‘Efectos secundarios’: el frío engaño de los medicamentos


Rooney Mara y Jude Law, paciente y psicólogo en 'Efectos secundarios', de Steven Soderbergh.Uno de los elementos más importantes del cine negro siempre ha sido el personaje de femme fatale, esa mujer capaz de hacer perder la cabeza al protagonista hasta convencerle de llevar a cabo determinadas acciones que nunca habría realizado. En cierto modo, el personaje de Rooney Mara (La red social) en la nueva película de Steven Soderbergh (Indomable) tiene ese aire de fatalidad que lleva al protagonista a una espiral de acusaciones y sospechas que terminan con su vida tal y como la conoce. Por supuesto, la trama nada tiene que ver con las clásicas películas de gánsters, aunque también hay crímenes de por medio.

Sin duda, uno de los mayores aciertos del film es su reparto, desde la ya citada Mara capaz de mimetizar síntomas para engañar a un psicólogo, hasta el cada vez más sólido Jude Law (Cold Mountain), esta vez en la piel del psicólogo que luchará por recuperar su vida y su prestigio. Esta pareja es la que sostiene un juego del gato y el ratón que es el verdadero meollo de una trama que no duda en tomarse su tiempo para exponer todos y cada uno de los detalles de dicho juego. Es por eso que, si bien todo el film en su conjunto es interesante, lo verdaderamente atractivo no se inicie hasta pasados varios minutos.

Puede que esta ausencia de intriga en los primeros compases sea uno de los puntos más débiles del thriller. No tanto por su falta de interés (más bien al contrario), sino por el propio director. Soderbergh demuestra una vez más que es un realizador al que hay que comprender, respetar y, sobre todo, acceder preparado a todas sus propuestas. Salvo la trilogía de Ocean, su estilo tiende cada vez más a una cadencia más bien lenta, pausada y que se regocija en mostrar un entorno tan colorido como único, incapaz de robarle ni un segundo a las reacciones de los actores o a las impresiones que se obtienen de los diálogos.

Lo que no puede negársele a Efectos secundarios es su efectismo. Más allá de que el film cuente con ritmo más lento del que mucha gente pueda esperar, el guión cuenta con los elementos necesarios para sostener cualquier otro aspecto. Con dos puntos de giro tan interesantes como sorprendentes, la película oculta hasta el final sus verdaderas intenciones, desvelando sólo lo necesario para que el espectador no se sienta perdido o insultado en su comprensión. Un buen thriller que mejora con creces gracias a la visión que aporta el director, aunque como es habitual en él algo fría y distante. Eso no debería ser un impedimento.

Nota: 7/10

Acerca de Miguel Ángel Hernáez
Periodista y realizador de cine y televisión.

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