‘El coro’: sentirse bien con la voz de los ángeles


Photography By Myles AronowitzSalir con malas sensaciones de una película como la que dirige François Girard (Seda) es muy complicado, casi imposible. Historias como estas están diseñadas para gustar, para que el espectador se sienta a gusto consigo mismo y con los que le rodean. Es, en pocas palabras, una feel-good movie. Ahora bien, todo lo que tiene de positivo también juega en su contra. El secreto está en lograr el equilibrio.

¿Y qué equilibrio es ese? Bueno, el que convierte a una obra tolerable en una tortura sin justificación. En películas como El coro suele sustentarse en el grado de autocompasión que desprenden los personajes, en su definición y en la dulzura que desprenden. Demasiada cantidad puede terminar por matar la trama. Pero lo que nos encontramos en esta cinta protagonizada por Dustin Hoffman (Tootsie) no tiene demasiado de nada. De hecho, mide muy bien sus tiempos, sabiendo encontrar el espacio en cada nota, en cada canto, para que los personajes puedan desarrollarse mínimamente.

A esto se suma, cómo no, la voz de sus protagonistas, sobre todo la de Garrett Wareing, primera película que hace y en la que demuestra un don incomparable. Su aportación al film, aunque bastante limitada por el tono musical, es capaz de plantar cara a la de otros actores con unos cuantos años de experiencia más. En su contra juega una historia demasiado plana, previsible y tópica, con roles que no se salen del pentagrama y con situaciones que recuerdan poderosamente a otras películas.

Pero hay que ser realistas. El coro no está planteada para sorprender ni para marcar un nuevo hito en este tipo de dramas. Es, simple y llanamente, una película que llena el alma, que permite disfrutar de un rato distraído, y que desde luego nos hace sentir bien. Pedirle más no sería justo, porque tampoco lo exige. Tan solo pide que nos deleitemos con las angelicales voces de estos niños cantores. Y eso siempre reconforta.

Nota: 5,5/10

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