‘Falling Skies’ recurre a la Historia para madurar en su 3ª temporada


Nuevos alienígenas participan en la tercera temporada de 'Falling Skies', de nuevo con Noah Wyle.Lo que está ocurriendo con Falling Skies, la serie de ciencia ficción creada por Robert Rodat (Tall Tale) y apadrinada por Steven Spielberg (Lincoln), es muy extraño en el actual panorama televisivo. Y no debería serlo, la verdad. Estamos tan acostumbrados a que una serie debe romper moldes en su primera temporada para poder seguir desarrollándola que se convierte en excepcional cualquier ficción que va de menos a más. Por esta nueva política se están perdiendo productos como Terra Nova, también con Spielberg en el equipo de producción. Pero volviendo a esta historia sobre una invasión alienígena y la guerra por el planeta Tierra, a principios de mes terminaba la tercera temporada, y el resultado demostraba que esta trama, más allá de lugares comunes en las historias del director de Encuentros en la Tercera Fase (1977), se está volviendo más adulta y detallista.

Curiosamente, estos 10 nuevos episodios no comienzan inmediatamente después de lo ocurrido al final de la anterior etapa, sino unos meses después, periodo durante el cual se han producido muchos e importantes cambios, uno de los más relevantes la presencia de nuevos alienígenas que luchan contra los invasores junto a los humanos, y que son una especie de libertadores de mundos en un conflicto que les ha llevado de planeta en planeta a través de los siglos. Con todo, y a pesar de la buena factura técnica que posee el conjunto de la serie, el peso no recae en el aspecto formal o en la incorporación de nuevas e imaginativas razas extraterrestres, sino en la lectura histórica que se puede hacer, y en muchas ocasiones es más que evidente, del conflicto armado que se desarrolla.

Tal vez sea necesario recordar que el episodio piloto comenzaba narrando la invasión como si de un relato histórico se tratara para, a continuación, mostrarnos la forma de vida durante la guerra. Esta nueva temporada recoge dicha idea para desarrollar la historia en muchas y diversas líneas de trabajo que no suelen verse en este tipo de tramas. No me refiero solo a la incorporación de espías en las filas de los humanos (algo común, por otro lado), sino a las estrategias dramáticas que se ponen en juego durante una lucha que muchas veces no se libra con disparos o máquinas, sino con astucia e inteligencia. Me refiero al episodio 8, en el que buena parte de la intriga no tiene nada que ver con la guerra, sino con sofisticadas técnicas de tortura, en el que es uno de los mejores de la temporada, y me atrevería a decir que de la serie.

Aunque sin duda el mejor ejemplo de dicha conexión con la Historia de nuestro planeta se halla en el episodio final, titulado convenientemente ‘Brasil’. Como es evidente, y sobre esto hablaremos a continuación, la presencia de nuevas y desconocidas razas alienígenas genera desconfianza en el bando humano, una de las más tradicionales y antiguas vías dramáticas correctamente explotadas en la serie. No es hasta el final cuando el espectador descubre el siguiente paso en la guerra, que no es otro que utilizar un país como si de un campo de concentración se tratara, retrotrayendo la memoria hasta esos oscuros años de conflicto mundial en los que, por decirlo de algún modo, los mayores peleaban mientras los indefensos quedaban recluidos en guetos o campos.

La sospecha entre filas

Desde luego, Falling Skies ha sabido adaptar diversos relatos históricos a su propia trama, introduciendo ideas que pocas veces se han visto en un relato de ciencia ficción como este. Por ejemplo, la presencia de nuevas criaturas equilibra la balanza al proveer a los humanos de mejores y más potentes armas, pero el precio a pagar es alto, como ya hemos comentado. Por no mencionar la extraña presencia de un bebé mitad humano mitad alienígena que necesita desarrollo y explicaciones en la ya confirmada cuarta temporada. Pero si hay algo que destaca por encima de todo, y que ha quedado muy patente en la trama de esta entrega, es la constante presencia de la sospecha.

El espectador está tan acostumbrado a que los personajes representen un único rol dentro de la trama que algo como lo visto en esta serie rompe un poco los esquemas. Y me explico. Normalmente es un personaje (en nuestro caso sería John Pope, interpretado por Colin Cunningham) el que lleva la voz cantante si se trata de desconfianza y conspiraciones. Es él el que pone un poco de sentido común en un entorno excesivamente bondadoso y bueno, y suele ser el «apestado» del grupo. Empero, la serie ha dado un giro natural provocado por todo lo ocurrido anteriormente en el que todos los personajes, o al menos la mayoría, presentan una escala de grises morales que les llevan a sopesar todos los pros y los contras de cualquier decisión que se toma.

No se trata, por tanto, de ingenuos y malpensados, sino de individuos aleccionados de sus propios errores y poco dados a la confianza sin más. No son pocas las ocasiones en que se abordan las intenciones ocultas de los extraterrestres o las estrategias de despiste por las sospechas de que hay más de un infiltrado. Dicho de otro modo, lo que presenta la serie es un estado de guerra en el que cualquier cosa se trata con el máximo rigor, y eso es algo que la serie termina agradeciendo, pues le aporta más veracidad y naturalidad. Por no hablar de que los protagonistas, sobre todo el personaje de Noah Wyle (serie Urgencias), ya no son aquellos idealistas de la primera temporada que defendían la vida y la moral, sino supervivientes que muchas veces se guían por el miedo y el odio.

Tal vez la mayor baza a su favor que tiene esta tercera temporada de Falling Skies ha sido, precisamente, que se la haya dejado existir. La evolución que ha tenido la serie, sobre todo en su segunda temporada, la ha convertido en un producto entretenido e interesante que sigue buceando en la Historia del hombre para encontrar referentes con los que nutrirse. Pero también ha permitido que los personajes, que nacieron como un cuadro de buenos y malos, empiecen a desarrollar matices distintos, nuevos y mucho más interesantes. Sigue creciendo, es cierto. Pero es un crecimiento sano y muy recomendable.

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