‘Corazón de león’: 40 cm. para evitar el enanismo emocional


Guillermo Francella y Julieta Díaz, una pareja que deberá tener 'Corazón de león' para enfrentarse a los prejuicios.La sociedad actual, y por extensión el cine, cada vez está más dominada por lo que ha quedado en llamarse «políticamente correcto», expresión que ha provocado, irónicamente, un sinfín de errores, sobre todo en lo referente al lenguaje. En el lenguaje visual esto vendría a ser cualquiera de estos films en los que dos adolescentes de bellas facciones y una fea materia gris debaten sobre lo humano y lo divino sentando cátedra. Por eso de vez en cuando películas como la realizada por Marcos Carnevale (Tocar el cielo) son un soplo de aire fresco. No es que sea una obra determinante. De hecho, más allá de un par de elementos es bastante tópica y previsible. Pero el trasfondo que plantea da que pensar y, lo más importante, desnuda el alma del espectador en muchos sentidos.

Si nos atenemos a lo puramente narrativo, esta comedia argentino brasileña puede considerarse del montón, prácticamente diseñada con algún programa informático que determine cuándo deben introducirse los momentos irónicos, los momentos dramáticos o los diálogos ingeniosos. Nada en ella destaca sobremanera, pero tampoco desagrada o resulta estridente. Su tono, amable y conciliador, mantiene en todo momento unos amplios márgenes de tolerancia en los que tienen cabida todo tipo de situaciones, resueltas en su mayoría de una forma más o menos estándar. Pero más allá de todo esto, la trama ofrece un interesante contenido sociocultural que traspasa fronteras y que, en el fondo, es lo que realmente atrae de Corazón de león. Un contenido que juega de forma inteligente con los estereotipos, los complejos individuales y las imposiciones sociales.

En efecto, la relación que se establece entre los dos protagonistas y las situaciones que genera es lo que dota de fuerza al conjunto. No es que lo convierta en un punto de inflexión dentro del género, pero sí hace lo suficiente como para distinguirse de lo que habitualmente puede verse en una sala de cine. Evidentemente, buena parte de la responsabilidad recae en sus actores principales, sobre todo en Guillermo Francella (El secreto de sus ojos), cuyo carisma es lo que permite, en muchas ocasiones, aguantar una historia algo endeble. Del mismo modo, Julieta Díaz (Juan y Eva) aporta la mayor parte de la comicidad a la pareja. La suma de ambos factores genera un microcosmos que permite desgranar numerosos comportamientos sociales provocados, como se dice en un momento del film, por un «enanismo emocional» inculcado desde la más tierna infancia.

Así las cosas, Corazón de león se encuentra dentro de los márgenes habituales de la comedia romántica. Es más, su desarrollo casi puede anunciarse antes del primer minuto. Pero la aportación que realiza Carnevale a la historia gracias a ese hombre que ha luchado toda su vida contra su corta estatura genera el suficiente impacto como para analizar y al mismo tiempo criticar una serie de comportamientos sociales moralmente cuestionables. Es cierto que más allá de esto el film aporta más bien poco. Y es cierto que en algunos momentos se nota el truco de los efectos visuales. Pero al final la sensación es positiva. Lo suficiente como para tener una altura de miras por encima del resto.

Nota: 6/10

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