al escoger los actores acordes a sus personajes, y no me refiero a su físico. Desconozco si fue algo consciente o simplemente se alinearon los astros, pero la verdad es que elegir para los jóvenes protagonistas (personajes que son nuevos en el mundo galáctico que se abre ante ellos) a actores casi desconocidos fue una idea que, a la larga, se ha revelado soberbia. Mark Hamill (La furia del viento), Harrison Ford (El poder del dinero) y Carrie Fisher (Shampoo) apenas habían tenido apariciones en series de televisión y alguna tv movie. Por el contrario, los roles más veteranos del film, aquellos que hacen las veces de maestros que deben abrir las puertas a la guerra en la que se introducen los anteriores, corren a cargo de veteranos como Alec Guinness (El puente sobre el río Kwai) y Peter Cushing (Drácula). Este contraste entre la familiaridad de unos y la novedad de otros permite al espectador identificarse, aunque sea de forma subconsciente, con unos roles que se adentran en este mundo y descubren sus propios destinos al mismo tiempo que él, lo que provoca un vínculo mucho más fuerte que el que habrían creado actores más conocidos.

Claro que, como siempre se dice, un buen villano es lo que sostiene a cualquier película. Y posiblemente la obra de Lucas tenga al mejor villano de la Historia del cine. Darth Vader, interpretado por David Prowse (La naranja mecánica) y con la voz en la versión original de James Earl Jones (Conan, el bárbaro), logra lo que muchas veces es imposible con un personaje cuyo rostro pueda traicionarle. Gracias a su máscara y a esa estructura semirrobótica de su cuerpo sus decisiones y su crueldad adquieren tintes mucho más desagradables de lo que podría esperarse, demostrando una vez más que no es necesaria una sobreactuación o una violencia exagerada para crear inquietud y fascinación. El hecho de que a lo largo del film se revele como el autor de la muerte del padre del protagonista, amén de enemigo vital del personaje de Guinness, no hace sino agrandar su figura como el auténtico personaje a batir, como el villano por antonomasia cuya derrota adquiere tintes heróicos y trágicos al mismo tiempo. Por si fuera poco, su figura logró agrandarse con la primera de las continuaciones, El imperio contraataca (1980), gracias al giro trágico de su historia. Pero ya llegaremos a eso.

De lo que no cabe duda, ya seamos apasionados de la historia o detractores de la misma, es que La guerra de las galaxias es uno de esos films atemporales, imprescindibles para cualquier persona que se considere cinéfila y, porqué no, para cualquiera a la que le guste el cine en general. Sus personajes, el tono poco convencional de su trama, sus efectos visuales, su inmortal banda sonora. Todo en ella no solo ha soportado bien el paso del tiempo, sino que ha ganado enteros frente a las secuelas, algunas más mediocres que otras, que ha generado. George Lucas puso la primera piedra para un fenómeno que, si nos atenemos a lo que ocurrió más allá del aspecto cinematográfico, solo él supo ver. Ahora sus fans los celebran cada cuatro de mayo, y el cine podrá continuar descubriendo las aventuras de Skywalker y compañía en la próxima película dirigida por J.J. Abrams (serie Fringe). Una vez más, «que la fuerza te acompañe» sonará en las salas de todo el mundo.

La épica y la música se funden en las composiciones de John Williams


En 1916, el compositor inglés Gustav Holst terminaba una obra que ha sido clave para el desarrollo de buena parte de la música de cine posterior. Los Planetas supone todo un referente en lo que a la música de cine fantástico y épico se refiere. Algo más de 60 años después, otro compositor, en este caso de Nueva York, revolucionó este mismo mundo gracias a unas partituras que, ante todo, ponían de manifiesto el carácter aventurero y dinámico de las imágenes a las que acompañaba. Nos referimos a John Williams, cuya carrera, si bien ha estado ligada a la de dos importantes directores, contiene algunas de las mejores piezas de la historia del cine.

Dichos directores, sobra decirlo, son George Lucas y Steven Spielberg, cuyos films posiblemente habrían carecido de la fuerza que han adquirido con los años sin la música del compositor. Star WarsEn busca del arca perdidaTiburónE. T., el extraterrestreParque Jurásico, … Todas ellas forman parte tanto de la historia visual como de la musical. Y eso es gracias, precisamente, a una falta de protagonismo inicial que convierten a Williams en uno de los más inteligentes y sutiles músicos del séptimo arte. Así, mientras otras bandas sonoras tienden a imponerse sobre la imagen (o, directamente, a resultar innecesarias), el responsable musical de Sleepers opta por acompañar a la imagen potenciando el contenido narrativo de la misma. La grandiosidad de los planos generales, la épica de los combates o el suspense de un animal que ataca sin ser visto ni odio son solo algunos de los ejemplos.

Pero, como decimos, su obra va más allá de estos dos directores. Comenzó su carrera componiendo principalmente para televisión, ya fueran series o películas, pero ya entonces pudo hacerse cargo de la música de algunas de las series más míticas, como La isla de Gílligan o Perdidos en el espacio. Aunque alternó algunos trabajos en el cine, no sería hasta ShockLos rateros, ambas en 1969, que comenzaría a dedicarse casi en exclusiva para el cine, llegando uno de sus primeros grandes trabajos con otro título clásico del cine épico: La aventura del Poseidón (1972).

La música de Williams ofrece, en cada una de sus notas, un componente grandioso que, aunque lo intentan, no lo consiguen otros compositores. De hecho, terminan por resultar excesivamente familiares, y todo porque el compositor de Loca evasión (1974) ha dejado un legado en vida tan rico como completo, estableciendo los parámetros básicos para dotar de épica y fuerza cualquier aventura, ya tenga carácter fantástico o no.

Excesivamente similares

Quizá sea este elemento uno de los que puede haber jugado en su contra. Y es que, así como su aportación a los diferentes géneros es incuestionable, su papel fundamental a la hora de definirlos musicalmente le ha llevado en algunos momentos a utilizar notas y partituras que poseían demasiados puntos en común. No es de extrañar que cualquier persona que desconozca su música o, simplemente, no esté interesada en el cine comercial (o el cine en general) pueda llegar a confundir los temas de films diferentes.

Sin embargo, dicho fenómeno termina por resultar un elemento menor en su dilatada carrera, y queda absolutamente eclipsado al comprender el carácter potenciador, explicativo e incluso revelador de su música. Una música, por cierto, que a medida que pasa más tiempo se identifica más fácilmente, y no porque sea siempre lo mismo. Más bien al contrario. Su capacidad para entender lo que transmite el director, su fantástica orquestación con los metales de viento y las cuerdas como elementos principales, y su ingenio para poner en sonido las emociones que subyacen en diálogos, reacciones o eventos permite pensar aquello de «esta música es de Williams» cuando se ve una película.

Por no hablar de los temas principales de las películas en las que trabaja, auténticas piezas de coleccionista capaces de transmitir en unos pocos minutos todo el repertorio de emociones que se desarrollarán a lo largo del film, así como plasmar el alma de la historia o el carácter del personaje. Prueba de ello es, por ejemplo, Superman (1978) o sus recientes aportaciones a War HorseLas aventuras de Tintín. El secreto del Unicornio.

A continuación os dejamos algunas de sus composiciones más famosas, aquellas que le han convertido en el padre de la épica, la aventura, el misterio o la ciencia ficción musicalmente hablando.

Star Wars (1977)

 Superman (1978)

En busca del arca perdida (1981)

Guerras del pasado y del futuro se disputan la taquilla


Febrero comenzó algo flojo en cantidad de estrenos y, a tenor de la recaudación obtenida por los mismos, también en el interés generado. Eso podría cambiar mañana con un conjunto de películas que, desde un punto u otro, se prevén cuanto menos interesantes. Nombres como Spielberg, Lucas, Washington o Watling aparecerán en los títulos de crédito a partir del viernes.

El estreno más esperado será el de War Horse (Caballo de batalla), la nueva propuesta de Steven Spielberg en imagen real sobre la amistad de un joven y un caballo cuyos caminos se separan por la I Guerra Mundial, donde el animal participa. Protagonizada por nombres conocidos como Emily Watson (Rompiendo las olas), David Thewlis (saga Harry Potter) o Benedict Cumberbatch (el Sherlock televisivo), el peso del relato recae sin embargo en un desconocido, Jeremy Irvine, de la serie Life Bites. Drama, tensión y amistad en un relato basado en la novela de Michael Morpurgo y cargado de emoción con el inconfundible e imprescindible sello Spielberg que, a buen seguro, arrancará más de una lágrima a los espectadores.

El otro gran evento no es un estreno como tal. Star Wars. Episodio I: la amenaza fantasma vuelve a las pantallas de cine, esta vez en 3D. George Lucas pone a disposición de los fans y de las nuevas generaciones el origen de Darth Vader en la que ha sido la entrega más floja de las seis. Naves espaciales, sables de luz, carreras de vainas y luchas que gracias a la nueva tecnología se espera ganen nuevos adeptos y ofrezcan algo nuevo al resto.

Ryan Reynolds (Enterrado) y Denzel Washington se ponen a las órdenes del sueco Daniel Espinosa, poco conocido por estos lares, en El invitado, un relato de intriga y acción donde el intérprete de Malcolm X se mete en la piel de un agente de la CIA renegado que, tras vender secretos militares al mejor postor, es capturado y ocultado en un piso franco custodiado por Reynolds, y donde ambos serán atacados por mercenarios. Acción, persecuciones y mucha adrenalina en un film entretenido y palomitero.

La cuarta en discordia es una española, Lo mejor de Eva, una historia de intriga y erotismo protagonizada por Leonor Watling y Miguel Ángel Silvestre sobre una jueza con un pasado poco conocido que entabla una relación con el novio de una víctima de asesinato cuyo caso debe sentenciar. Un thriller dirigido por Mariano Barroso e inspirado en cintas como Instinto Básico que no parece haber convencido en sus primeros pases.

El resto de los estrenos se completan con producciones europeas, dos francesas y una alemana. El país vecino presenta Declaración de guerra y The Frech Kissers. La primera, dirigida y protagonizada por Valérie Doncella, narra la historia de una pareja que debe hacer frente a la enfermedad de su hijo para lograr superarla. La segunda, que llega con casi tres años de retraso, cuenta cómo un joven de instituto, poco agraciado y en la media intelectual, vive con la idea de salir con una chica hasta que descubre que la más guapa de su centro está por él…

Three, estrenada a finales de 2010, expone en tono tragicómico las relaciones de pareja a tres bandas en el Berlín actual a través de la historia de una pareja que comienza a mantener una relación sexual con un hombre más joven hasta que la mujer se queda embarazada sin saber quién de los dos hombres es el padre.

La larga lista de estrenos se cierra con otra propuesta española, esta vez de animación. Papá, soy una zombi es el título de esta comedia donde todo tipo de criaturas sobrenaturales aparecen en el camino de Dixie, una joven que aprende a madurar y a enfrentarse a los problemas de la vida a través de un viaje por el mundo de los no muertos.

Los remakes de Hollywood dejan paso a los reestrenos en 3D


Desde hace algunos años, Hollywood ha basado buena parte de sus estrenos en hacer nuevas versiones de películas propias ya estrenadas o de producciones europeas, asiáticas y bollywoodienses que fueron un éxito en sus respectivos países. Muchos han aprovechado este fenómeno para atacar a la industria cinematográfica más potente del mundo argumentando una falta crónica de ideas nuevas. ¿Qué dirán todos ellos ahora que desde Estados Unidos van a desembarcar, como si de una invasión se tratara, revisiones de películas archiconocidas pasadas por el filtro tridimensional?

Mañana, día 9 de febrero, los fans de la saga galáctica más famosa de la historia tendrán la oportunidad de revivir el primer episodio en 3D. George Lucas ha decidido estirar un poco más si cabe el fenómeno Star Wars y ofrecer las aventuras de Anakin Skywalker y Obi-Wan Kenobi en una nueva experiencia. Y es que el estreno de La amenaza fantasma sólo es el comienzo, pues existe previsión de que las otras cinco entregas también vuelvan a disfrutar de estreno en pantalla grande. La pregunta que cabe hacerse es si dicha tecnología beneficiará o perjudicará a la historia. Evidentemente, las nuevas es más que probable que disfruten de una renovada vida, pero… ¿y las antiguas?

Cabe recordar que toda película estrenada con formato 3D sin haber estado rodada con esa tecnología ha fallado, pues el efecto no termina de cuajar, lo que provoca una respuesta en contra y distrae de lo verdaderamente importante: la historia. James Cameron aseguró en su momento que esto no es más que una herramienta más, pero los productores han visto en ello un filón económico sin precedentes, pues la gente está dispuesta a pagar unos euros más por ver cómo algo parece salir de la pantalla. Claro que tiene que estar bien hecho.

Por cierto, que si Star Wars logra su objetivo de reponer todas las entregas en 3D, la película original será el film más antiguo en utilizar esta tecnología, lo que podría dar pie a nuevos reestrenos si tiene éxito. ¿Se imaginan la carrera de cuadrigas de Ben-Hur atropellando al respetable? Sólo faltaría que saliéramos todos huyendo como ocurrió con los hermanos Lumière y su llegada del tren.

Disney no pierde comba

Pero el ejército imperial no es el único que volverá a pisar las salas de cine. Disney ya ha anunciado una batería de películas que pretende reestrenar bajo la denominación 3D. De hecho, hace algunas semanas inició el proceso con El rey león. Muchas de las películas forman parte de su época con Pixar, por lo que integrar la tridimensionalidad será, a priori, más sencillo.

Y es que desde que surgió esta moda del 3D las películas que más aceptación han tenido han sido, a excepción de Avatar, las de animación (la película de Cameron se podría considerar dentro de esta categoría), posiblemente porque gracias al ordenador es más fácil controlar tanto a los personajes como la profundidad de campo requerida para que el efecto se aprecie.

De este modo, clásicos y éxitos como Buscando a Nemo o Monstruos S. A. son algunos de los títulos que en los próximos meses llegarán a las salas de cine de todo el mundo. Eso sí, para apreciar la novedad serán necesarias unas gafas especiales.

Falta de originalidad o no, lo cierto es que el 3D parece invadirlo todo. Pero como pasó cuando se implantó el cine sonoro, muchas de las producciones simplemente se hacen para mostrar el efecto sin valorar la historia. Sólo cabe esperar la reacción del público ante esta avalancha de estrenos. Al fin y al cabo, es él el que tiene la última palabra.

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