‘Monkey Man’: sangre, sudor y buen cine de acción


Dev Patel, con máscara de mono, lucha en un ring clandestino en 'Monkey Man'

Estamos muy acostumbrados a ver que los debuts cinematográficos son obras más bien pequeñas, con un reparto limitado y una puesta en escena sencilla pero efectiva. Por eso es muy llamativo ver lo que ha hecho Dev Patel en su primer film como director, coguionista y protagonista. Cierto es que han pasado muchos años tras aquel Slumdog Millionaire (2008) y que la experiencia siempre es un grado, pero eso no siempre es una garantía.

Si algo deja claro Monkey Man es que estamos ante un director que apunta maneras. Muy buenas maneras. No se trata únicamente del ritmo que imprime al film, sino de su apuesta narrativa y de un lenguaje visual propio que va más allá de, simplemente, contar la historia. El uso que Patel hace de la cámara es un sello personal que revela a un autor que tiene algo que contar y, sobre todo, que tiene una forma de contarlo. Para muestra, un botón: el final del film, con esos planos de una suerte de espejos colgantes en los que el héroe ve un reflejo que, aunque fiel a la realidad, parece mostrar el infierno en el que se ha introducido. O esa imagen del ascensor que se utiliza para el cartel promocional. Son solo dos de los muchos ejemplos.

Tal vez sea porque, en realidad, el film permite a Patel dar rienda suelta a su forma de narrar. El guion, aunque sencillo a más no poder, es fresco, dinámico, con pocos altibajos (los justos y necesarios) y un crescendo constante de la tensión dramática en un viaje del héroe basado en los conceptos más clásicos pero adaptados a una modernidad muy interesante, en la que política, denuncia social, violencia y espectacularidad se mezclan para dar un resultado que llama la atención. Es cierto que hay mucho que resulta conocido, y en esos momentos de menor ritmo puede resultar algo pesada, pero son cosas puntuales en una película de dos horas que se hace hasta corta. Tal vez su mayor hándicap, si es que puede considerarse así, es que su trama se ha contado una y mil veces. Si sus personajes y su escenario se traslada, no sé, a Europa o Estados Unidos, podríamos estar hablando de algunas películas que todos habremos visto.

La cosa es que Monkey Man no pretende ser original, sino un entretenimiento que vaya más allá de lo que pueda verse en pantalla. Y de ahí que Patel se centre en el trasfondo de un protagonista de pocas palabras pero gran complejidad. La religión, la venganza y la lucha social marcan un constante viaje a base de violencia contra las clases dominantes que deja no solo una reflexión a tener en cuenta, sino algunos momentos de auténtico cine y de salvajismo surrealista. Un debut cinematográfico que invita a pensar que estamos ante un director con muchas cosas que contar y, sobre todo, con un lenguaje capaz de hacernos ver mucho más allá.

Nota: 8/10

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