‘Selma’: la marcha de la dignidad por la igualdad


David Oyelowo protagoniza 'Selma', de Ava Duvernay.Se ha criticado mucho que este año no haya habido en los premios Oscar una mayor representación del colectivo negro en las categorías más importantes. Y viendo el resultado final de la nueva película de Ava DuVernay (I will follow) es hasta cierto punto comprensible. La cinta, que recoge la lucha de Martin Luther King en la ciudad que da nombre a la película, aprovecha notablemente sus recursos para erigirse como una lucha no solo por la igualdad, sino por la dignidad humana. Una lucha en la que no todo es blanco o negro, pero en la que claramente sale perdiendo la muchas veces criticada intolerancia sureña de Estados Unidos.

De este modo Selma se aproxima más a lo que fue 12 años de esclavitud allá por 2013 que a lo que propuso El mayordomo ese mismo año. Si bien es cierto que su ritmo es irregular, en buena medida motivado por una historia con muchos momentos estáticos, la intensidad emocional de sus secuencias, sobre todo de aquellas que tienen como protagonista brutales palizas a unos individuos desarmados y en protesta pacífica, es incuestionable. Es dicha intensidad la que logra impregnar al conjunto de una pátina dramática que sitúa al espectador como uno más de los protestantes de Selma y como uno más de los objetivos del racismo y la brutal violencia.

El guión, construido sobre un formato académico y poco dado a la innovación, deja en el recuerdo numerosos instantes estremecedores desde diversos puntos de vista, sobre todo gracias a un comienzo que rompe los esquemas al espectador y le condiciona irremediablemente durante las dos horas de metraje. Que nadie entienda esto como una crítica; es más bien una alabanza a un desarrollo dramático que golpea en un primer instante para poder hacer comprender el porqué de los acontecimientos. A esto ayuda, por supuesto, un reparto comprometido tanto en los roles principales como en los secundarios, ya sean héroes o villanos. Quizá lo menos relevante de todo sea la puesta en escena de DuVernay, más artesana que artista, y una fotografía con pocos contrastes y mucho academicismo.

Pero aunque la impresión general de Selma sea la de una película corriente que aborda una vergonzosa época de Estados Unidos lo cierto es que las horas posteriores a su visionado permiten comprender la magnitud de lo narrado. En realidad, poco importa lo que se consigue. Lo realmente atractivo es cómo se consigue, cómo la sociedad de todo el país se unió tras comprobar la brutalidad sin sentido y cómo la marcha encabezada por Martin Luther King se convirtió en una marcha por la dignidad de todo un pueblo. Quizá no sea la mejor película del año. Es más, tiene muchos aspectos a mejorar, sobre todo formales. Pero sin duda es un film notable.

Nota: 7/10

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