‘Jungle Cruise’: Piratas del río Amazonas


Jack Whitehall, Emily Blunt y Dwayne Johnson se enfrentarán a los peligros de 'Jungle Cruise'.

¿Qué ocurre si a Piratas del Caribe le ponemos unas dosis de La Momia (la de Brendan Fraser, no la de Tom Cruise)? Pues la respuesta, a grandes rasgos, está en la nueva película de Jaume Collet-Serra (El pasajero), una aventura con toques de humor muy al estilo Disney con maldiciones, peligros, chistes malos y los misterios del Amazonas. Eso sí, la pregunta es si está a la altura de ambas.

Y la respuesta, lamentablemente, es no. Y no lo está por dos motivos fundamentalmente. Primero, porque ni los actores tienen la química necesaria entre ellos ni el carisma necesario para aguantar por sí solos el peso de una narrativa como esta, incluso aunque sea ligera. Y segundo porque Collet-Serra, como director, dista mucho de la calidad que sí tenían los autores de los dos referentes que cualquier amante del cine de aventuras va a rememorar a medida que avanza Jungle Cruise. La solvencia tras las cámaras del director español no es suficiente para dejar grabada en la retina ninguna escena, ni siquiera las más espectaculares, posiblemente porque algunas de ellas están inspiradas, demasiado inspiradas, en sus referentes.

No cabe duda de que esta aventura amazónica es entretenida, sus más de dos horas nunca se hacen pesadas, y los giros argumentales finales están lo suficientemente bien trabajados como para, sin generar grandes sorpresas, sí consigan que el film no sea demasiado previsible. El ritmo narrativo es notable, y el modo en que se presenta la información y se desarrollan los personajes es correcto, pero el guion bebe demasiado de películas anteriores, hasta el punto de «copiar» algunas secuencias y a algunos personajes (los villanos se parecen tanto a la tripulación del Holandés Errante que podrían haber salido de Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto). Y eso, al final, le resta originalidad a una película, por lo demás, muy recomendable para pasar un rato divertido en una sala de cine.

La verdad es que Jungle Cruise podría ser más de lo que es. Da la sensación de que Disney se ha limitado a reproducir la fórmula que tan bien le funcionó en la famosa saga pirata, quizá por aquello de que también se adapta una atracción de sus parques. Pero la historia podría haber dado mucho más de sí, o al menos ser algo diferente, si se hubiera decidido a ahondar un poco en los personajes y a alejarse de esos referentes antes mencionados. Tiene todos los ingredientes para ser la primera de una saga de aventuras, pero en lugar de arriesgarse y lanzarse a navegar prefiere recorrer los caminos que otros ya han marcado antes. Y eso, por muy bien que se haga, siempre deja el regusto de estar viendo algo ya vivido. En todo caso, siempre nos quedarán los chistes malos del personaje de Dwayne Johnson (El rascacielos) y las esporádicas apariciones de Dani Rovira (Ocho apellidos vascos) y Quim Gutiérrez (Ventajas de viajar en tren).

Nota: 6/10

‘The undoing’, un nuevo sentido para los juegos de sospechas


Nicole Kidman y su familia deben afrontar la acusación sobre Hugh Grant en 'The undoing'.

La base de cualquier thriller con un asesinato (o varios) de por medio es, o bien plantear varios posibles culpables y desentrañar la tela de araña de sus motivaciones (como las novelas de Agatha Christie), o bien desviar la atención sobre un personaje para después desvelar quién es el auténtico culpable. A veces, ambos formatos se combinan. Pero lo que es más extraño es ver algo como lo que propone la miniserie The undoing, creada por David E. Kelley (serie Boston legal): plantear un crimen, un culpable y comenzar un juego de sospechas para terminar en el mismo culpable.

Y eso es gracias, en primer lugar, a una estructura magistralmente construida, utilizando con inteligencia las bases del propio género y, sobre todo, contando con unos personajes espléndidos y unos actores en estado de gracia. Pero vayamos por pasos. Lo primero, la trama: un matrimonio de la alta sociedad neoyorquina ve cómo su vida da un giro cuando una mujer aparece muerta. Aparentemente, lo único que les relaciona con el crimen es que la víctima, una joven de clase media, llevaba a su hijo al mismo colegio elitista que ellos. Pero cuando el marido desaparece y todas las sospechas recaen sobre él, el mundo de la esposa se desmorona mientras se inicia una investigación que pondrá contra las cuerdas todo lo que creía saber.

Kelley da una vuelta de tuerca más al clásico whodunnit y lo utiliza para algo que habitualmente se reserva más para los dramas. El guionista maneja los tiempos dramáticos y los giros argumentales para, en lugar de apuntar a un sospechoso cada vez, ahondar en el infierno que vive la protagonista de The undoing, interpretada por una sobria y soberbia Nicole Kidman (Bombshell), en sus dudas, sus miedos, las presiones sociales y el conflicto interno que se produce en esta terapeuta de parejas. Y no por casualidad, a medida que el espectador se involucra en su pesadilla y descubre con ella más y más secretos de su marido, las sospechas comienzan a recaer en todo tipo de personajes. Y es aquí donde juega una baza fundamental los conocimientos que todos, espectadores y guionistas, tenemos del género. El creador de esta serie juega con esos engranajes para hacer creer algo que, en realidad, nunca existió.

Esto permite, a su vez, una libertad inesperada para poder explorar tanto a la protagonista como las relaciones sociales y familiares, amén de ofrecer al espectador una suerte de reflexión sobre las capas sociales. Dado que durante muchos episodios el espectador llega a sospechar lo que no es, la serie se permite el lujo de presentar aspectos más o menos oscuros, más o menos ocultos, de cada uno de los secundarios, evidenciando que no todos son ángeles, pero que eso no les convierte en demonios. Este juego del gato y el ratón, que termina poniendo a cada uno en su sitio, puede tener además otras lecturas más metalingüísticas, llevándonos a preguntarnos en qué posición quedamos como espectadores al verter nuestras sospechas sobre personajes que son completamente inocentes.

El asesinato del personaje de Matilda De Angelis será el detonante de 'The undoing'.

Protagonistas sospechosos

Esta especie de viaje circular que es The undoing no podría existir sin ese juego con los pilares del género, pero también son fundamentales los personajes. Y a diferencia de otras cintas en las que cada uno de los sospechosos tiene una motivación, en esta serie lo más interesante es que esas «dudas razonables» que se plantean son casi más una imaginación del espectador que una motivación real. Porque lo cierto es que ninguno de los protagonistas o secundarios tienen razones para cometer el crimen. Bueno, casi ninguno. En realidad, esas sospechas se desvían única y exclusivamente por la información que va descubriendo el personaje de Kidman, que establece vínculos desconocidos para ella y, hasta cierto punto, potenciales culpables.

Pero como decimos, todo obedece a los conocimientos que el espectador tiene del género. Y ahí está el verdadero interés que genera Kelley. Puede que muchos terminen decepcionados al ver que el camino termina donde empezó, pero nada más lejos de la realidad. Como suele ocurrir en las mejores historias, lo importante no es dónde termina, sino lo que se ha recorrido. Y en este caso, ese viaje es extraordinario. El guionista de la miniserie realiza un minucioso estudio de la alta sociedad, su hipocresía, el poder que ostentan y cómo las sospechas recaen siempre en los mismos. Aunque ante todo es un ejemplo de cómo destruir el mundo de un personaje y el modo en que este intenta reconstruirlo o, al menos, pegar algunos de los trozos. El modo en que el rol de Kidman afronta esa duda razonable es brillante, y muchos estudiantes de guion deberían tenerlo como modelo de lo que se puede llegar a conseguir sabiendo manejar los términos de un género tan difícil y utilizado como este.

No cabe duda de que, además, el reparto tiene buena culpa de esto. Lejos de histrionismos o de excesos dramáticos, todos y cada uno de los actores y actrices asumen una interpretación contenida, sobria, casi ajena a las emociones por las que pasa la protagonista. Salvo momentos muy puntuales, en los que la ira y la rabia hacen acto de presencia, todo el relato se mantiene en una contenida tensión dramática que, además, aporta el contexto y el escenario necesarios para el crescendo emocional que escala la terapeuta. Sus diálogos con su padre, con su mejor amiga, con la policía… todo obedece a una contención marcada, entre otras cosas, por los estándares de su clase social. Tan solo el hijo muestra unas emociones mucho más evidentes, curiosamente en contraposición con el pequeño de la asesinada, lo abriría todo un análisis psicológico y social que podría ir mucho más allá de la propia serie.

Desde luego, The undoing es una de las miniseries más recomendables del último año. Tal vez para muchos sepa a poco, o se espere de ella algo que, en realidad, no es. Pero ahí está la gracia de este juego. Puede que si en el proceso de estos 6 episodios no se produjesen importantes transformaciones internas de los personajes, o si estos se entregasen a un histrionismo justificado en el daño social del crimen, el resultado hubiese sido otro. Pero la introspección de la que hacen gala los actores, unido a ese juego de sospechosos que plantea el guionista y al trasfondo sociológico que plantea la serie, convierten esta historia en un relato que no hay que dejar pasar. Incluso aunque se conozca al culpable casi desde el principio.

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