Antes de ser Batman Ben Affleck se enfundó el traje de ‘Daredevil’


Michael Clarke Duncanse enfrenta a Ben Affleck en 'Daredevil'.Es indudable que la noticia cinematográfica del fin de semana ha sido la elección de Ben Affleck (Argo) como el nuevo Batman/Bruce Wayne en la secuela de El hombre de acero y, según parece, en la cacareada adaptación de ‘La Liga de la Justicia’, que reuniría a varios superhéroes de DC Cómics. El anuncio ha generado una controversia que sin duda alguna aporta más importancia si cabe a la contratación. Y es que muchos fans están buscando todos los medios posibles para evitar que el actor se enfunde el traje negro. Con motivo de la noticia vamos a analizar la principal causa por la que ha surgido toda esta ola en contra: Daredevil (2003), la anterior y hasta ahora única incursión de Affleck en el mundo de los superhéroes.

Personalmente soy de los que considero que Ben Affleck no rinde lo suficiente como actor. Al menos no como actor de cine de acción. La película de Mark Steven Johnson (Ghost Rider), más allá de sus evidentes carencias narrativas y visuales, es una prueba clara de que el protagonista de Pearl Harbor (2001) no termina de comprender los procesos emocionales de unos personajes que se nutren más de su carcasa externa que de las motivaciones internas, incluso siendo estas tan sólidas como las de su personaje, un hombre que desarrolló un sentido del oído especial cuando de pequeño perdió la vista tras un accidente. El hecho de que el actor aporte más bien poco a la ya de por sí floja definición del personaje sobre el papel confirma que o bien no estaba preparado para interpretarlo, o bien no era el actor adecuado.

Claro que la película no fue un despropósito únicamente por su labor como protagonista. De hecho, es solo la punta de un iceberg que ha terminado hundiéndose con los años. Por seguir la estela de los personajes, ninguno de los que pueblan el mundo de los cómics del hombre sin miedo, como se conoce a Daredevil, queda bien reflejado en pantalla. Todos son, por así decirlo, una parodia de sí mismos, un reflejo plano de toda la historia que acreditan. Los motivos por los que actúan como actúan quedan en un segundo plano para mostrar, simple y llanamente, cómo lucen los actores con las mallas de turno. Por ejemplo, Colin Farrell (Alejandro Magno) da vida a un Bullseye pasado de vueltas, a medio camino entre la psicopatía y el histrionismo que convierten a este letal asesino en una especie de enfermo mental con dotes para lanzar objetos. Lo poco que habría que salvar es la labor del fallecido Michael Clarke Duncan (La milla verde) como Kingpin, grueso y enorme personaje de puro músculo al que sólo podría representar el actor, por mucho que su color de piel no fuese el mismo.

Ya he dicho en alguna que otra ocasión que en el mundo de las adaptaciones de cómics existen dos niveles claros: aquel que sitúa a estos films como verdaderas obras a tener en cuenta (en la que El caballero oscuro ocupa un lugar privilegiado) y aquel que denigra no solo a los personajes, sino al propio género del cómic, representándolo como una obra infantil y mediocre. Este podría ser el caso de Daredevil. Como suele ser habitual en estos casos, la mala definición de los personajes, uno de los pilares de este tipo de cintas, está estrechamente ligado al desarrollo dramático del guión, plagado de previsibles nudos narrativos y de relaciones emocionales demasiado lineales. Tal vez uno de los momentos más llamativos es aquel en el que Elektra (Jennifer Garner) aparece entrenándose al ritmo de una canción que en su momento fue todo un éxito. Una secuencia que aporta poco (por no decir nada) al conjunto y cuyo único fin es entretener al público masculino y rellenar algunos segundos más de metraje. Al menos eso es lo que parece.

Una acción sin control

Pero como decíamos antes, la labor de Affleck es una de las muchas debilidades que posee la película, aunque es una de peso. El otro gran problema reside en su director, quien debutaba de esta forma en el cine de acción (antes había dirigido El inolvidable Simon Birch). Este tipo de tramas encuentran uno de sus sustentos en las secuencias de acción. Si éstas están realizadas con firmeza, soltura y atractivo las carencias emocionales y narrativas pueden pasarse por alto. El caso de Daredevil es para analizar en profundidad. Johnson se muestra como un realizador voluntarioso que busca aportar un nuevo punto de vista a un género que en aquella época estaba floreciendo. El resultado puede calificarse de muchas formas, pero poca gente diría que es novedoso.

Dejando a un lado la forma de mostrar el sentido de radar que posee el protagonista (y que recuerda un poco a lo visto en Matrix unos años antes), las secuencias de acción se antojan un poco caóticas, frenéticas y con un montaje abrupto. El uso de las sombras, además, acentúa la sensación de estar ante algo incomprensible y difícil de seguir con la mirada, perdiendo una de las cosas más importante en este tipo de secuencias: la noción del espacio. No quiero decir con esto que el personaje tenga que moverse de forma imperativa bajo un foco constante. Baste con ver otras cintas de superhéroes para entender que hay muchas formas de rodar secuencias de acción en plena noche o en escenarios con poca luz, y la mayoría permiten explotar al máximo las características formales del director y de los personajes. Casualidad o no, Mark Steven Johnson se embarcó cuatro años más tarde en la adaptación de Ghost Rider (2007) con un resultado más o menos similar, siendo esta su última incursión hasta la fecha en el cine de acción de este tipo.

Parece lógico pensar que con este antecedente la llegada de Ben Affleck al mundo de Gotham City se vea con cierto recelo. Desde luego, si tuviésemos que guiarnos por Daredevil no volvería a enfundarse unas mallas (o un traje de cuero, que parece ser que da lo mismo). Pero todo esto tuvo lugar hace 10 años. Desde entonces, Affleck ha demostrado que es algo más que un taquillero actor. Su carrera como director le convierte en uno de los talentos tras las cámaras más importantes del momento (tres películas, tres éxitos de crítica y un Oscar) y, lo más importante, parece que le han hecho madurar como actor, si bien es cierto que sigue teniendo importantes carencias. Habrá que ver cómo se ajusta a la visión de Zack Snyder, diametralmente opuesta, y a un personaje tan oscuro como es Batman. La tarea es muy complicada, sobre todo después del buen sabor de boca de la trilogía protagonizada por Christian Bale.

Acerca de Miguel Ángel Hernáez
Periodista y realizador de cine y televisión.

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