1ª T. de ‘El señor de los anillos: Los anillos de poder’, fantasía irregular para una nueva generación
26/03/2023 Deja un comentario
La trilogía de El señor de los anillos es una de esas obras cinematográficas que pasan a la Historia del séptimo arte por lo que trascienden a la gran pantalla. De hecho, que El retorno del Rey sea una de las películas con más Oscar de todos los tiempos puede que tenga más que ver con el esfuerzo técnico que supuso rodar tres obras de estas características a la vez. Pero eso fue hace ya 20 años (¡cómo pasa el tiempo!). Ahora llega una nueva producción ambientada en el universo de J.R.R. Tolkien para las nuevas generaciones. Y cómo no, lo hace en forma de serie. La pregunta evidente que surge con la primera temporada de El señor de los anillos: Los anillos de poder es si realmente es tan sólida como el modelo cinematográfico a seguir. La respuesta es… depende.
Depende de qué queramos hablar. Si lo que analizamos es el apartado visual, no cabe duda de que estos primeros ocho episodios son incomparables. Sus creadores, Patrick McKay y John D. Payne, ambos prácticamente debutantes con esta historia, aprovechan las oportunidades que ofrece una trama como esta para dar rienda suelta a una imaginación que nutren el resto de departamentos implicados en la producción, construyendo algunos escenarios y diseñando unos combates que aprovechan el alto presupuesto de esta producción de Prime Video. Otra cosa es que el ritmo sea más o menos lento. Personalmente, no entiendo las críticas que apuntan a una falta de agilidad, cuando la realidad es que estos relatos (incluidos los libros de Tolkien, que dedica páginas enteras a descripciones) suelen ser así: muchos momentos de calma para concentrar la acción en puntuales situaciones de calidad.
Ahora bien, esto es una serie, no una película. Y eso requiere algo más. La trilogía de El señor de los anillos, a pesar de su extensa duración, se podía permitir el lujo de no desarrollar determinadas líneas argumentales, sobre todo las secundarias. Podía presentar personajes y convertirlos en meras herramientas de apoyo a cosas más importantes. En una serie esto no funciona, y Los anillos de poder es una prueba fehaciente. No creo que la estructura argumental de esta primera temporada sea débil. Al contrario, creo que es un acierto centrar la atención en dos personajes conocidos por los fans para, a través de sus años de juventud, contar el origen de todo lo que luego derivaría en las historias de las películas dirigidas por Peter Jackson (Agárrame esos fantasmas). El problema está más bien en otro sitio.
Concretamente, en lo que mencionaba antes: los personajes. Sí, los roles principales son interesantes. Y algunos secundarios aportan un trasfondo emocional que nutre el conjunto. La mayor debilidad de la trama radica en que, a pesar de eso, son personajes con poca profundidad emocional. Sus conflictos resultan cuanto menos irrisorios, por no hablar de que no existe en casi ningún momento de esta primera etapa una lucha de intereses que resulte realista. El caso más evidente es el de esos dos capítulos que transcurren en Númenor, y que son prácticamente un calco uno del otro simple y llanamente porque había que extender la decisión que protagoniza este tramo de la historia. Y es algo que resulta demasiado evidente, tanto que insulta al espectador. Es a esto a lo que me refiero cuando hago la distinción entre serie y película. El limitado metraje de un film obliga a imprimir un mayor ritmo a las historias, a dirigir la mirada siempre adelante. Una serie cuenta con más tiempo, y en lugar de aprovecharlo para abordar la psicología de cada personaje, sus creadores optan por mirar hacia adelante sin pararse a pensar que, con tantos episodios, eso requiere de más personajes o, en su defecto, mayores y mejores conflictos trabajados desde el interior de los protagonistas.
Racismo
Y luego está el tema de la inclusión racial y todo el debate que esto ha generado. Personalmente, me parece artificioso, por no decir absurdo, que se critique a una producción, sea la que sea, por el color de la piel de los personajes. Habrá quien diga que los elfos tienen que ser todos de un modo, los enanos de un tipo, etc. Pero la realidad es que esto siempre es secundario. Lo importante, sobre todo en una historia de fantasía como esta, es el carácter de los roles y cómo están definidos, sus motivaciones y sus miedos, los desafíos que deben superar y las debilidades que presentan. Y como decíamos antes, esta es una de las partes más irregulares del conjunto, sobre todo en los personajes secundarios. La necesidad de unos roles sólidos no radica únicamente en la importancia que tiene para la trama como tal, sino en lo que beneficia a la estructura de una serie, sobre todo una como El señor de los anillos: Los anillos de poder.
Salvo que sea una sitcom o una serie de pocos personajes, lo habitual es que cualquier temporada tenga varios escenarios y secuencias en las que no aparecen muchos roles. Esto implica que el espectador debe conocer en todo momento dónde se queda un protagonista, qué está haciendo y cuál es su meta más inmediata. A veces, eso se consigue gracias a un impacto visual que se quede grabado en la memoria, pero en otras ocasiones (creo que la mayoría) suele tener más que ver con el propio personaje, es decir, con su personalidad, con la decisión que tomará en el conflicto que se le presenta. En una primera temporada como esta, donde no solo hay muchos personajes, sino que hay líneas argumentales que ni siquiera están relacionadas entre sí (algo que, dicho sea de paso, tampoco ayuda a construir la estructura dramática de la serie), que los protagonistas no tengan la entidad suficiente no hace sino perjudicar las tramas y que el espectador termine sin tener claro dónde está cada cual.
Quizá el mejor resumen de estos primeros capítulos sea que son un quiero y no puedo. Visualmente son apabullantes, en algunos casos recuperando la esencia de las películas que han precedido a la serie. Pero no alcanza el impacto que se esperaba que tuviera el universo de J.R.R. Tolkien. Aunque las líneas argumentales están bien construidas, planteando el regreso de un mal que terminará por convertirse en un archienemigo de carne y hueso, muchas de ellas no tienen una conexión natural, y a pesar de que se intuye que en los próximos episodios se irán vinculando de algún modo, el hecho de que vayan por libre lo único que genera es que se tiene que repartir el tiempo para cada una de ellas, dando saltos que pueden hacer que el espectador se pierda por el camino. Si a todo ello sumamos las debilidades que hemos mencionado sobre los personajes, lo que nos encontramos es un producto que, aunque atractivo y con pilares lo suficientemente sólidos como para construir algo interesante, no termina de desarrollarse correctamente.
Tal vez sea por eso por lo que la segunda temporada de El señor de los anillos: Los anillos de poder se va a plantear desde un punto de vista completamente diferente a partir de nuevos equipos creativos. El reto estará en mantener los aspectos positivos de esta primera etapa y corregir los problemas en los personajes y las tramas. Lo sencillo sería echar por tierra lo narrado hasta ahora, pero creo que sería un error. En cierto modo, debería ser algo parecido a lo que se hizo con The Witcher, cambiando el planteamiento para evitar los problemas que surgieron de la temporada inicial. Por ello, el interés estará en saber el grado de profundidad del bisturí y dónde se aplicará. Sea como fuere, estos primeros ocho capítulos dejan algunos momentos memorables y algunas secuencias brillantes, amén de dibujar un tablero de ajedrez que, esperemos, sea aprovechado para seguir creciendo como ficción.