‘The americans’ no logra compaginar trabajo y familia en su 1ª T


Imagen promocional de 'The americans', serie creada por Joseph Weisberg.El espionaje está de moda. El espionaje y la traición. Y no es algo exclusivo del cine o la televisión a tenor de las informaciones que diariamente aparecen en los medios y que tienen que ver con la presencia de un Gran Hermano muy real. Uno de los principales impulsores, al menos en la pequeña pantalla, es la impecable producción Homeland, y de su éxito parece querer nutrirse otra serie de espías y traiciones, The americans. La serie creada por Joseph Weisberg, guionista con poca experiencia cuyos últimos trabajos son algunos episodios de Falling Skies, traslada la acción a la Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS, teniendo como protagonistas a una pareja de espías rusos en suelo norteamericano que, con los años, han creado una familia que ignora su verdadero trabajo, y que ven cómo sus misiones se complican cuando se muda al vecindario un agente de contraespionaje del FBI cuyo objetivo es destapar las identidades de estos agentes rusos.

La serie, cuya primera temporada de 13 episodios terminó en mayo en Estados Unidos, se distancia significativamente del referente que hemos mencionado. En líneas generales, existen dos líneas argumentases principales que, por desgracia, pocas veces se fusionan de forma coherente a lo largo de esta entrega. Por un lado tenemos el trabajo de espías, las misiones y la constante lucha entre los servicios de inteligencia de ambos bandos. A través de misiones episódicas Weisberg crea una delicada red en la que buena parte de las decisiones, de las acciones y de los diálogos influyen en el resultado final, algo que abordaremos más adelante. Por otro, está el conflicto familiar, la necesidad de mantener una mascarada no tanto por aparentar ser algo que no son, sino por otorgar a sus hijos una vida alejada de un mundo que ni siquiera comprenden.

Es este uno de sus elementos más interesantes, y es al mismo tiempo el menos elaborado y más perjudicial para el resultado final. La poca conexión entre las dos líneas desarrolladas, espionaje y familia, convierte a esta última prácticamente en un estorbo, en una especie de fondo de cartón piedra que ofrece un marco pero aporta más bien poco. Los constantes conflictos morales de los dos protagonistas, quienes parecen quererse y odiarse en días alternos, no ofrece una continuidad coherente con lo ocurrido en la otra línea argumental. Es más, determinadas tramas secundarias destinadas a complementarla parecen convertirla más bien en un drama en el que los romances a tres bandas, las confesiones y las confidencias están a la orden del día. Eso por no hablar de los hijos, interpretados por Holly Taylor (Ashley) y Keidrich Sellati.

Un elemento con tanto potencial como los hijos queda relegado a un segundo plano durante la práctica totalidad de estos primeros 13 capítulos de The americans. Los dos jóvenes asisten como un espectador más a toda la farsa montada a su alrededor. Nadie pregunta. Nadie se mueve por la casa con la libertad necesaria para provocar una situación que comprometa una operación. Todo está excesivamente acotado, como si los personajes adolescentes, tradicionalmente motor de situaciones delicadas, fuesen un miembro más del decorado que, eso sí, reacciona cuando se trata de aportar elementos lacrimógenos a determinados momentos de la trama. Personalmente, no creo que esta serie pueda ser comparada con Homeland, ni en su contenido ni en su forma, pero sí que podría haber tomado en consideración la forma de abordar la relación padres-hijos.

Salvados por la Guerra Fría

Pero si el componente familiar es el eslabón más débil, el espionaje es el que tira de la producción, sobre todo en su tramo final. La primera temporada ha sido irregular, eso es indudable. Con un episodio piloto bastante interesante, la trama perdió fuerza en sus primeros episodios para recuperarla en los últimos. No por casualidad, este fenómeno coincide con una apuesta sólida por ahondar más en la Guerra Fría y en los daños colaterales que provoca. Así, mientras la serie comienza con los personajes de Keri Russell (serie Felicity) y Matthew Rhys (serie Cinco hermanos) realizando misiones más o menos independientes, su final se acerca más a un formato seriado en el que las acciones provocan una serie de acontecimientos que derivan en nuevas crisis y conflictos a resolver.

En este caso, esa concatenación de momentos está determinada por las muertes en uno y otro bando y, lo más importante, por los errores que cometen los protagonistas. Es este otro factor a tener en cuenta. La presentación en el episodio piloto era de dos personas capaces de compaginar una enorme mentira con el riesgo de las operaciones secretas. Los errores quedaban como algo secundario, casi anecdótico (la muerte de un personaje en el primer episodio apenas tiene continuación en los siguientes). Pero a medida que avanza la acción dichos errores se vuelven determinantes, siendo de hecho los que provocan la crisis con la que termina esta primera tanda de episodios. Claro que no todo depende exclusivamente de la trama principal.

Contrariamente a lo que ocurría en esa línea argumental familiar de la que hablábamos antes, aquí las tramas secundarias fortalecen y completan la historia de los dos espías del Directorio S. Del mismo modo que el desarrollo se vuelve más coherente a medida que se suceden los episodios, la presencia del personaje de Noah Emmerich (Super 8) adquiere mucha más presencia, hasta el punto de convertirse en lo que debería haber sido desde el principio: el principal antagonista. Su relación con una fuente del KGB y el doble juego que se establece entre ellos tiene muchas oportunidades de convertirse en una trama sólida en la segunda temporada, ya confirmada. Mención especial necesita el personaje de Alison Wright (Diario de una niñera) y la historia romántica y de espionaje que mantiene con el rol de Matthew Rhys. Al igual que el resto de la serie, ha ido creciendo en intensidad, pasando de un simple contacto al que sonsacar información (con el interés de que ella no sabe lo que ocurre) a una verdadera complicación en forma de vida marital, siendo durante el proceso el detonante del cambio que se produce en la serie.

Dicho en pocas palabras, The americans es una serie que ha crecido con el paso de los episodios. Es algo que se espera. Pero a pesar de todo, no resuelve las dudas que planteaba en sus primeros episodios, entre otras cosas porque la relación que debería existir entre familia y espionaje, entre farsa y realidad, debería ser mucho más difusa. Hay intentos, es cierto, como son las discusiones acerca de la vida familiar, el futuro de los hijos si su verdadera identidad se descubre, etc. Pero son casos aislados. Al final, el espionaje va por lado y la ignorancia de los jóvenes por otro. Tan solo la conclusión de la primera temporada abre la puerta a un conflicto entre tramas que debería haber tardado menos en aparecer. Solo queda desear que ese atisbo, esa puerta abierta al sótano donde se guardan los secretos, no se cierre sin arrojar algo de luz a las numerosas sombras de la producción.

Acerca de Miguel Ángel Hernáez
Periodista y realizador de cine y televisión.

2 Responses to ‘The americans’ no logra compaginar trabajo y familia en su 1ª T

  1. Mañana comieza su segunda temporada. A ver qué nos depara. Ahí va mi opinión sobre la primera 😉

    http://seriesanatomy.blogspot.com.es/2014/02/sexpias-de-los-80.html

    Un saludo!

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