‘La Torre Oscura’: el Bien, el Mal y el Resplandor


Que una película resulte extrañamente conocida a pesar de no haber leído el libro (o libros) en los que se basa es un problema, pues implica una serie de condicionantes previos que nada tienen que ver con el film y que invitan a pensar en una falta de originalidad en los elementos que sustentan la trama. Y eso, en mayor o menor medida, es lo que ocurre con la nueva película de Nikolaj Arcel (La isla de las almas perdidas), adaptación de la saga literaria escrita por Stephen King quien, por suerte o por desgracia, vuelve a sus particulares obsesiones personales para relatar la lucha entre el bien y el mal.

En efecto, esta breve y algo enrevesada introducción es el principal escollo de La Torre Oscura, al menos para aquellos familiarizados con la obra del autor de ‘El Resplandor’. La cita de este título no es casual. A lo largo del film se menciona en no pocas ocasiones ese «resplandor», ese poder del que ya hacía gala el niño que debía huir de su padre en el hotel Overlook y que aquí traspasa mundos enteros. Esta es solo una muestra de las recurrentes herramientas narrativas de la cinta, sin duda condicionada por las obras literarias. Herramientas que parecen sacadas de otras obras o, al menos, utilizadas en otras películas basadas en libros del escritor. Todo ello genera la sensación de estar viendo algo conocido, y como consecuencia no es difícil prever los giros argumentales, las decisiones dramáticas o, en último término, el final de la cinta.

Dicho con pocas palabras, la película resulta previsible, y la labor de Arcel tras las cámaras no aporta la originalidad que podría esperarse en una cinta de fantasía y acción como esta, si bien es cierto que los tiroteos y los enfrentamientos entre Idris Elba (serie Luther) y Matthew McConaughey (El mar de árboles) son los momentos más espectaculares del film. Todo ello no quiere decir que la cinta no sea entretenida, o por lo menos distraída. Toda la mitología construida alrededor de esta historia es lo suficientemente interesante y amplia como para desarrollarla en sucesivas secuelas, y la labor de los dos protagonistas de la cinta se convierte sin duda en el gran atractivo de esta historia. A todo ello se suma una duración muy ajustada que juega a favor y en contra del film. A favor porque no se distrae en tramas secundarias que pudieran reducir el ritmo de la narrativa, que aprovecha además el don del niño protagonista para narrar algunos de los acontecimientos de un modo diferente. Y en contra porque esa falta de tiempo impide desarrollar un poco más la enemistad entre héroe y villano, por lo que ambos se quedan en una arquetípica definición del Bien contra el Mal.

La sensación que deja La Torre Oscura es la de un film directo, sencillo y previsible con un trasfondo dramático y narrativo que se intuye detrás de sus múltiples secuencias de acción, de sus diálogos entre héroe y villano y de algunas secuencias que rompen el relato en su formato más tradicional. Todo ello invita a pensar que hay algo más de lo que se cuenta en estos 95 minutos, que existe un trasfondo dramático que involucra a todos los personajes de un modo u otro. En realidad, es algo que Stephen King hace muy bien en sus novelas, pero que suele ser muy complejo de trasladar a la gran pantalla. El resultado en este caso es un poco frustrante, precisamente por la sensación de estar ante algo más grande de lo que realmente se muestra.

Nota: 6,5/10

‘Sicario’: territorio de lobos sin fronteras


Emily Blunt, Josh Brolin y Benicia Del Toro en 'Sicario', de Denis Villeneuve.Decir que hay muchas películas sobre la lucha contra la droga en la frontera entre Estados Unidos y México sería quedarse corto. Todas ellas, sea cual el tono de la trama, suelen tener en común un desarrollo dramático que se desarrolla en los mismos escenarios, con personajes muy parecidos y con motivaciones casi idénticas. Por eso, la obra de Denis Villeneuve (Enemy) sorprende sobremanera. Sus personajes, aunque vagamente conocidos, están espoleados por otro tipo de motivaciones, y por un contexto moral y ético que cambia radicalmente el objetivo de la historia.

No cabe duda de que, aunque todo gira inicialmente alrededor de Emily Blunt (El hombre lobo), el verdadero protagonista de Sicario es Benicio Del Toro (El juramento). Y lo es no solo porque el actor engrandece (una vez más) un buen personaje, sino porque el trasfondo emocional de este asesino a sueldo es tan humano que el espectador logra sentir el conflicto interno entre el bien y el mal, desdibujados en una frontera dominada por los cárteles de la droga. Y aunque Del Toro está excepcionalmente brillante, sería injusto no reconocer la labor de un reparto impecable, cada uno midiendo en todo momento las capacidades de sus personajes para ofrecer más caras de las que aparentemente podrían tener los personajes.

Pero a estos personajes y a esta historia tan conocida como diferente es necesario dotarlos de algo más, de una vitalidad narrativa que Villeneuve logra con un movimiento de cámara personal, sutil y elegante. El modo en que el director aprovecha los planos aéreos es simplemente indescriptible, dotando de tensión momentos que, aparentemente, carecen de interés. Por supuesto, su capacidad para medir los tiempos en las secuencias de acción es igualmente loable, fundamentalmente porque recrudece la violencia y la tensión dramática de dichos momentos. Gracias a su puesta en escena, la intranquilidad del personaje de Blunt se traslada a todo el metraje, manteniendo al espectador en una constante alerta ante lo que pueda ocurrir, impidiéndole prever un claro final.

De este modo, Sicario se convierte en un film más que notable en el que todos sus elementos, desde la puesta en escena hasta la música, desde la estructura del guión hasta la interpretación de los actores, están al servicio de la historia, pero al mismo tiempo la engrandecen. Villeneuve vuelve a demostrar el amplio abanico de recursos narrativos que posee, y aunque es Benicio Del Toro quien se lleva la palma, sería injusto no reconocer la calidad de la fotografía (ese final de noche con las cámaras de visión nocturna es brillante), de su banda sonora o del diseño de producción. Uno de esos films que dan una nueva vuelta de tuerca a un tema ya conocido, y que lo hacen de forma espléndida.

Nota: 8/10

‘El coro’: sentirse bien con la voz de los ángeles


Photography By Myles AronowitzSalir con malas sensaciones de una película como la que dirige François Girard (Seda) es muy complicado, casi imposible. Historias como estas están diseñadas para gustar, para que el espectador se sienta a gusto consigo mismo y con los que le rodean. Es, en pocas palabras, una feel-good movie. Ahora bien, todo lo que tiene de positivo también juega en su contra. El secreto está en lograr el equilibrio.

¿Y qué equilibrio es ese? Bueno, el que convierte a una obra tolerable en una tortura sin justificación. En películas como El coro suele sustentarse en el grado de autocompasión que desprenden los personajes, en su definición y en la dulzura que desprenden. Demasiada cantidad puede terminar por matar la trama. Pero lo que nos encontramos en esta cinta protagonizada por Dustin Hoffman (Tootsie) no tiene demasiado de nada. De hecho, mide muy bien sus tiempos, sabiendo encontrar el espacio en cada nota, en cada canto, para que los personajes puedan desarrollarse mínimamente.

A esto se suma, cómo no, la voz de sus protagonistas, sobre todo la de Garrett Wareing, primera película que hace y en la que demuestra un don incomparable. Su aportación al film, aunque bastante limitada por el tono musical, es capaz de plantar cara a la de otros actores con unos cuantos años de experiencia más. En su contra juega una historia demasiado plana, previsible y tópica, con roles que no se salen del pentagrama y con situaciones que recuerdan poderosamente a otras películas.

Pero hay que ser realistas. El coro no está planteada para sorprender ni para marcar un nuevo hito en este tipo de dramas. Es, simple y llanamente, una película que llena el alma, que permite disfrutar de un rato distraído, y que desde luego nos hace sentir bien. Pedirle más no sería justo, porque tampoco lo exige. Tan solo pide que nos deleitemos con las angelicales voces de estos niños cantores. Y eso siempre reconforta.

Nota: 5,5/10

‘El desconocido’: la intensidad de un thriller bien hecho


Luis Tosar se enfrenta a 'El desconocido' para salvar la vida de sus hijosAlgunos le acusarán de ser una copia de muchos thrillers norteamericanos. Sin embargo, el debut en el largometraje de Dani de la Torre es un film sólido, sin apenas fisuras y con un ritmo intenso. Más allá de sus puntos en común con éxitos de Hollywood, este thriller con un espléndido Luis Tosar (Mientras duermes) es un ejercicio cinematográfico a tener en cuenta.

Desde luego, los amantes del género encontrarán en El desconocido un recorrido por todos los lugares comunes, desde la amenaza de muerte inicial hasta el conflicto con la policía por considerar al inocente héroe como la mayor amenaza, y pasando por los encuentros entre víctima y extorsionador que dan lugar a algunos de los momentos más reivindicativos de la cinta (aquellos en los que se denuncia la actitud de bancos y cajas con el tema de la venta de productos tóxicos). Pero en medio de todo ello, destaca la realización de De la Torre, quien maneja la cámara con soltura y efectividad, y que provoca algunos instantes simplemente brillantes, como el plano secuencia de la llegada al escenario del personaje de Elvira Mínguez (Cobardes).

Posiblemente el único ‘pero’ que se le pueda poner a la película es la concesión que realiza la trama para poder presentar juntos al héroe y al villano, sustentado en una argumentación un tanto débil pero efectiva. Sin embargo, termina siendo un mal menor, incluso una anécdota en una historia que se desarrolla de forma coherente, que logra crecer poco a poco añadiendo situaciones de crisis nuevas a un contexto ya de por sí tenso. Ese proceso es lo realmente hipnótico del film, que impide al espectador despegar la mirada de la pantalla y le obliga a participar de la angustia y frustración de un padre desesperado.

Decir que El desconocido tiene similitudes con películas de Hollywood es decir muy poco. Hay otras cintas españolas que también beben de esos referentes y no logran ni una quinta parte de la tensión y el ritmo que imprime Dani de la Torre a su ópera prima. Es en ese detalle donde se haya el verdadero éxito de este thriller: en componer una historia cuyo ritmo no decae en ningún momento, que es capaz de sustituir la acción por la intriga, el drama por la denuncia social. Esta combinación de elementos (en algún momento algo forzada) da lugar a un suspense notable.

Nota: 7/10

‘El hombre más buscado’: espiando a los espías por un bien personal


Philip Seymour Hoffman y Robin Wright en un momento de 'El hombre más buscado', de Anton Corbijn.John le Carré, afamado novelista de intriga y espionaje, está en la base de lo nuevo de Anton Corbijn (El americano) como director, y eso es algo que hay que tener muy en cuenta a la hora de abordar el que es el último film de Philip Seymour Hoffman (Cold Mountain) como actor protagonista. Si alguien espera una especie de caza al terrorista en el que buenos y malos jueguen una partida por ver quién gana a quién, mejor que abandone la sala antes de que se apaguen las luces. Eso sí, perdería la ocasión de ver un thriller frío y calculado cuyo final es inclasificable.

Una frialdad que no solo se palpa en los diálogos, sino en el tratamiento que Corbijn le da a la trama, con una paleta cromática opaca, con predominancia de grises y una iluminación dura. Gracias a eso y a una planificación sobria y al mismo tiempo hermosa, el director sumerge al espectador en una intriga donde el mayor peligro no es tanto el potencial atentado que se trata de impedir, sino las relaciones institucionales entre los diferentes poderes del espionaje que se dan cita en el film y que, de un modo u otro, tratan de ponerse una medalla en su trayectoria profesional. Una crítica, en definitiva, a la lucha de poderes que no hace sino entorpecer la lucha contra el terrorismo, y da una idea de las verdaderas intenciones de los gobiernos implicados.

Pero para lograr transmitir esta idea de competencia se requería de un reparto sin fisuras, algo que consigue con creces. Decir que Hoffman vuelve a demostrar lo mucho que va a notar el cine su ausencia sería repetitivo, casi tanto como reconocer la labor de Willem Dafoe (A woman) o Robin Wright (Dos madres perfectas), esta última reduciendo su presencia al mínimo y, con todo, siendo determinante. En realidad, el descubrimiento lleva por nombre Grigoriy Dobrygin (Black Lighting: Rayo negro), quien en todo momento logra transmitir el trauma al que ha sido sometido durante años.

El principal problema de El hombre más buscado es su ritmo, algo pausado. La insistencia de sus responsables en ahondar en las consecuencias y emociones durante varios segmentos del metraje lleva al film a un desarrollo intermitente, dando la sensación de que el suspense en la investigación no avanza. Empero, su resolución, tan impactante como simple, evidencia el verdadero sentido de la película, dando sentido al conjunto y permitiendo que todo, desde los actores hasta la iluminación, adquieran un mejor y mayor significado.

Nota: 7/10

‘Los juegos del hambre’: luchas indiferentes de gladiadores por un bien común


Desde hace ya algunas décadas, y sobre todo con la irrupción de Harry Potter en el mundo cinematográfico, los estudios buscan una serie de películas que, basadas en unos best-sellers para adolescentes, llenen sus arcas de forma masiva. Con Los juegos del hambre da comienzo una de dichas sagas para adolescentes, esta vez con las novelas de Suzanne Collins como punto de partida. Y, como suele ser habitual en estos productos, todo aquello que pueda generar rechazo en los adolescentes más jóvenes queda obviado o, directamente, eliminado. Una pena, pues la opción de centrar la atención en el drama personal y emocional de la protagonista resta ritmo a un conjunto que, además, está planteado de inicio de forma harto irregular.

Y eso que la trama podría dar para mucho, sobre todo el contexto en el que se enmarca. La idea de un mundo donde una serie de distritos deben obediencia a un poder central que, para dominarles, les obliga a entregar a dos jóvenes para una encarnizada lucha a muerte que todo el planeta presencia es impactante a la vez que referencial de obras ya conocidas como la cinta Battle Royale, el libro 1984 o, incluso, los clásicos gladiadores romanos, los cuales eran tratados con la misma hipocresía que aquí se muestra: se les trata como a héroes, pero en el fondo no dejan de ser personas que acuden a un matadero. Si a esto se suma el contraste tan acusado entre dicho poder central, cuyos ciudadanos viven en la más absoluta opulencia e hipocresía, y los distritos, donde sus vecinos apenas tienen para comer, la cinta se vuelve incluso actual.

A esta recreación ayudan, qué duda cabe, los actores, todos ellos correctos en sus respectivos papeles, destacando la labor de Jennifer Lawrence (Winter’s Bone) y el siempre soberbio y camaleónico Stanley Tucci (Julie y Julia), y un trabajo de producción realmente excepcional en su responsabilidad de generar no solo el contraste entre los dos mundos, sino el aspecto visual tan extravagante del mundo «pudiente» (tanto en lo concerniente a vestuario como a decorados).

Sin embargo, todo queda, como decimos, en un segundo plano. Más allá de una escogida falta de violencia, el verdadero problema del film se haya, fundamentalmente, en su director y coguionista. Gary Ross (Seabiscuit, más allá de la leyenda) parece no encontrarse cómodo con una cinta de acción, aventuras y supervivencia de estas características. Su apuesta por el tono pausado y la explicación del mundo en el que todo transcurre le llevan a generar una primera parte tediosa, por momentos indiferente, en la que sobran explicaciones, diálogos e incluso secuencias (¿de qué sirve presentar a un personaje totalmente borracho si luego siempre aparece sereno e impoluto?).

Su falta de garra queda igualmente patente en las confusas secuencias de acción de la segunda mitad de la película, que es lo realmente interesante a pesar de verse perjudicada por esa interminable primera parte, así como en la previsibilidad de un guión que, por otro lado, no termina de explicar algunas de las relaciones que, poco a poco se van estableciendo entre los personajes principales. Es de suponer que todos esos interrogantes se desarrollen en la ya confirmada segunda parte, pero no habría estado mal algo más de coherencia propia.

Nota: 5,5/10

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