‘Operación Fortune: El gran engaño’: Fortune, Orson Fortune


Jason Statham, Josh Harnett y Aubrey Plaza deberán organizar la 'Operación Fortune'.

Que James Bond implantó todo un estilo es incuestionable. A lo largo de las décadas han surgido otros espías, otros estilos narrativos, otros personajes, nuevas tecnologías. Pero la esencia es la misma: escenarios de lujo, identidades secretas, disfraces, armas por doquier, mucha acción y hermosas mujeres. Y eso es también lo que vamos a encontrar en lo nuevo de Guy Ritchie (Despierta la furia), solo que con el particular humor y algo del sello narrativo del director.

Y eso es lo que hace algo diferente a Operación Fortune: El gran engaño. Algo, pero tampoco demasiado. El guion resulta bastante previsible, por no decir completamente plano dramáticamente hablando. La historia, entretenida y divertida, no deja espacio para la sorpresa ni para giros argumentales que cojan al espectador por sorpresa. Todo está donde tiene que estar, y todo ocurre como tiene que ocurrir. Esto es tan positivo como negativo, depende del prisma con el que se mire. Porque si lo vemos como un thriller con toques de humor, entonces sin duda nos decepcionará. No existe intriga en un guion que se sustenta más gracias a unos personajes casi autoparódicos (lo del actor que no sabe si podrá hacer de sí mismo explica bastante bien de lo que hablo), algún que otro gag y, sobre todo, unas escenas de acción bien ejecutadas gracias a la mano experta de Ritchie, que se nota cuando tiene que notarse y en la medida justa (se echa algo de menos el lenguaje visual que sí ha utilizado en anteriores trabajos).

Ahora bien, si lo que queremos ver es una cinta de acción con espías, traficantes de armas y glamour, entonces posiblemente salgamos encantados. Porque todo eso, y algo más, es lo que realmente ofrece la cinta. El director evita en todo momento distraerse de su objetivo, que no es otro que ofrecer un producto claro, directo y sencillo, libre de subtramas innecesarias ni oscuras intenciones. De hecho, por no haber, ni siquiera hay claroscuros en la fotografía. Todo ello viene a confirmar que la cinta es más un divertimento inocente, consciente de sus limitaciones y de sus virtudes, y que es capaz de explotar estas últimas para tratar de disimular las primeras. A este empeño se suman unos actores que saben a lo que juegan, se prestan a ello y lo hacen con la mejor de las voluntades, obteniendo un reparto que disfruta con lo que hace, que se divierte en las improvisaciones y que es capaz de dar a sus personajes pequeños matices dentro de lo arquetípico que es cada uno de ellos.

En definitiva, Operación Fortune: El gran engaño es un divertimento en estado puro. Personalmente, de «gran engaño» creo que tiene poco, pero sí es lo suficientemente sólida como para aguantar las poco menos de dos horas de metraje con chistes, tiroteos y peleas. Quizá lo peor no sea tanto su guion (que tampoco es un gran punto de partida) como el hecho de comprobar que Ritchie no ha dado rienda suelta a su narrativa, cohibiéndose en muchas secuencias para plantear un lenguaje más formal y académico, huyendo de las transgresiones que impulsaron su carrera en los primeros años. Una lástima, porque algo más de ese montaje abrupto, de esa estructura con flashbacks y movimientos de cámara imposibles habrían aportado un aire diferente al film. Sin eso, no deja de ser una obra a la sombra de James Bond. Entretenida y recomendable para pasar un buen rato, sin duda, pero más allá de eso, poco.

Nota: 6/10

Diccineario

Cine y palabras