’30 monedas’ reinterpreta el mito de Judas en su 1ª temporada


Megan Montaner y Miguel Ángel Silvestre luchan contra las fuerzas demoníacas en '30 monedas'.

De un tiempo a esta parte se dice que la producción española no tiene nada que envidiar a la norteamericana. Tanto en cine como en televisión. Personalmente, creo que esa afirmación es tan acertada como equivocada. El problema no es que una producción española esté a la altura de una de Hollywood, sino que seamos capaces de producir con la capacidad con la que lo hacen en Estados Unidos. Dicho esto, lo que sí creo es que el cine de género en España está atravesando por uno de los mejores momentos, habiéndose consolidado desde comienzos de este siglo XXI. Y eso ha dado el salto a la televisión permitiéndonos disfrutar de una joya como 30 monedas, lo último de Álex de la Iglesia (Perfectos desconocidos) que, con sus más y sus menos, es una de las propuestas más frescas y diferentes de los últimos tiempos.

Para aquellos que todavía no se hayan podido acercar a esta fantasía rural de corte religioso, la trama tiene lugar en un pequeño pueblo de España, apartado de casi todo, en el que comienzan a ocurrir hechos paranormales. El nexo de unión de todo ello parece ser el nuevo cura, un párroco diferente con un pasado como exorcista que fue acusado del asesinato de un joven durante una de las sesiones. Será él, junto al alcalde y la veterinaria del pueblo, el que deberá luchar contra las fuerzas del mal e impedir que se hagan con las 30 monedas de plata que recibió Judas por traicionar a Jesús.

Visualmente poderosa, posiblemente lo más interesante de los ocho episodios de 30 monedas sea su argumento y el tratamiento de sus personajes, extraordinariamente trabajados ambos para combinar humor, terror y fantasía en ese delicado equilibrio que siempre consigue De la Iglesia en sus obras. Y esto, retomando el argumento inicial, sí es lo que acerca la producción española a la norteamericana. Esta primera temporada nada tiene que envidiar a historias similares, planteando con inteligencia una lucha entre el bien y el mal que aprovecha el formato episódico para asentar el suspense a través de los ganchos argumentales. Los capítulos están estructurados, de forma individual, como una precisa maquinaria dramática, y de forma colectiva, como un relato complejo y bien tratado en el que todo tiene su espacio.

Eso no impide, sin embargo, que sufra también los problemas que suele tener cualquier historia. Si bien es cierto que logra superar el valle argumental habitual en el comienzo del segundo acto, la temporada pierde algo de fuelle hacia su tercio final, posiblemente por la necesidad de completar algunas tramas secundarias que estaban quedando fuera del foco dramático. Pero son problemas menores, del mismo modo que la conclusión de la serie, puro De la Iglesia en modo desatado, tal vez no sea del gusto de todos los paladares (personalmente creo que no encaja con el tono del resto de la serie). Aunque repito, son aspectos secundarios que quedan minimizados por una narrativa de pulso firme, consciente del territorio en el que se introduce y dispuesta a crear un universo religioso que invita a la reflexión y al debate más allá de cielo, infierno, Dios o Satán.

Eduard Fernández tiene la clave para impedir que se junten las '30 monedas' en su primera temporada.

Personajes pintorescos

Gracias a eso, por ejemplo, esta primera temporada de 30 monedas tiene algunos episodios inolvidables, desde un piloto tan espectacular como bizarro hasta el episodio del espejo y toda la simbología que tiene, pasando por aquellos viajes al pasado del rol de Eduard Fernández (La hija de un ladrón) e, incluso, algunos momentos del final de la serie con el pueblo aislado en medio de una bruma antinatural. Todos ellos componen una iconografía a la que ayuda, no cabe duda, el escenario elegido y unos personajes a cada cual más característico y pintoresco, incluso aquellos aparentemente normales.

Personalmente, y más allá de la original trama que desarrolla la serie, creo que uno de los mayores aciertos de esta historia son sus personajes. Bueno, en realidad no es nada nuevo si se observa la filmografía de De la Iglesia, pero en una historia que podría haber caído en su propia complacencia y en la previsibilidad más absoluta, los roles, ya sean principales o secundarios, aportan un plus de originalidad a un desarrollo ya de por sí interesante. Ese cura boxeador y expresidiario, la veterinaria, el alcalde manipulado por una esposa ambiciosa (por cierto, Miguel Ángel Silvestre –La boda de mi mejor amigo– realiza un trabajo espectacular), el guardia civil poco preparado para lo que se le viene encima… Todos ellos conforman un crisol de vecinos que, si bien muchos son arquetípicos, tienen los matices necesarios (algo a lo que contribuyen los actores) para marcar la diferencia.

Y no suelo comentar los títulos de crédito de una producción, entre otras cosas porque, o son inexistentes, o aportan más bien poco. Y en el caso que nos ocupa no es que aporte necesariamente mucho más allá de vincular, por si alguien no se había dado cuenta, el título con la traición de Judas a Jesús. Sin embargo, y como preludio de lo que vendrá, las perturbadoras imágenes que abren cada episodio aportan el estado de ánimo necesario para introducirnos en la trama. Esos soldados con los ojos blancos, el terror en el rostro de Judas, la risa de Jesús en la cruz o esas manos afanando las monedas que deja caer el traidor ofrecen, por otro lado, una visión sustancialmente diferente de la idea que la Biblia ofrece de lo que ocurrió.

En resumen, esta primera temporada de 30 monedas es un magnífico viaje por la religión a través de una reinterpretación de sus mitos y sus leyendas. La tradicional lucha contra el Diablo se traduce aquí en una carrera contrarreloj por obtener el pago que recibió Judas y el poder que contiene, estableciendo un paralelismo entre las reliquias de la Iglesia y las de esa secta que adora el mal. Es cierto que pierde algo de intensidad hacia la segunda mitad de su desarrollo, fruto de todas las expectativas, tramas y el complejo universo creado en este pueblo que ya se ha vuelto inolvidable. Pero eso no quiere decir que la serie vaya de más a menos. Simplemente, evoluciona y cambia el foco para pasar del suspense a la acción en el marco fantástico que caracteriza la obra de De la Iglesia. La pregunta que cabe hacerse es: ¿cómo lograrán continuar esta historia?

Acerca de Miguel Ángel Hernáez
Periodista y realizador de cine y televisión.

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