‘El hilo invisible’: intoxicados de amor


Paul Thomas Anderson (Boogie Nights) nunca ha sido un director al uso. Su narrativa tiende a ser intimista, a explorar las emociones contenidas en una mirada, en un silencio. Y aunque decir esto de sus historias es una obviedad, es importante tenerlo en cuenta a la hora de entender el desarrollo de su último film, de una belleza visual sublime y con el mundo de la moda como excusa para abordar las relaciones humanas y cómo el amor cambia a las personas.

Porque más allá de patrones, medidas y telas, El hilo invisible es un testimonio sobre la influencia de nuestras emociones y de aquellos que nos importan. El protagonista, un extraordinario Daniel Day-Lewis (Mi pie izquierdo) en el que es su último papel, cambia poco a poco, de un modo sutil y tan solo en algunos detalles, al conocer a la mujer de su vida. Pero lo realmente interesante es el lenguaje narrativo entre la introspección de sus reflexiones y la representación física de esa relación. Y me explico. A lo largo del relato se desarrolla una confrontación, una especie de lenguaje entre la lucha interna del protagonista por no mantener su esencia y la influencia externa de su joven amor, materializada en esas setas que se convierten en un símbolo de cómo los sentimientos nos pueden llegar a afectar.

La narrativa de Anderson, como es habitual, hace que el desarrollo del relato sea arduo, intenso emocionalmente y aséptico en su montaje. Sin embargo, ofrece al espectador numerosas reflexiones que convierten al conjunto en una obra tan interesante como atractiva visualmente. Vestida de historia de la alta costura, la trama en realidad aborda el amor y las relaciones con un afán casi enfermizo. Al igual que su rol principal, la película solo desnuda su alma en muy contadas ocasiones, dejando en la retina algunas de las mejores y más intensas secuencias, todas ellas con Day-Lewis y Vicky Krieps (Colonia) como protagonistas. Y es en esos momentos cuando el espectador puede comprender realmente el meollo de lo que se relata.

Así, El hilo invisible ofrece al espectador tantas lecturas como niveles dramáticos posee. Habrá quien se quede en un tormentoso relato de amor en el mundo de la alta costura. Habrá quien vea la historia de un hombre que sucumbe al amor y el caos que este trae. Y la obra de Paul Thomas Anderson es todo eso y más. El director hace gala de su talento para adentrarse en los entresijos de las relaciones y su influencia sobre el comportamiento humano, y es ahí donde la película y un reparto sublime se hacen enormes. Como todo el cine del director, no es apta para todas las sensibilidades, pero sin duda es una de las películas del año.

Nota: 8/10

Acerca de Miguel Ángel Hernáez
Periodista y realizador de cine y televisión.

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