‘El coro’: sentirse bien con la voz de los ángeles


Photography By Myles AronowitzSalir con malas sensaciones de una película como la que dirige François Girard (Seda) es muy complicado, casi imposible. Historias como estas están diseñadas para gustar, para que el espectador se sienta a gusto consigo mismo y con los que le rodean. Es, en pocas palabras, una feel-good movie. Ahora bien, todo lo que tiene de positivo también juega en su contra. El secreto está en lograr el equilibrio.

¿Y qué equilibrio es ese? Bueno, el que convierte a una obra tolerable en una tortura sin justificación. En películas como El coro suele sustentarse en el grado de autocompasión que desprenden los personajes, en su definición y en la dulzura que desprenden. Demasiada cantidad puede terminar por matar la trama. Pero lo que nos encontramos en esta cinta protagonizada por Dustin Hoffman (Tootsie) no tiene demasiado de nada. De hecho, mide muy bien sus tiempos, sabiendo encontrar el espacio en cada nota, en cada canto, para que los personajes puedan desarrollarse mínimamente.

A esto se suma, cómo no, la voz de sus protagonistas, sobre todo la de Garrett Wareing, primera película que hace y en la que demuestra un don incomparable. Su aportación al film, aunque bastante limitada por el tono musical, es capaz de plantar cara a la de otros actores con unos cuantos años de experiencia más. En su contra juega una historia demasiado plana, previsible y tópica, con roles que no se salen del pentagrama y con situaciones que recuerdan poderosamente a otras películas.

Pero hay que ser realistas. El coro no está planteada para sorprender ni para marcar un nuevo hito en este tipo de dramas. Es, simple y llanamente, una película que llena el alma, que permite disfrutar de un rato distraído, y que desde luego nos hace sentir bien. Pedirle más no sería justo, porque tampoco lo exige. Tan solo pide que nos deleitemos con las angelicales voces de estos niños cantores. Y eso siempre reconforta.

Nota: 5,5/10

‘Cuatro Fantásticos’ al rescate de un anciano ‘Mr. Holmes’


Estrenos 21agosto2015Fin de semana muy interesante el que comienza hoy. Y no lo digo por su principal estreno, uno de los reinicios superheróicos más interesantes del año, sino por la cantidad de estrenos y, sobre todo, por el atractivo que estos tienen, ya sea por reparto, por la trama o, simplemente, por la diversión que ofrecen. Comedia, drama, intriga y ciencia ficción se dan cita hoy viernes, 21 de agosto, para tratar de revitalizar una taquilla que ha ido cuesta abajo en las últimas semanas.

Y a pesar de la relevancia de muchos estrenos, el más importante es Cuatro Fantásticos, nuevo intento por llevar al cine a la familia de superhéroes más famosa de Marvel, después del fallido proyecto iniciado hace ahora 10 años. Con un carácter más juvenil y un tono, a priori, más oscuro, la historia narra de nuevo los orígenes de estos cuatro personajes ahora convertidos en cuatro jóvenes inadaptados que viajan a una dimensión desconocida en compañía de un quinto compañero. En el viaje algo sale mal y cuando regresan sus cuerpos han cambiado de formas asombrosas, otorgándoles poderes inimaginables. Sin embargo, al tiempo que descubren sus propios límites deberán hacer frente a la amenaza que han traído consigo en el cuerpo y la mente de su quinto acompañante. Dirigida por Josh Trank (Chronicle), la película está protagonizada por Miles Teller (Whiplash), Kate Mara (serie House of cards), Jamie Bell (Snowpiercer), Michael B. Jordan (Red tails), Toby Kebbell (El consejero) y Tim Blake Nelson (Matar al mensajero).

Una de las propuestas más interesantes es Mr. Holmes, adaptación de la novela de Mitch Cullin que, a su vez, toma como base al famoso detective creado por Arthur Conan Doyle. La trama sitúa al protagonista en su vejez, ya retirado de su profesión y dedicado a la apicultura. A pesar de que mantiene una mente brillante la senilidad empieza a afectar a su razonamiento. Por eso cuando el hijo de la mujer que cuida la casa, que tiene en Sherlock a una figura paterna, decide investigar un antiguo caso sin resolver, el anciano encontrará un motivo para salir de su retiro. Bill Condon (El quinto poder) dirige esta película protagonizada por Ian McKellen (X-Men: Días del futuro pasado), Milo Parker (Robot overlords), Laura Linney (Crónica de un engaño), Hiroyuki Sanada (Lobezno inmortal) y Patrick Kennedy (La conspiración de noviembre).

Aunque si de nombres conocidos se trata, la palma se la lleva Vacaciones, comedia gamberra protagonizada por Ed Helms (R3sacón) que nace como secuela de Las vacaciones de una chiflada familia americana (1983) y cuya trama se centra en el hijo del protagonista de aquel film. Adulto y con una familia a su cargo, su intento de pasar unas vacaciones con su mujer y sus hijos en el lugar que recuerda con más cariño generará situaciones de lo más surrealista. Dirigida a cuatro manos por John Francis Daley y Jonathan M. Goldstein, ambos debutantes en el largometraje, la cinta cuenta en su reparto con Christina Applegate (Los amos de la noticia), Chevy Chase (Pequeños grandes héroes), Beverly D’Angelo (Bounty killer), Chris Hemsworth (Thor), Michael Peña (Ant-Man), Charlie Day (Cómo acabar con tu jefe), Leslie Mann (Si fuera fácil), Norman Reedus (serie The walking dead) y Colin Hanks (serie Fargo).

También es atractivo el reparto de Cut bank, thriller policíaco de 2014 cuyo argumento comienza cuando un joven ex atleta de 25 años decide irse del pueblo más frío de Estados Unidos (y que da nombre al film) en el que ha vivido toda la vida. Sus intentos por alejarse de la vida que siempre ha conocido le llevarán a tomar decisiones que cambiarán no solo su vida, sino la de todos los habitantes. Matt Shakman, director habitual en series como RevengeThe Good Wife, es el encargado de poner en imágenes esta historia protagonizada por Liam Hemsworth (El poder del dinero), Teresa Palmer (Memorias de un zombie adolescente), John Malkovich (Red 2), Billy Bob Thornton (El juez), Bruce Dern (Nebraska) y Michael Stuhlbarg (serie Boardwalk Empire).

En cuanto a los estrenos europeos, destaca por encima de todos la francesa Amar, beber y cantar, última película de Alain Resnais (El año pasado en Marienbad) que fue rodada pocos meses antes de que el director falleciera. Adaptación de una obra de Alan Ayckbourn, la película se centra en un grupo de teatro amateur que es sacudido por la noticia de la inminente muerte de un amigo común. Pero incluso en esos últimos momentos, con un pie en la tumba, el hombre será capaz de poner a prueba la confianza del grupo. A medio camino entre la comedia y el drama, la cinta está protagonizada por Sabine Azéma (Las malas hierbas), André Dussollier (Chicas), Hippolyte Girardot (Kidon) y Sandrine Kiberlain (Las chicas de la sexta planta).

Cuarta temporada de ‘Glee’, una versión 2.0 marcada por la tragedia


Los números musicales de 'Glee' tienen nuevos protagonistas en la cuarta temporada.No es muy habitual ver en una serie de televisión, sobre todo si es coral, que sus protagonistas se dispersen en diferentes ciudades y escenarios. Principalmente porque supone unos quebraderos de cabeza importantes en lo que a producción y desarrollo dramático se refiere. Si ya es complicado desarrollar tramas cuando hay tantos personajes, ni qué decir tiene que situarles en diferentes lugares impide una relación fluida entre ellos, y por tanto una falta de conexión entre los arcos argumentales. Tal vez por eso había bastante expectación por ver cómo se desarrollaba la cuarta temporada de Glee, que inevitablemente obligaba a captar nuevos talentos y a hacer malabarismos con todos los veteranos que ya no iban a tener un protagonismo tan destacado en esta ficción musical.

En líneas generales, el experimento ha tenido éxito. La forma que han tenido sus responsables, Ian Brennan, Brad Falchuk y Ryan Murphy (estos últimos creadores de American Horror Story), de situar a los personajes que desaparecían al final de la anterior etapa dentro de la trama es a la vez sencilla, lógica y atractiva. Salvo los personajes más emblemáticos de la serie, el resto se han convertido en una especie de modelos a seguir, de iconos a imitar por parte de las nuevas generaciones de este coro de instituto que de vez en cuando aparecen en pantalla para aportar aquello que se ha perdido con su ausencia. En este sentido, ha quedado demostrado una vez más que en Estados Unidos, para triunfar, hay que ser realmente bueno. Los «sustitutos» de los miembros que han dejado el grupo musical son, cada uno en su estilo, igual o mejores que sus predecesores.

La incorporación de Melissa Benoist (Tennessee), Becca Tobin (serie Wiener & Wiener), Blake Jenner (Cousin Sarah) y sobre todo Jacob Artist (serie How to rock), un auténtico descubrimiento, han supuesto un soplo de aire fresco, una revisión a los talentos de las tres temporadas anteriores que han permitido a la serie evolucionar, aunque solo sea en su estilo musical. Así, esta especie de «Glee 2.0» enriquece todo lo visto con anterioridad, pues más allá de reemplazar a unos personajes por otros lo que logra es un equilibrio entre la sustitución dentro del llamado Glee club (incluso se dedica un episodio por si quedasen dudas al respecto) y la complementariedad dentro de la trama general de la serie, la cual por cierto sigue manteniendo un estrecho margen de desarrollo, aunque dejando el espacio suficiente para tratar algunos escabrosos temas como los tiroteos en los institutos, en el que es uno de los episodios más impactantes y destacados de toda la serie.

Pero como decimos, el desarrollo dramático de la serie no tiene el espacio deseado. Sin duda, la necesidad de destinar minutos a los números musicales (algunos de ellos, por cierto, sencillamente inmejorables) quita tiempo a una profundización en el argumento. Empero, en el caso de estos nuevos 22 episodios el problema radica más en esa idea planteada al principio del texto: la dispersión de personajes. Con la serie dividida entre Nueva York y el instituto McKinley la necesidad de centrar la atención en uno u otro sitio provoca que no siempre se atienda como se debe a lo que ocurre con cada uno de los personajes. Del mismo modo, el hecho de que haya nuevos roles que se suman a los ya existentes crea nuevas tramas y nuevos conflictos. Y si bien es cierto que la producción sale airosa del reto, no es menos cierto que en determinados momentos de esta cuarta temporada puede llegar a generar confusión algunos de los acontecimientos que se suceden al no existir un nexo de unión claro entre ellos, explicado para la ocasión a través de diálogos o ágiles flashbacks.

El anuncio de la tragedia

No voy a dejar pasar la ocasión de mencionar la trágica muerte de Cory Monteith (Lo que no se ve), principal protagonista de la serie junto a Lea Michele (Noche de fin de año), y pareja de esta en la vida real. Al menos en España, la emisión de esta cuarta temporada de Glee ha estado marcada por la noticia, sabiendo que estos 22 capítulos son los últimos del joven actor que el pasado 13 de julio era hallado muerto en la habitación de un hotel de Vancouver a causa de una sobredosis. Ya se ha anunciado que en la próxima temporada habrá un capítulo dedicado exclusivamente a este tema y a su desaparición definitiva de la trama, algo que en cierto modo parecía anunciarse en los episodios finales de esta entrega.

He de reconocer que la forma de recuperar a su personaje me ha parecido tan original como algo ridícula, en cierto modo acorde con la naturaleza del rol que interpretaba Monteith. Retirado del ejército por dispararse sin querer en una pierna, la presencia del principal protagonista masculino de la producción ha otorgado al conjunto aquello para lo que fue creado, es decir, liderazgo. Cierto es que puede no ser el mejor bailarín ni cantante del grupo, pero sus creadores se han esforzado por presentarle durante todas las temporadas como un líder nato, y destruir eso quitándole de la serie habría sido una peligrosa carta a jugar. Su vuelta como profesor sustituto del grupo de jóvenes cantantes no solo permitía su presencia de forma periódica, sino que acentuaba la idea de que Glee estaba sufriendo una transformación, una sustitución de sus principales iconos por sangre nueva o, en su caso, sangre veterana reubicada en nuevos puestos.

Y a pesar de todo, no ha tenido el peso que cabría esperar. A pesar de su encontronazos con la impagable Jane Lynch (Los tres chiflados), a pesar de ponerse la armadura de caballero para salvar a su eterna novia y a pesar de sus éxitos como maestro del club musical, no ha sido regular. Y no lo ha sido precisamente por esos escarceos con las drogas. La mejor y mayor evidencia de esto son sus dos episodios finales, durante la filmación de los cuales el actor se encontraba internado en un centro de desintoxicación. En estos episodios se producen los éxitos tanto del Glee club como del personaje de Michele, acontecimientos ambos que ponen las bases para el desarrollo de la quinta temporada. Algo que, por desgracia, ya se da en otros episodios de esta temporada, pero que pasa totalmente inadvertido, curiosamente, por la imposibilidad de mostrar a todos los personajes en todos los capítulos.

La verdad es que esta cuarta temporada de Glee ha estado marcada por la tragedia. No solo por la muerte de Monteith, sino por la temática de algunos de sus episodios. Pero la serie logra superar su propio reto, en parte repitiendo esquemas y en parte aportando nuevos talentos que suponen un buen relevo generacional. Eso sí, el futuro que se plantea es igualmente difícil. La desaparición del personaje de Finn obliga sin duda a reestructurar el desarrollo dramático de la serie y de la trama principal. Habrá que ver cómo logran equilibrar todos los elementos.

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