‘The Big Bang Theory’, más madurez ante su posible final en la 9ª T.


'The Big Bang Theory' parece anunciar su final en la novena temporada.Desconozco si Chuck Lorre (Dos hombres y medio) y Bill Prady (The Muppets) tienen intención de que The Big Bang Theory termine en su décima temporada, pero a tenor de lo visto en la novena etapa de esta sitcom con la ciencia y el frikismo de fondo todo indica que así es. Y lo cierto es que estos 24 episodios han confirmado algo que ya se intuía en periodos anteriores, pero lo ha hecho con una inteligencia y sencillez que debe aplaudirse, sobre todo en un contexto de series que duran eternamente y que parecen rebuscar en los recovecos de sus tramas para aferrarse a una continuidad innecesaria.

Para muchos espectadores la serie debería haber acabado hace tiempo. Y es posible. Hace no mucho tiempo tuve la oportunidad de volver a ver algunos capítulos de las primeras temporadas y, desde luego, el cambio es más que notable. Pero no tiene necesariamente que ser un cambio a peor. La trama ha sabido evolucionar con la madurez que han adquirido unos personajes tan ingenuos como infantiles, situándolos en contextos sociales más complejos. En este sentido, la novena temporada se podría considerar un clímax en dicha transformación, un cambio profundo en los protagonistas que les está llevando a afrontar las responsabilidades de ser adultos.

Desde luego, poco deja esta temporada de The Big Bang Theory para el futuro. Un bebé en camino, una nueva boda, la pérdida de la virginidad. Todo ello en una única etapa que, aunque tal vez no tenga el humor ácido y agudo de temporadas anteriores, no deja de hacer reír en muchas ocasiones, combinando con inteligencia ciertas dosis de drama y romance que complementan magníficamente el desarrollo habitual de la trama. Y en este contexto, los actores simplemente realizan una labor magistral. Todos ellos han sido capaces de madurar con sus personajes, asumiendo los cambios necesarios en sus personalidades pero manteniendo los detalles que les han convertido en una pieza casi clásica de la televisión moderna.

Por supuesto, en todo esto sigue destacando Sheldon Cooper, de nuevo un Jim Parsons (Sunset stories) espléndido. Su forma de aprovechar las pocas libertades que ofrece un personaje tan característico como este es ejemplar, sobre todo porque se produce de forma natural a lo largo de la trama. Cada vez más lejos del carácter científico (como el resto de la serie), su visión del mundo y la sociedad siguen dando horas de risas sin parar, y su apertura a las convenciones sociales no deja de ser hilarante, sobre todo por el contraste que produce con el resto de personajes. Aunque sin duda, lo que a muchos les puede haber dejado sin habla es el final de la temporada.

Queridísimos hermanos

Hay un momento en la novena temporada de The Big Bang Theory en el que, después de la surrealista situación protagonizada por Sheldon, el personaje de Johnny Galecki (In time) le confiesa que es un hermano para él. Esto ocurre en el episodio 17. Y el momento es importante. Dicho capítulo representa, más o menos, el final del segundo acto en la estructura dramática de la temporada, abriendo paso a la conclusión de esta etapa. Casualidad o no, dicha confesión tiene una extensión mucho más real en el último episodio. Sin desvelar demasiado, baste decir que la mirada que se intercambian Sheldon y Leonard es tan preocupante como hilarante, tanto por las consecuencias que conlleva como por el bagaje vivido durante toda la serie.

Y lo cierto es que, sea así o no, es una prueba más de que la serie está (o parece estar) a punto de terminar. La trama, aunque con un desarrollo coherente durante esta temporada, cada vez da más signos de fatiga. Sus personajes comienzan a tener síntomas de normalidad dentro incluso de su singularidad, y ninguna de las tramas secundarias con las que se trata de nutrir el conjunto parece funcionar lo suficiente como para sustituir la sensación de ocaso que planea sobre toda la producción. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que se esté alargando el chicle indefinidamente. Más bien al contrario: demuestra que la serie está realizando un descenso controlado, con un final programado y planificado en el que nada se deja al azar, y en el que todas las piezas encajan.

Así las cosas, estos 24 episodios dejan un sabor agridulce, aunque habría que analizar si realmente es por una pérdida de calidad de la trama o por la sensación de estar asistiendo al final de una producción que nos ha acompañado durante 10 años. En cierto modo, y salvando las distancias que se tengan que salvar, es lo mismo que ocurrió con Friends, y en definitiva es lo que ocurre con toda serie que llena los espacios de ocio durante tanto tiempo, sobre todo si lo hace con coherencia, sentido dramático y calidad. Por supuesto, y me remito a lo mencionado al comienzo, muchos pensarán que la serie debería haber terminado hace algunas temporadas, y en cierto modo es así. Pero la ficción ha sabido reinventarse, aprovechar las fortalezas y debilidades de sus personajes para conducirlos por un camino que ha permitido conocerlos mejor.

Personalmente creo que The Big Bang Theory sí está a punto de terminar. Desde luego, todo apunta a esto. Que la serie vaya más allá de la décima temporada podría ser posible (en televisión todo lo es), pero el giro argumental que sostenga eso debería ser tan impactante que obligue a los espectadores a demandar más historias de estos amigos. Y la verdad es que no parece que pueda ocurrir. La novena temporada ha puesto todas las piezas necesarias para que la trama concluya satisfactoriamente, con los amigos de lleno en la vida adulta (lo que no quiere decir que ellos sean necesariamente adultos) y, quien sabe, con hermanamientos que confirmarían una de las relaciones que han sustentado la serie desde el comienzo. Lo que es indudable es que, aunque haya podido perder humor, aunque haya introducido cada vez más drama, esta sitcom tiene ya un lugar en la historia de la televisión.

Acerca de Miguel Ángel Hernáez
Periodista y realizador de cine y televisión.

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