El subtexto audiovisual de Hitchcock en ‘Atrapa a un ladrón’


Grace Kelly y Cary Grant protagonizan 'Atrapa a un ladrón', dirigida por Alfred Hitchcock.Alfred Hitchcock (Psicosis) es un auténtico genio. Eso es algo más que evidente. El hecho de que su cine siempre haya estado relacionado con el suspense, el crimen y la intriga le ha valido el sobrenombre de «maestro del suspense». Pero más allá de todo eso, dejando a un lado su firmeza narrativa y su capacidad para mantener al público expectante ante la resolución final de sus tramas, el director de Atrapa a un ladrón (1955), film del que hablamos a continuación, era un artesano audiovisual único, capaz de aprovechar todos y cada uno de los recursos  a su alcance para contar en imágenes todo el subtexto que siempre conlleva, o debería hacerlo, todo diálogo que se precie.

La historia, con tintes algo más cómicos que otras producciones suyas, se centra en el personaje de «El Gato», un famoso ladrón que luchó en la resistencia de la II Guerra Mundial y que ahora vive retirado en la campiña francesa. Sin embargo, su retiro se verá interrumpido cuando un ladrón cause el terror entre las elitistas clases que veranean en esa zona, robando las caras joyas e imitando el estilo que hace años le hizo popular. Su única salida será colaborar con un agente de seguros y una bella joven y su madre para tender una trampa al falso gato y poder recuperar su vida.

Adaptación del libro de David Dodge, uno de los grandes atractivos del film desde un punto de vista puramente cinematográfico es la planificación de la que hace gala Hitchcock. Gracias a ella el director no solo exprime las posibilidades de un entorno idílico (del que se aprovecha también una exquisita fotografía), sino que gracias a los necesarios contrastes entre el día y la noche es capaz de generar la constante sensación de peligro una vez el sol desaparece por el horizonte. Amén de fundir inteligentemente las imágenes iniciales de la costa francesa con los desesperados gritos de las damas de la alta sociedad a las que les han desaparecido collares, anillos, pendientes y demás.

Pero antes mencionaba el subtexto de los diálogos. Una de las primeras cosas que se enseñan en el arte audiovisual es que cualquier plano que no sea horizontal suele transmitir algo más de lo que se muestra. Por ejemplo, un plano picado tiende a empequeñecer al personaje, mientras que el contrapicado otorga una mayor relevancia tanto a la figura que aparece como a lo que dice. Hitchcock lo aplica a la perfección en Atrapa a un ladrón en una de las primeras conversaciones que se dan en el film entre el personaje de Cary Grant (Encadenados) y un antiguo miembro de la resistencia. El hecho de que dichos planos aparezcan en medio de una conversación a priori neutral ofrece pistas sobre la verdadera posición de cada uno en el devenir posterior de la trama, en lo que es un ejercicio de sutileza y expresión audiovisual magistral.

Una fotografía inusual

Lo cierto es que el uso de los planos para narrar más de lo que a simple vista puede verse es algo habitual en el director. De hecho, debería serlo en el cine en general, lo cual ya nos permite apreciar que en la actualidad es harto difícil encontrar verdaderos narradores que sean capaces de utilizar algo más que la técnica del plano/contraplano, general y detalle. Pero más allá de eso, el otro gran elemento que destaca del film es la ya mencionada fotografía, ganadora del único Oscar que tiene la película (que Hitchcock no tenga ningún premio es uno de esos casos incomprensibles dignos de muchos y variados estudios).

En efecto, la labor de Robert Burks, colaborador habitual del director, destaca principalmente en sus secuencias nocturnas, y más concretamente en aquellas desarrolladas en exteriores. No quiere decir esto que el intenso color de sus planos durante el día no sean dignos de mención, al contrario. Pero dado que el film transcurre durante buena parte de su metraje por la noche, la forma de captar la luz y de jugar con las sombras y los contrastes es impecable. Es de suponer que en su trabajo tenga buena parte de responsabilidad el propio Hitchcock, pues en otro caso es difícil pensar que alguien se atreviera a, por ejemplo, ocultar por completo el rostro de Grace Kelly (Crimen perfecto) durante una conversación nocturna.

Igualmente, el hecho de que estas secuencias poco a poco evolucionen hacia tonalidades verdosas permite realizar todo tipo de interpretaciones, desde los cambios que se van produciendo en la investigación del personaje de Grant hasta la complicada situación en la que él se va encontrando, cada vez más cercado por la policía y perseguido por sus antiguos compañeros de la resistencia. El uso de esta especie de noche americana que en lugar de azul utiliza verde ofrece mucha más información sobre el tono general del film que si se hubiera limitado al clásico y falso azul.

Esa narrativa de Atrapa a un ladrón que va más allá de la propia historia se completa con la banda sonora de Lyn Murray (El hijo de Rostro Pálido), que se podría considerar un resumen perfecto del tono y de los contrastes entre intriga y humor que se dan cita en este clásico de Hitchcock. Un clásico que, más allá de ofrecer una historia de amor puramente hollywoodiense, es una obra que puede ser analizada una y otra vez, revisionada sin descanso, y que siempre permitirá al espectador hallar nuevas interpretaciones a su historia.

Acerca de Miguel Ángel Hernáez
Periodista y realizador de cine y televisión.

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