‘Supergirl’ cuelga la capa para ser Kara en la sexta y última temporada
09/01/2022 Deja un comentario
Se podría medir la calidad y el éxito de una serie por el número de temporadas que tiene. No debería ser así, pero como con la mayoría de cosas, el público es soberano y suele tener la última palabra en casi todo. Y cuando una serie como Supergirl dura menos que sus ‘hermanas’ Arrow y The Flash (la primera sería más bien la matriarca del resto) es por algo. Y ese algo, en este caso concreto, es una deriva de lo más incomprensible, llevando a la última hija de Krypton a un terreno tan reivindicativo como carente de fuerza dramática.
La sexta y última temporada de la serie creada por Ali Adler (serie The new normal), Greg Berlanti y Andrew Kreisberg (ambos autores de las anteriores series mencionadas), en realidad, es la conclusión lógica y prevista de una ficción en la que ha importado más el mensaje social y humano que la narrativa en sí. Y no estoy hablando de efectos especiales, de elaboradas batallas o de explotar al máximo los poderes de los superhéroes. No, me refiero a unos arcos dramáticos muy sólidos en lo que quieren reivindicar pero débiles en su desarrollo, lo que en último término afecta al conjunto de la temporada. Estos 20 episodios se debaten constantemente entre el elemento más tradicional del superhéroe (el bien contra el mal, sea de forma externa o interna) y los conflictos y problemas sociales de los personajes. Si en temporadas anteriores fue el racismo, ahora es el turno de los derechos de aquellos que son diferentes (y por si alguien no capta el paralelismo, ya se encargan sus creadores de dejarlo meridianamente claro).
Y ese debate, por desgracia, no solo no termina de mejorar la última etapa de Supergirl, que venía de unas temporadas cada vez menos interesantes, sino que además resta protagonismo a la trama principal y a esa villana que, por sí sola, tenía cierto interés, pero a la que la incorporación del Lex Luthor interpretado por Jon Cryer (serie Dos hombres y medio) termina por afectar de un modo bastante negativo. No porque el personaje no sea interesante, sino por el modo en que regresa para esta conclusión. Da la sensación de que, a falta de un villano mejor, era necesario recuperar un personaje que ya había dado de sí todo lo que podía. Y esto genera, a su vez, una serie de hitos narrativos en cadena que no hacen avanzar la acción, al menos no de forma natural. Más bien, la llevan en círculos, cada uno centrado en una emoción, volviendo a un punto de partida demasiado parecido para, en último término, plantear una batalla que, como no podía ser de otra manera, recupera a todos los héroes que han ido pasando por las diferentes temporadas (algo que parece es habitual en estas series de DC Comics).
Más allá del guiño a los fans, el modo en que se introducen todos estos personajes resulta un tanto forzado, más o menos como todo el desarrollo de la temporada, cuya premisa, a pesar de interesante, se enreda demasiado para lo que al final resulta siendo. Si se analiza cualquier serie en su conjunto, lo normal es que la última temporada sea siempre un reflejo de la evolución que ha tenido la trama. Si la producción ha mantenido un buen nivel, la etapa final es el broche de oro. Si ha ido en picado, normalmente certifica todos los problemas que ha venido arrastrando. A la chica de acero le ocurre esto último. No solo la protagonista ha perdido interés, sino que ha dejado de ser la protagonista. La mayor parte de las tramas secundarias son bastante ajenas a su evolución dramática, dando más relevancia a los personajes secundarios. Esto implica, entre otras cosas, que el espectador desconecte de la heroína, y que sus problemas y su trasfondo dramático queden relegados a un segundo plano.
Héroes y heroínas
Esta conclusión de Supergirl ha tenido momentos muy interesantes, la mayoría de ellos vinculados a las crisis, las dudas y los conflictos a los que se ha enfrentado la protagonista interpretada por Melissa Benoist (Sun dogs). Y eso es parte de lo que salva esta última temporada, amén de una mayor exploración de diferentes realidades y de algunos conflictos de los personajes secundarios. Pero la serie también ha aprovechado estos últimos 20 capítulos para afianzar algunos de los conceptos que asumió cuando cambió su rumbo y dejó de ser una serie de puro entretenimiento blanco para apostar fuerte por la conciencia social, la diversidad y el feminismo. La consecuencia de esto ha sido la desaparición progresiva de hombres en el elenco, y la sustitución de sus personajes por otros femeninos, casi literalmente. El último caso ha sido el del rol que interpreta Azie Tesfai (Madre oscura), convertida en la versión femenina de Guardián, héroe que interpretó Mehca Brooks (Mortal Kombat) y que hacía de hermano de la primera. Todo queda en familia.
Personalmente, no estoy en contra de una serie de superhéroes protagonizada por mujeres. Al contrario, creo que la diversidad que presenta esta producción y el modo en el que aborda los temas, aunque algo tosco en ciertas ocasiones, es fundamental para que el género avance. Lo que no creo que sea producente es que los roles sean versiones en femenino de otros personajes masculinos, ni que sus arcos dramáticos y los villanos a los que se enfrentan sean los mismos que amenazan el mundo de los héroes con testosterona. Más allá de los problemas, las primeras temporadas presentaban a una heroína y a un grupo de personajes autónomos. Con el paso de los años esto se ha ido perdiendo poco a poco, al mismo ritmo que el mensaje más humano y tolerante se ha ido comiendo absolutamente todo, hasta el desarrollo de las propias tramas.
Y es una lástima, porque tanto los personajes como la puesta en escena habrían dado para alguna temporada más si se hubiera permitido su desarrollo. Al final, la serie ha empezado a mirar demasiado al pasado, retomando conflictos y situaciones personales que, o bien se habían superado, o bien habían quedado tanto en el olvido que podrían haberse resuelto casi con una línea de diálogo. El hecho de recuperar todos esos elementos y combinarlos con retos del presente no hace sin anclar la ficción en un bucle que vicia por completo el sentido de la heroína, que de hecho regresa a su dualidad de Chica de Acero/Kara Danvers para optar, esta vez sí, por su parte humana. Y es lo que viene a decir este final de serie es que en todos nosotros hay un superhéroe. Una buena moraleja que podría haberse hecho de otra forma, con una temporada que hubiese mirado al futuro, no al pasado.
Supergirl, la serie, llega a su fin en la sexta temporada. Arrow lo hizo en la octava, y The Flash está emitiendo ahora mismo su octava parte. Algo quiere decir esto. Y viendo la conclusión de las aventuras de la última hija de Krypton, resulta evidente el cansancio creativo de esta producción. Han sido seis años irregulares, que han ido claramente de más a menos hasta estos 20 episodios finales que certifican una muerte anunciada con antelación. La apuesta por el mensaje social y humano que hizo la serie allá por su tercera o cuarta temporada es digna de aplauso, pero no el modo en que se ha trabajado posteriormente. Esta sexta parte es el reflejo de la evolución que ha ido teniendo la serie, recuperando viejos enemigos, tramas y conflictos (y amigos, todo hay que decirlo) en una amalgama narrativa que avanza a duras penas.