1ª T. de ‘She-Hulk: Abogada Hulka’, o cómo acabar con el legado Marvel


Hulk entrena a She-Hulk al comienzo de la serie 'She-Hulk: Abogada Hulka'.

Todo en esta vida puede cambiar y es susceptible de mejorarse, incluso aquellas cosas que parecen perfectas tal y como están. El secreto está en saber qué cambios se deben hacer para no terminar transformando o eliminando aquello que realmente estaba funcionando. Esta reflexión viene a cuento de la primera temporada de She-Hulk: Abogada Hulka en tanto en cuanto forma parte de lo que ha quedado en llamarse el Universo Cinematográfico Marvel. Y es que esta ficción creada por Jessica Gao (guionista en series como Silicon Valley o The mighty B!) rompe por completo los esquemas de lo construido anteriormente, y no precisamente para bien.

Para aquellos que no hayan visto estos 9 episodios, hacer un resumen de la trama es complicado. En pocas palabras, una abogada con cierta reputación y que es prima de Bruce Banner (alias Hulk) termina absorbiendo los poderes de la radiación gamma por accidente, adquiriendo la posibilidad de convertirse en Hulka a su antojo. Esto le reporta una atención y un éxito inesperados, y tendrá que elegir entre su identidad de superheroína y su identidad natural, todo ello mientras se encarga de luchar contra nuevos enemigos y defender a viejos conocidos de su primo. Explicada así, la sinopsis no termina de mostrar un hilo argumental coherente, y en realidad, este es uno de los grandes problemas de la serie. Prácticamente cada episodio (salvo el tramo final) es independiente del anterior, y en una producción de estas características, eso no termina de funcionar.

Aunque en realidad, este es el menor de los problemas. Prácticamente todos los elementos que componen She-Hulk: Abogada Hulka tienen un nivel narrativo o dramático muy bajo, por no decir inexistente. La serie parece estar planteada más como una autoparodia que como un producto que sabe reírse de sí mismo. Y la diferencia es importante, pues el segundo suele estar hecho con la conciencia de ser una comedia; en otras palabras, está «bien hecha», dicho coloquialmente. No es el caso de esta ficción en la que todo parece improvisado, los actores no se sienten cómodos con sus respectivos personajes (al menos los principales) y el desarrollo de la trama va a trompicones hasta un clímax que trata de poner la guinda de un pastel mal cocinado, lo que da como resultado algo bastante peor de lo que cabría esperar.

Curiosamente, uno de los elementos más interesantes de la trama es el modo en que rompe la cuarta pared. El personaje de Tatiana Maslany (serie Orphan Black) logra con acierto hacer partícipe al espectador de las aventuras y desventuras de esta abogada y superheroína, traspasando ciertas fronteras que hasta ahora Marvel nunca había tocado. En cierto modo, esto aporta una frescura interesante al conjunto, ya que logra, por un lado, conocer algo más en profundidad a un personaje bastante planto, y por otro comprender mejor su comportamiento en sociedad frente al que tiene en la intimidad de su hogar. El problema es que esto se diluye en un sinfín de problemas estructurales y narrativos, lo que termina por opacar el acierto o, incluso, ridiculizarlo hasta convertirlo, de nuevo, en un mal reflejo de sí mismo.

Tatiana Maslany y Ginger Gonzaga, amigas y compañeras en la primera temporada de 'She-Hulk: Abogada Hulka'.

Menos digital, por favor

Y luego está la parte visual, o mejor dicho, la digital. She-Hulk: Abogada Hulka es el claro ejemplo de que no todo vale a la hora de utilizar efectos digitales, captura de movimiento o animación por ordenador. Lo que en las primeras películas de La Casa de las Ideas fue un logro admirado por muchos de los que trataban de seguir su estela de éxitos se ha convertido aquí en un diseño apresurado e infantil, notándose en algunos momentos una falta de naturalidad en los movimientos y en las texturas tan evidente que resulta hasta impactante. Si la parte dramática y argumental ya rebaja mucho las expectativas, este diseño visual aporta al conjunto un tono de serie B que no encaja con lo que, en teoría, quiere tratar en el desarrollo de su protagonista. Posiblemente lo más llamativo sea el final, que trata de plantear las bases para un futuro desarrollo de personajes como Hulk, pero lo hace de un modo tan infantil que rebaja las expectativas de lo que pueda llegar.

Posiblemente esta idea, la de infantilizar el producto y a los personajes, sea el denominador común de la serie. Desconozco si es algo buscado o algo inesperado, pero en cualquiera de los casos ni el resultado ni la aceptación han sido muy positivos. Es cierto que Marvel siempre ha jugado con ese delicado equilibrio entre acción, humor y espectacularidad, pero lo ha hecho, al menos hasta el momento, tomándose en serio las historias que contaba, por muy fantásticas o imposibles que fueran. El resultado podía ser mejor o peor, pero el estilo siempre permanecía. Ahora no. Da la sensación de que, para buscar y ganar un público más joven adicto a las redes sociales, se ha entregado a un concepto audiovisual que, curiosamente, ha generado rechazo entre aquellos que sí defendieron las películas de los primeros personajes hace ya más de una década.

En teoría, estas miniseries están sirviendo para, por un lado, continuar algunos arcos narrativos de personajes que ya se conocían, y por otro, introducir nuevos protagonistas para futuras historias. La duda que se plantea viendo esta producción es si el tono continuará como hasta ahora o si, por el contrario, se afrontará el futuro con algo más de autoestima en el tratamiento argumental. Sea como fuere, la serie de este personaje femenino ha fallado en prácticamente todos los elementos, comenzando por un arco narrativo carente de una continuidad clara. Buena parte de este problema viene derivado de los villanos. No porque no tengan la entidad suficiente (que no la tienen), sino porque son demasiados antagonistas para tan pocos episodios. Esto impide conocer sus motivaciones y su evolución dentro de una trama en la que, dicho sea de paso, entran y salen como si fueran secundarios, lo que a la postre añade más piedras en el camino de un desarrollo que ya de por sí tiene dificultades.

La verdad es que She-Hulk: Abogada Hulka es una producción fallida. Su principal problema es una falta de objetivo, de lo que se quiere narrar y del viaje que debe hacer la protagonista. Sí, en líneas generales se trata de que la heroína acepte su nueva condición y contribuya a luchar contra el mal no solo en los tribunales, sino con los puños. Pero la falta de un desarrollo coherente y de una línea más o menos continua en sus conflictos internos y externos juega en su contra hasta el punto de desconectar al espectador de lo que está viendo. Y desde luego, no contribuye en nada que el apartado visual sea tan débil o que se introduzcan elementos juveniles que encajan poco o nada en el resto de la historia. Eso por no hablar del tratamiento de los personajes secundarios, algunos planteados únicamente como elementos a utilizar cuando conviene, y otros con una proyección que luego se queda en humo. Una lástima, porque podría haber sido uno de los personajes más interesantes de la nueva hornada de superhéroes que prepara Marvel para esta nueva etapa.

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