‘American Horror Story’ celebra 10 temporadas con un ‘Double Feature’ muy descompensado


Frances Conroy y Evan Peters, dos artistas con mucho que esconder en la primera mitad de 'American Horror Story: Double Feature'.

Tiene mucho mérito que una serie, sea la que sea, llegue a 10 temporadas. Y si su temática es de terror, más todavía, teniendo en cuenta la facilidad con la que se pueden caer en estereotipos y en el habitual cansancio creativo. Por eso, entre otras cosas, admiro el trabajo que están realizando Brad Falchuk y Ryan Murphy (creadores de la serie Glee) con American Horror Story, una serie que se ha consolidado como referente dentro del modelo de Antología y que ha reintentado, en cada temporada, diferentes ámbitos del género. Su décima temporada, subtitulada Double Feature, viene a ser un homenaje a esas sesiones dobles, y aunque a priori puede ser atractivo, el resultado final es muy desigual.

Y lo es, en gran medida, por la poca duración de cada una de las historias. Habitualmente la serie dedica entre 10 y 12 episodios por temporada. En esta se han repartido sus 10 capítulos en dos bloques de cinco cada uno, es decir, la mitad de tiempo para desarrollar historias cuya complejidad y profundidad dramática, si bien es cierto que no es tanta como la de etapas anteriores, sí requiere algo más de dedicación. Sobre todo la segunda. Pero ya llegaremos a eso. Por ahora, centrémonos en esos talentosos personajes con mucho que esconder de la primera mitad de temporada.

Más allá de que esos cinco primeros episodios de American Horror Story: Double Feature van de más a menos, lo realmente interesante es el trasfondo social y dramático de una historia aparentemente sencilla pero infinitamente compleja, con matices y reflexione casi en cada plano. La historia de un guionista frustrado que debe pagar un alto precio para alcanzar la fama y la grandeza es algo relatado en infinidad de ocasiones, pero los creadores de la serie optan por darle un toque más… sangriento. Estamos tan acostumbrados a que este tipo de historias, en clave de terror, estén relacionadas con el más allá o los demonios que es un soplo de aire fresco esta propuesta de una pastilla que hace aflorar el talento (si lo tienes) o te convierte en un monstruo (si no lo tienes).

Esa original forma de combinar el mito del vampiro con la búsqueda de la grandeza es lo que hace de esta primera mitad algo brillante, si bien es cierto que la resolución no está a la altura de lo narrado. El drama, la duda, la culpabilidad de un protagonista presa de sus deseos. Todos ellos son elementos que dotan a esta historia de una complejidad dramática fascinante, lo que unido a una fotografía gris en un escenario tan decadente como un pueblo costero vacío por la llegada del invierno da al conjunto ese aire trágico, casi lúgubre, que en último término resta brillo a los logros conseguidos por este puñado de personas con talento innato. Es cierto que, de haber tenido un episodio más, algunas tramas secundarias habrían tenido algo más de recorrido, y desde luego se podría haber buscado un final más acorde al tono íntimo del conjunto.

Sarah Paulson y Neal McDonough deberán hacer frente a los aliens en la segunda parte de 'American Horror Story: Double Feature'.

Están entre nosotros

La verdad es que, con sus defectos, la primera mitad de American Horror Story: Double Feature ofrece al espectador un concepto dramático bastante más elaborado y atractivo que los últimos cinco episodios. Sin ninguna relación con lo visto anteriormente, la segunda parte aborda el tema de la invasión alienígena, todo el misterio en torno al área 69 y la evolución tecnológica de la Humanidad durante la segunda mitad del siglo XX. Todo ello con una fotografía, y esto es algo que hay que reconocer, magistralmente realizada en blanco y negro en la mayor parte de los episodios.

El problema de esta trama es, en líneas generales, la cantidad de subtramas que tiene, lo que obliga a desarrollar una serie de personajes que, en muchas ocasiones, apenas quedan dibujados con trazo grueso. Y dado que son tan pocos capítulos, esto obliga a dedicar muy poco tiempo a cada uno de los protagonistas, limitando su arco dramático a la mínima expresión cuando no, directamente, a eliminarlos de parte de la historia para, a continuación, recuperarlos, impidiendo al espectador conectar con ellos. Esto viene a dar una idea de la importancia que tienen los personajes y una buena definición que les haga, al menos, dignos de la atención de cualquiera que esté viendo una producción audiovisual. La teoría del guion cinematográfico suele decir que son los personajes los que crean la trama, por lo que depende de ellos que esta sea más o menos interesante. Y a tenor de lo que deja esta segunda parte de la décima temporada, ni lo uno ni lo otro logran ese interés.

De hecho, son tantos los elementos que Falchuk y Murphy introducen en apenas cinco episodios que algunas ideas narrativas y argumentales que podrían haber tenido un largo recorrido se quedan en simples anécdotas. Quizá lo más llamativo es esa referencia a la serie V al mencionar que no hay solo una especie alienígena entre nosotros, sino dos, una de ella los lagartos de la mítica ficción de los años 80. Esto, que se menciona en varias ocasiones e, incluso, se juega con algún sugerente plano para mostrar de forma rápida esta conexión, sencillamente se queda en eso, en una mención, sin dar tiempo a algo un poco más elaborado. Incluso sin conocer la referencia cultural, este recurso narrativo se queda en una simple semilla que no termina de germinar, dando al espectador una información que, o bien es necesaria y genera frustración al no ir más allá, o bien es innecesaria y no habría motivo para ofrecerla.

En su conjunto, esta décima temporada de American Horror Story: Double Feature va de más a menos. Y lo hace de forma muy acentuada. Y dado que esta etapa se divide en dos partes, la que se lleva lo peor es la segunda. Personalmente, creo que la idea de una sesión doble no es mala. Al contrario, puede ser muy interesante en un panorama de series que se cortan a mitad de temporada para narrar dos cosas en cada una de las fases. En cierto modo, sería ir un paso más allá. El problema es que para eso es necesario ampliar un poco la duración de la temporada. Cinco episodios es, para cualquier historia más o menos sólida, muy poco tiempo. Y eso se nota sobremanera si encima la trama cuenta con demasiados personajes relevantes. Lo bueno es que ya se han confirmado otras temporadas en las que, esperemos, la serie recupere el tono que tan buenos resultados ha dado en el pasado.

Acerca de Miguel Ángel Hernáez
Periodista y realizador de cine y televisión.

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